rock ecuatoriano

PODCAST: El Orden del Caos entrevista a Biorn Borg

Nata Cassette inicia gira con video de su nuevo sencillo

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“Vivir para extrañar es un concepto del que puede dar cátedra Nata, quien le apostó al desarraigo al salir de su Guayaquil y montar su nuevo reto en la capital. Abandonar todo lo que alguna vez fue lo más importante para embarcarse en un sueño no es fácil, pero tampoco imposible. Nata no está con rodeos y sus líricas reflejan su clara postura sobre los retos personales: si quieres cambiar algo debes cambiar tú mismo.

En este camino se encuentra con gente que comparte esta fiel necedad de impulsar los sonidos propios y es así como se forma una banda de rock que llega a ser tu familia.
Mala Influencia es el primer reto que Nata Cassette se ha propuesto, el material discográfico viene en camino y quiere llevar sello 2014 mientras ha iniciado una gira de conciertos que le llevarán a pasear su música por varias ciudades.

Su segundo sencillo Vivir Para Extrañar ahora es lanzado en videoclip bajo la dirección de Manuel Suqilanda, un trabajo en video que muestra a sus integrantes rodando por la ciudad a bordo de una van. Francho (guitarras), El Mono (bajo), Mucarsel (batería) y Nata (voz) se divierten haciendo lo que más les gusta.

 

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Radio Fantasma presenta su nuevo tema Distancia Sideral

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La banda cuencana Radio Fantasma presenta Distancia Sideral, el adelanto de su nuevo disco de estudio ‘Incinerar el Mar’.

El segundo trabajo corrió bajo la producción de Daniel Pasquel (La Increible Sociedad Estudio) y se encuentra en la fase de mezcla y masterización en Berklee School of Music (Boston) a cargo del músico cuencano Daniel Alba. Se espera que este álbum salga a la luz en junio de 2014.

El video fue realizado por la productora cuencana Zero Gravity Toilety y muestra varias toma de la grabación del disco en Quito.

Otra novedad es que la banda tocará en el MICSUR (El Mercado de Industrias Culturales del Sur) en Mar del Plata, Argentina.

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El Rock Quiteño ’40 años bajo el volcán’

Se sabe desde hace mucho tiempo, pero hace falta decirlo claro: el rock es tan propio y característico de la identidad quiteña como han sido el pasillo, el sanjuanito o el yaraví. Centenas de miles de personas, jóvenes o no, han adoptado la fuerza, la crítica y la estética rockera como una forma de vida. A propósito de la visita a Quito de Metallica, una de las mayores bandas del mundo, hemos querido dar un espacio de reconocimiento a nuestra propia tradición rebelde y escribir la leyenda de nuestros propios mitos. ¡Salud y anarquía!

QUITO EN CLAVE DE ROCK

La Tribu Concha Acustica inside

Por: Pablo Rodríguez

Una tradición de más de cuatro décadas ha hecho sonar los acordes duros y las letras testimoniales en la ciudad. Contra la represión y los prejuicios, el movimiento rockero quiteño ha empezado a extenderse al mundo, mientras cada día trabaja con creatividad y constancia.

Hasta los años noventa el rock en Quito se desarrolló de forma des-ordenada y dispersa. Se pueden ubicar primeros atisbos de rock en la Capital a fines de los sesenta, en agrupaciones que hacían covers de bandas mexicanas, generalmente versiones de temas estadounidenses cantados en español, con lo cual el rock ecuatoriano, indirectamente, se influenció por Bill Halley, Elvis Presley, Chuck Berry, entre otros. En esa época el término rock no existía. Se lo llamaba música yeyé, agogó, o de modo impersonal, música moderna, un nombre que, años después, ayudó a despistar el ojo inquisidor de la dictadura y las fuerzas del orden.

En aquella época no había sitios donde comprar discos ni instrumentos, mucho menos lugares donde ensayar, ni espacios para mostrar la música. Tampoco ayudaba la visión distorsionada de la sociedad que, influenciada por los medios de comunicación -sobre todo la radio-, miraba al rock con prejuicio. Aunque a la larga, esta discriminación se volvió una motivación para el sino rockero de Quito.

Largo tiempo duró el tributo al rock internacional, si bien desde las primeras etapas pululaba en el ambiente la necesidad de hacer un rock propio. El 11 de marzo de 1972 se produjo el Primer Festival de Música Moderna, que inauguró la larga historia de conciertos de rock que suceden hasta hoy en la Concha Acústica de la Villaflora. En aquel concierto fundacional tocó la banda La Tribu, que incluyó en su repertorio un tema propio llamado Por la paz, compuesto por su guitarrista, Eduardo Erazo.

Ante la dificultad por conseguir sitios de ensayo e instrumentos, nuestras incipientes bandas invertían su tiempo en cubrir esta necesidad, lo que obligaba a emplear el espacio disponible en ensayos breves con un repertorio de covers ya conocidos para sorprender en el siguiente concurso de bandas o kermés colegial, los únicos lugares en los que desarrollaba el rock quiteño.

LA IGLESIA, PRIMER CENTRO DE OPERACIONES ROCKERAS

MOZARELLAinside

Las bandas que sonaban en ese tiempo se formaron en los colegios, sobre todo religiosos, que disponían de equipos de amplificación, instrumentos y sitios de ensayo. De aquí proceden grupos como Los Extraños y Mozzarella (del San Gabriel), y Tarkus (La Salle).

Años después, el apoyo institucional de los colegios sería decisiva, como sucedió con Igor Icaza (Sal y Mileto) y Willy Campaña (Mortal Decisión), quienes ensayaban en la batería del grupo musical de sus colegios. Otro espacio natural de ensayo juvenil fueron las iglesias, cuyos instrumentos musicales servían para interpretar música que llamaba tanto a la fe como al rock.

Uno de estos casos –acaso el más notorio- fue el de la iglesia de El Girón, entre cuyos músicos estaban Claudio Jácome y Ramiro Acosta, quienes versionaban temas de Deep Purple, entre otros grupos, mientras ensayaban el repertorio espiritual.

Una de las primeras y más naturales confrontaciones ideológicas del rock quiteño se produjo contra la autoridad. Ya en esa época se registran los primeros casos de agresión a las libertades estéticas. Uno de los primeros momentos críticos fue protagonizado por un intendente quien en los setentas ordenó que se cortara el cabello a la brava a cuanto pelilargo habitara esta ciudad. RadioTarqui apoyó la medida desde sus micrófonos. Pedía a la gente delatar a los mechudos de su barrio para que las brigadas de policías –en lugar de coger a los ladrones- los llevara hasta los sillones de peluquería que se habían dispuesto en la Plaza Grande para que, en público escarnio, les enseñaran a cortarse el cabello como hombres…

De los conciertos en colegios se pasó a los primeros concursos de bandas, es decir a los escenarios abiertos, con el mencionado concierto en la Concha Acústica de 1972, organizado por Ramiro el “Negro” Acosta y su grupo La Tribu, inspirados en cierta medida en el Woodstock. Durante los setenta se replicaron en este sitio algunos esporádicos conciertos al aire libre.

Nuestras bandas empiezan entonces levemente a alternar la interpretación con la creación propia. A fines de los setenta se sienten los primeros ramalazos serios de un rock ecuatoriano. Pero es en 1980, cuando Mozzarella edita In Vitro, que se produce el primer disco LP de la historia del rock ecuatoriano, que incluía la célebre balada rock Tantas Cosas. Ahí podría, si se trata de aventurar hitos concretos, ubicarse el acta de nacimiento del movimiento rockero nacional.

UN INICIO EFÍMERO

Con In Vitro, Mozzarella marcó el inicio de los ochenta y la producción inédita del rock ecuatoriano, pero también su fin como grupo. Apenas empezaron a producir su siguiente disco, su vocalista se marchó a Estados Unidos y aunque buscaron otros músicos, su siguiente disco no pudo sostener la propuesta iniciada en In Vitro. La banda finalmente se separó en 1983.

El único medio para difundir este material fue la radio Teleonda Musical, la primera emisora de la ciudad especializada en rock. Cuando la dueña de la frecuencia, Mary Lou Parra de Hei, escuchó la calidad de esta nueva propuesta local se apasionó tanto que empezó a ir a los ensayos. “A veces, apenas terminábamos de ensayar, simplemente se marchaba sin decir nada. Era la prueba de que no había nada que cambiar”, recuerda Sebastián Maldonado, tecladista del grupo.

Pero a partir de este inicio, efímero pero suficientemente notorio, en la escena rockera seguían madurando las condiciones para desarrollar un proceso de creación.

LUNA LLENAinsideAún se hacían mayormente covers, aunque con cierto matiz local, como el grupo Luna Llena, proveniente del barrio de Los Dos Puentes, quienes versionaban hits del rock inglés, pero cantados en español y con modificaciones en las letras. Esta banda retomó, durante el primer lustro de los ochenta, los conciertos en la Concha Acústica de la Villaflora a los que llamaron Conciertos en Libertad.

El acceso a la música seguía siendo difícil. En Quito se practicaba mucho el rito de visitar al que volvía del exterior con un lote de discos, o al amigo que viajaría para encargarle algún material. En 1987, algunos rockeros del sur de Quito se ilusionaron con replicar el Festival Woodstock en el Panecillo, una idea tan ambiciosa como costosa que no pudo ser. Estos soñadores vestidos de negro no se rindieron y trasladaron la propuesta hacia las canchas de la calle Patate (en los Dos Puentes) pero el barrio se opuso debido a los prejuicios y el desconocimiento de esta propuesta cultural. Sin embargo, las trabas solo intensificaron el compromiso de los rockeros y, entonces,decidieron arreglar ellos mismos el potrero lleno de matorrales en el que se había convertido la Concha Acústica por falta de uso.

Y así el 26 de diciembre se celebró el primer concierto de la segunda etapa de festivales en este espacio, y que se ha mantenido hasta hoy, cada 31 de diciembre.

El movimiento rockero de algún modo reprodujo la lógica social de la división entre norte y sur. El primero se distinguía por ser contemporáneo, por seguir ávidamente las vanguardias y por las facilidades relativas para crear su música.

En el Sur predominó, en cambio, el ambiente del barrio y las carencias de diversas índoles. Esta diferencia geoeconómica avivó una polémica interna que confirmó la fuerza social del movimiento rockero y la firmeza de sus posturas ideológicas. Tal dicotomía ha sido analizada por Edgar Castellanos, de Fundación Música Joven, productora del QuitoFest: “El Sur ha demarcado su territorio rockero porque su rock se realiza en sectores con problemas sociales, con sentimiento de barrio, de comunidad, que se expresa en esa ortodoxia rockera. En el Norte había más influencia mediática, otras formas de acceso a la información que determinan otras formas de hacer rock”.

En 1989 se realizó el concurso internacional MTV Ecuador, en el que se inscribieron casi todas las bandas de rock del país, sobre todo de Quito y Guayaquil. La importancia de este concurso fue tal que el requisito principal de contar con temas propios, motivó a que nuestras bandas se pusieran a crear por primera vez, lo cual a su vez demostró que la carencia de temas propios realmente era una limitación para la proyección internacional de nuestro rock. Al respecto Patricio Tobar (Tarkus) resume: “Lo que implicaba ganar ese concurso era tener una producción propia que soportara el ingreso a un mercado competitivo. Pero ninguna de las bandas que participamos teníamos un disco, y apenas muy pocos temas que alternábamos con covers”.

GARROTE Y ROCK PROPIO

AFICHE rockinside

Los noventa empezaron con el escenario ideal para forjar un rock ecuatoriano propio que le diera una marca identitaria a los acordes duros que ya sonaban por estas tierras. La forma para hacer ecuatoriano a ese rock fue escribir canciones que contaran situaciones que vivían los propios músicos. En esta década nacen y se consolidan bandas que hoy son referentes del rock nacional y que compusieron letras críticas, “puteantes”, reflejos líricos de las condiciones de vida en las que el sistema había sumido al rockero. En esta década no solo se consolidó nuestro rock, sino que también se reprimió expresiones fuertes del nuevo movimiento, lo cual lejos de silenciar estas voces “inmorales y llenas de bulla”, como cacareaba el prejuicio, ejercieron el efecto opuesto.

Varios factores confluyeron en este nuevo momento del rock quiteño. Uno vino por los medios de comunicación: surgieron más programas radiales especializados, espacios en prensa escrita, revistas y fanzines, incluso se estableció una emisora, Radio Planeta, dedicada exclusivamente al rock. Otro fueron los conciertos en casas barriales, espacios que potenciaron el progreso de nuestras bandas, sobre todo de géneros extremos. También estuvieron los conciertos interregionales, a través de los cuales las bandas quiteñas conocieron el trabajo que se realizaba en Riobamba, Ambato, Guayaquil o Cuenca.

La producción discográfica se destacó visiblemente con discos clave como Hijos de…(Basca), La Ruleta (Sobrepeso), La Dimensión del Cuy (Crucks en Karnak), Sal y Mileto (Sal y Mileto), Perdido en el Tiempo (Falc), entre otros. Se citan dos grupos cuencanos porque tomaron gran fuerza en Quito, en los conciertos de la Concha Acústica o en el bar El Sótano, núcleo hirviente del movimiento de la época.

La represión fue otra marca de esta década. Por eso se abrieron nuevos espacios para el rock. El punto máximo de represión sucedió el 23 de marzo de 1996, en el concierto que los mexicanos Cenotaph dieron en Ambato. Allí decenas de policías y militares ultrajaron a los seguidores de esta forma de arte y de cultura. Llevaron camiones donde confinaron a las personas para hacerles requisas, cortarles el pelo y -en humillante muestra de desprecio- obligarlos a tragarse su propio cabello.

Semejantes manifestaciones de barbarie motivaron la integración de organizaciones como el Movimiento Pro Libertad Artística y Juvenil, que organizó la primera Semana del Rock Ecuatoriano, desarrollada entre el 17 y el 23 de marzo de 1997, justo un año después de la salvaje represión estatal. Esta fue una actividad multigénero que convocó distintas corrientes artísticas relacionadas con el rock local y tuvo réplicas en Ambato y Riobamba. En 2003 fue retomada por otras organizaciones que adoptaron su nombre, de las cuales Al Sur del Cielo es la que se mantiene realizando este festival hasta la actualidad.

Otro elemento clave en esta década fue la realización de grandes conciertos internacionales en Quito. Bon Jovi y DefLeppard empezaron una etapa pródiga en espectáculos remarcables en los que las mejores bandas del rock mundial sonaron en Quito, que ha seguido, si bien de modo intermitente, hasta ahora.

Ratas Ratones y RaterosinsideEn 2000 se edita la banda sonora del filme Ratas, ratones y rateros, que llevaba una selección de bandas de rock quiteñas y cuencanas, cuyas composiciones acompañaron decisivamente en ese momento fundacional de la nueva cultura cinematográfica del Ecuador. Sebastián Cordero ha hecho una descripción certera cuando explica esa combinación de lenguajes: “Cuando era adolescente, la mayoría de bandas tocaban covers, pero cuando me puse a escuchar música para la película me sorprendió encontrar, por fin, cosas inéditas e interesantes hechas en Ecuador. Entonces resultó que el rock se había ubicado como una propuesta concreta, que empezó a destacarse por un trabajo de creación que hablaba de cosas reales”.

Otros espacios donde se desarrollaba el rock local también priorizaron la creación, como el festival de la Concha Acústica, realizado también por Al Sur del Cielo, bajo la dirección de Diego Brito, Cristian Castro, Freddy Achig y otros. Esta organización impuso como condición a los grupos que querían tocar, presentar un repertorio exclusivamente de temas propios. Así, este festival pasó de tener entre sus atracciones a las más dispares versiones de temas como Paranoid (de Black Sabbath), o Wish you were here (de Pink Floyd), a los más diversos grupos con propuestas propias, muchas de las cuales se convertirían en referentes del rock de todo el país.

Estos espacios le dieron una saludable diversidad al movimiento rockero de la ciudad, tanto de nuevas bandas como de nuevos géneros. Por ello se sintió la necesidad de crear nuevos espacios para el rock, como el QuitoFest (que ha logrado gran proyección tanto por su contenido como por su infraestructura), el Rockmiñahui (que desde 1998 ha mantenido una fuerte presencia escénica de grupos representativos) la Semana del Rock (que abrió un escenario exclusivo para bandas nuevas) y el Quitu Raimy (que alterna la música con foros y ferias).

A pesar de todos estos avances, el rock sigue navegando contra corriente y luchando contra los prejuicios y la incomprensión. La historia de represión tiene su línea de tiempo, que va desde el cortar el cabello a la fuerza a los jóvenes rockeros, a la requisa de correas antes de entrar a los conciertos en la actualidad, pasando por carcelazos, prisiones breves (como las que el tristemente recordado Escuadrón Volante, en época de Febres Cordero, realizó contra rockeros como Willy Campaña, de Mortal Decisión, por el solo hecho de ir por las calles vestido de negro y con el cabello largo).

Con tanta información imprecisa flotando por ahí, con un espacio tan restringido en los medios clásicos (salvo para la polémica, que siempre es atendida golosamente), el rock tuvo que generar sus propios medios. Por ello ha llegado a establecer un efectivo sistema de comunicación con varias publicaciones, programas radiales de rock, y más.

Las nuevas tecnologías permitieron accesos más democráticos a la producción e ingeniería de sonido, cuyo fruto más palpable es la consolidación de radios online, sobre todo en Quito. También la producción musical ha tenido momentos espléndidos poniendo entre 10 y 15 títulos autoproducidos por año, cifra muy representativa en un mercado rockero cuya industria musical es escasa.

Actualmente ese ritmo de producción ha bajado, pero en contraparte está ganando mucho espacio la producción audiovisual, representada en una media de dos a tres videoclips profesionales y semiprofesionales por mes que nuestras bandas autoeditan. Esta red de nuevas comunicaciones ha supuesto un regreso a las prácticas antiguas de ayuda mutua, en la que participan profesionales de diversas áreas para abaratar costos de producción.

Y EL ROCK VUELA LEJOS…

SAL Y MILETOinsideUn aspecto definitivo producido en esta última década es la presencia internacional de nuestras bandas. Muchas han alcanzado circuitos regionales e internacionales con giras en los países vecinos, Estados Unidos o Europa, continente este último al que han llegado Sal y Mileto, Ente y Descomunal.

En Sudamérica se destacan Muscaria, Aztra y Custodia. En total, una veintena de bandas, con significativos esfuerzos, han llevado su música allende las fronteras ecuatorianas.

Los beneficios de estas giras no solo se miden en la pro-moción de la música sino también en el aprendizaje y hasta en el estado anímico de los grupos. Es que alojarse en casas de paisanos ecuatorianos, cargar maletas, instrumentos y equipos en medio de un entorno desconocido, lidiar con el hambre, la carestía, y otras situaciones extremas, y luego llegar a casa con una deuda considerable, hace que un músico se pregunte cuánto vale la pena el sacrificio y la inversión. La respuesta unánime de la mayoría ha sido un Sí contundente. La vida dedicada al rock está marcada por esfuerzos, riesgos y sacrificios constantes. La satisfacción del rock no radica en los saldos a favor, sino en ver convertidos en realidad sus sueños y sus objetivos. El rock quiteño vive esa lucha cada día, mientras llega el momento de concretar ese logro que resumirá toda una vida dedicada a rockear.

Texto publicado en Revista Q marzo/abril de 2014

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Entrevista a Mamá Vudú: el regreso y 20 años

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Por: Christian Reyes / Dario Granja

La banda que fue partícipe del génesis del rock alternativo local cumple 20 años. Pero dentro de este período hubo una pausa. Entendida como una separación o un deceso sin rumbo definido. Este hiato,  según nos cuenta Edgar Castellanos, no fue definitivo. Fue el momento preciso para centrarse en varios temas pendientes: proyectos paralelos, cerrar una etapa, limar asperezas. Hoy se reúnen para tocar y hablar sobre  ese feeling que comprende el retorno.

Cuéntanos sobre este ‘concierto regreso’ de Mamá Vudú tras casi dos años de  pausa.

Bueno, primero comentarle a la gente que nunca nos separamos oficialmente. Simplemente dejamos de tocar juntos porque queríamos descansar de la dinámica de la banda, que se había complicado un poco. Estábamos tratando de sacar adelante otros proyectos, a la vez, buscar la manera de retornar. Queríamos sentirnos más cómodos y resolver determinados problemas que siempre surgen y que son como detonantes para  que un grupo deje de tocar. Hemos estado muy entusiasmados en los últimos meses, buscando una manera  para poder juntarnos, y disfrutar como banda. De pronto comenzaron a surgir cosas y una de ellas fue el cumplir 20 años. De alguna manera queríamos cerrar un círculo, encontrar formas para que funcione este aniversario y sea satisfactorio para la banda y para la gente que nos sigue. Este concierto que nos propone la Casa de la Música nos viene muy bien para lo que estamos pasando, porque nos permite concentrarnos en un evento que por las características de ser íntimo nos permite un reto interesante: volver a las tablas y acercarnos a la gente. Que funcionen las cosas y que nos permitan ampliar los planes para este año

Hablando de sus proyectos musicales paralelos. En ese momento ¿Se les vino el regreso de la banda? ¿A quién de ustedes se le ocurrió esta idea?

Creo que todos hemos estado inquietos con lo que podía pasar. Nos ha costado sobre todo el trabajo psicológico. Primero, el tratar de sacar adelante otros proyectos hace que tengas cierta inercia con ese tipo de cosas. Roger y yo hemos estado activos en la cuestión musical, concentrados en nuestros proyectos. Pero sabemos que la actividad musical va más allá de ciertas cosas. Las ganas de tocar con otra gente, el mismo hecho de lanzar el disco Motel Ultra, que era una especie de reconocimiento al trabajo de Mamá Vudú, de alguna manera también nos motivó para pensar en que podamos volver. Y, una cosa que nunca quisimos dejar de hacer es el tocar en vivo. Tal vez está un poco frío el asunto de ponernos a componer y eso, pero creo que estamos en un buen momento para enfrentar la cuestión de presentarnos al público. Sentarnos a practicar ya es un reto, retomar la música otro. Acercarnos de una manera cariñosa, respetuosa y fructífera para todos es lo más importante. Luego viene el resto de cosas en este año. Esperamos que todo funcione bien, estamos empezando y queremos ser optimistas. Deseamos que obviamente la gente nos apoye en esta nueva etapa que no sabemos a dónde irá a parar.

Ha pasado un año y medio de la última presentación de Mamá Vudú que fue en el Carpazo ¿Cómo se siente eso de retomar los escenarios? Es un tanto contradictorio esto de ser una banda con tantos años… ¿Qué se siente al momento de enfrentar a nuevos públicos?

A parte de cualquier tipo de rutina o cansancio que pueda existir en una banda yo creo que lo principal, sobre todo en las bandas de rock y en la nuestra, nace de una explosión de espontaneidad durante la juventud. Pensando más en el amateurismo o en cosas que tienen que ver más con el instinto que con la razón. Obviamente eso es lo que hay que buscar de nuevo, tener esa sensación de que te sientes respaldado y  comprendido por otras personas y que a partir de eso puedes comunicarte con la gente, y esa gente se sienta inspirada. Hemos atravesado una etapa de crecimiento, de madurez, de aprendizaje y eso conlleva a que podamos retomar la música que habíamos hecho hace años. Darle otro aire y un nuevo impulso. Sentirnos nuevamente identificados con la música que hicimos antes.

Ustedes para este regreso han preparado un show. Coméntanos… ¿Cómo ha sido ese proceso de los ensayos y ese feeling que nuevamente se da como banda?

En este tiempo de pausa hemos tratado de mantenernos juntos como amigos principalmente, y eso ha servido para fortalecer esta reunión o por lo menos tener cierta calma para poder hacerla. Adecuamos aquí en la sala de mi casa una especie de estudio de ensayo con todos los aparatos y equipos que cada uno tiene por su cuenta. Hemos tratado de empezar suave, hacer algo que sea relajado y un poco más de acuerdo con nuestros ímpetus actuales. Hacerlo con calma. Disfrutarlo y no estresarnos con eso. Si vas a hacer rock lo principal debe ser ese disfrute natural y orgánico. Estamos tratando de ser más consientes también con lo que hacemos con nuestro sonido, creo que eso nos motiva a experimentar más con las guitarras, con el sonido acústico, con los instrumentos. Casi dejando a un lado la electrónica. Más para retomar el acercamiento a las canciones con un poco más de instinto y más de memoria muscular que a veces se va quedando.

Mamá Vudú insideNuestros amigos preguntan: ¿Cuál es la primera canción que volvieron a ensayar?

(Risas) Buena pregunta, no me había fijado. Creo que siempre empezamos con canciones que tenemos un poco más metidas en nuestros reflejos como Espuma Negra o Incéndialo Todo, que son canciones que sabemos tocarlas yendo poco a poco. Las sabemos y nos salen de una. Creo que una de las dos debe haber sido realmente.

¿Piensan retomar aquellas viejas canciones de los primeros disco de Mamá Vudú?

Tenemos 20 temas que representan los 20 años de la banda. Uno de los proyectos que tenemos para este año, espero se dé, es sacar un disco compilado como una especie de ítem para cerrar este círculo y relajarnos al respecto. Luego veremos lo que sucede: un disco, una gira, estás 20 canciones… Creo que sí habrá música de toda la historia de la banda, representando todas las épocas.

Mamá Vudú pudo ver el cambio de su público, la gente que acude a sus conciertos fue variando conforme pasó el tiempo. Creo que es una de las pocas bandas de rock que han tenido esa experiencia de ver cómo cambian sus seguidores.

Es un poco especial eso, a mi me parece un privilegio porque eso te hace abrir la cabeza y mantener una expectativa completa de la gente. El hecho de que muchos de mi generación no puedan comunicarse, a veces ni con sus propios hijos, es tenaz. Mientras que uno tiene el privilegio de subirse al escenario, tocar un instrumento y comunicarse con el público y con la música. Y puedes, todavía tener un hilo comunicante con los jóvenes de 15 años que podrían ser tus hijos. Eso es muy especial, te permite aprender, reflexionar y con humildad poder tener una apertura mental con respecto a todo lo que está sucediendo al rededor tuyo. Tener un panorama más amplio. Eso te alimenta y te sirve para mantenerte dinámico y despierto, con ideas que puedan seguir aportando para hacer música.

Ese privilegio tiene que ver con cómo muestra Mamá Vudú su música. Antes se compartian cassettes, CDs y ahora compartimos links.

Sí, como decía, cuando nosotros empezamos lo hicimos con cassettes, era prácticamente irreal poder grabar un disco. El cassette siempre fue la forma de compartir. Siempre como banda hemos estado indagando en todas las posibilidades tecnológicas, que sirven para compartir la música e inclusive como un objeto que te pueda servir para la venta. Aunque nunca ha sido nuestro prioridad. Nunca hemos podido sacar muchos discos para vender.  siempre lo justo que podamos manejar, tratando de solventar costos. Pero, cuando  el internet irrumpe de una manera tan abrumadora como la que vivimos ahora,  donde la mitad del flujo de nuestras ideas, conversaciones, conocimientos y experiencias atraviesa un enjambre de tecnología ya se transforma todo. Tienes que empezar a buscar otra forma de entender la dinámica de compartir tu música. Ya estamos pensando de otra manera. Debemos aprovechar el contacto directo con la gente en los conciertos para poder encontrarnos con la música de una manera que nos permita ese tipo de magia especial, que siempre tiene mucho del escucha con el músico y el feedback; para seguir dando música a la gente y mantener esas expectativas de comunicación, más  allá del lenguaje, de los clichés. Una idea de entendimiento entre las personas y de unión que creo que es lo fundamental.

¿Cómo se está armando la agenda para celebrar estos 20 años?

La estamos armando sobre el camino, estamos pretendiendo hacer una gira nacional. Esto de la Casa de la Música es lo primero que estamos tratando de hacer como para ir calentando motores y hacer cosas mucho más grandes y ambiciosas. Estamos seguros de que vamos a hacer una gira por muchas ciudades del país, estamos confirmando fechas y detalles… logística. No queremos sobrecargarnos de conciertos y tener este tipo de ciclos que tienes que pasar viajando, tocando intensamente. Queremos tener un control sobre eso para que esta experiencia sea un poco más disfrutable.

Cuéntanos de esta presentación en La Casa de la Música

El local es la sala pequeña de la Casa de la Música, muy bonito con una acústica excelente para 80 personas. Por eso queremos aprovechar para darle a la gente un show especial e íntimo. Vamos a intentar hacer otro show el mismo día, según la asistencia de la gente. Dos funciones. Y una vez superada esta prueba creo que vamos a tener más  seguridad para hacer eventos un poco más grandes y en otras salas. Ojala que todo se de de la manera que esperamos. En este show no va a haber preventa porque como es tan pequeña la sala… la gente debe ir con tiempo para poder comprar sus entradas. Cuesta 5 dólares, un precio accesible. El jueves 9 de mayo a las 19H30.

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PODCAST: El Orden del Caos entrevista a Biorn Borg

EL CARPAZO: El concierto de rock ecuatoriano más esperado de los últimos tiempos

elcarpazoLlega a Quito “El Carpazo”. El concierto de rock ecuatoriano más esperado de los últimos tiempos. En escena las bandas más representativas del país: RoCola Bacalao, Sudakaya, Sal y Mileto, Mamá Vudú, Spiritual Lyric Sound, Humanzee y Cadáver Exquisito. Sábado 8 de octubre de 2011, en Estadio Chaupicruz (junto al Labrador) al norte de la ciudad de Quito a las 12:00.

Han pasado más de 25 años para que el rock cobre importancia en el Ecuador. Durante estos años se han generado agrupaciones profesionales con trayectoria internacional; paralelamente el público que escucha rock hecho en Ecuador crece cada vez más.

Estamos en el mejor momento en la historia del movimiento musical ecuatoriano y eso hay que celebrarlo. Para ello se ha organizado un gran festival con las bandas más representativas del país: El CARPAZO, el cual se realizará el sábado 8 de octubre de 2011, en el Estadio Chaupicruz (junto al Labrador) al norte de la ciudad de Quito desde las 12h00.

El CARPAZO contará con todas las medidas de seguridad para resguardar la integridad de los asistentes; se realizará dentro de una carpa lo cual asegurará resguardo en caso de lluvia y contará con un verdadero espectáculo de luces, proyección de videos, danza aérea en tela, pirotecnia, entre otros. El concierto está dirigido para públicos de todas las edades y estará prohibido el ingreso de bebidas alcohólicas. Las entradas estarán a la venta en todos los locales autorizados de Converse en Quito y Guayaquil y tendrán un costo de USD15.00

Durante 9 horas se presentarán 7 bandas nacionales con distintos grados de experiencia y trayectoria. Sal y Mileto y Mama Vudú son agrupaciones pioneras en la creación de música en el Ecuador. RoCola Bacalao y Sudakaya son, por otro lado, agrupaciones que siguieron los pasos de las dos bandas antes mencionadas pero que sin embargo han tenido una acogida más grande a nivel nacional e inclusive a nivel internacional, con 12 y 10 países visitados respectivamente. Spiritual, Cadáver Exquisito (Guayaquil) y Humanzee Estereo son agrupaciones relativamente nuevas pero que gracias a su propuesta novedosa se han ganado el cariño del público y por ello una plaza para tocar con agrupaciones ya reconocidas.

La propuesta del CARPAZO incluye la mezcla de géneros en un solo escenario –rock, reggae, hip-hop, ska, pop, funk y dub- lo cual convierte al CARPAZO en una gran fiesta de culturas alternativas y de nuevas tendencias.

Más información: El Carpazo

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