“Me da curiosidad saber qué tipo de pornografía ven las personas que recién conozco”
“Siempre he querido ir a un sauna contigo, pero jamás lo sabrás”.
Todos tenemos secretos. Todos. Eso es parte de lo que nos atormenta a diario. Algunos son más fáciles de ocultar que otros, pero al final todos pugnan por salir a la luz, a veces con o sin nuestro consentimiento. Los que se cuentan por propia voluntad son aquellos que quitan un peso de encima, que dejan una sensación de libertad, esa libertad que se consigue cuando uno acepta sus propias extravagancias, sus propios miedos.
Este post inicia con dos de mis secretos. Dos de las cosas que me daría vergüenza decir en público. Y cuando hablo de un ‘público’ me refiero a gente que de una u otra forma tiene una idea sobre mí. Y es que los secretos pueden desarmar el perfil que la gente tiene sobre uno, y ese es precisamente su poder. Pero, además, hay secretos de otros que nos hacen quedar en silencio, sin palabras, en actitud reflexiva. Hay secretos que son cuestionadores, tiernos, eróticos, tristes, conciliadores….
Lo más bacán de todo es que hay gente que los cuenta. Postsecret (http://www.postsecret.blogspot.com/) es uno de los blogs más visitados. Allí se cuelgan postales hechas a mano con secretos hechos con originalidad. El sitio se actualiza cada domingo. Está en inglés, que de paso es una forma para practicar un poco. Den una vuelta por ahí y, si se animan, formen parte de esa catarsis grupal.
He aquí unos ejemplos:
“Dejé un imperdible a propósito en tu velador sólo para que ella lo viera”
“Cada vez que un hombre viejo me coloca dinero en la tanga me pregunto si él será mi padre”
Estoy feliz porque tu embarazo te va a engordar”
Ángel Dimitri