En un determinado momento la noticia se desplazó. De forma oficial, se anuncia con el título correcto: “Se reintegra la base del rock n’ roll ecuatoriano”.
Su retorno es preciso, sobre todo cuando es inevitable dolerse por un país que se encuentra en punto de quiebre y las palabras ya no bastan para transmitirlo.
Tratando de encontrar el significado de lo que implica este regreso, Igor Icaza lo define “El deskubrimiento de la kura para el chuchaki”, y dice que el motivo de volver a escena es “la amistad profunda con Franko Aguirre y nuestro sentimiento de total kariño a Paúl Segovia”.
De regreso en Kito, un día komún entre semana, la plaza del teatro deja a un lado su quietud y aparente soledad, para dar acogida a rockeros de todos los rincones de la capital. Una llovizna constante se vuelve invisible ante los ojos de los espectadores y sirve como perfecto acompañante para dar inicio a este encuentro.
Cuando llega la hora, rueda un video el cual rinde tributo a Paúl Segovia, varios versos de Peky Andino. Luego, los primeros sonidos mileteros chocan con el público. Franco, Igor y Luís Enríquez son quienes comandan a los asistentes a corear alienado temas como Mal común o Débora. Indicando que en ese momento la historia del rock ecuatoriano está cambiando, mientras se cierran las heridas y se las trata de sanar de la única forma que es posible: seguir siendo libres.
Mientras pasa la noche se puede presenciar a un Hugo Idrovo enardecido, gritando “Mileto ya volvió” acompañado de miles de voces llenas de euforia. Cuando llega “Aguanta”, se produce una catarsis inmediata, el eco envuelve y estremece para solamente parar cuando termina la cita.
Varias semanas después, en el Itchimbia, bajo condiciones similares la banda de los hornos se presentó en el QuitoFest, dando por sentado que esto fue solamente el inicio. La prueba es la total unidad de esta nueva alineación, ya que Luís Enríquez (Lucho Pelucho), no resulta extraño ante Mileto “Siempre estuve vinculado de alguna forma con Sal y Mileto, lo estoy y lo estaré, pues mi vínculo con la banda es de espíritu.” Comenta.
Mientras pasan los días en la ciudad, la banda de la moska de plata tiene nuevos rumbos entre los cuales el próximo será el festival FIMU en Belfort (Francia) a finales de mayo acompañado por varias presentaciones en algunos países de Europa.
Así, Sal y Mileto sigue tomando la posta de la vanguardia, volviendo a ser la punta de lanza del designado rock libre ecuatoriano, justo cuando la irreverencia es más necesaria ante una generación que reclama ser recuperada, que pide frenéticamente futuro.
Por: Darío Granja