No juegan pelota. Nunca lo han hecho. Nunca lo harán. Cuando los otros niños jugaban pelota, Los Ultratumba escuchaban Los Toreros Muertos a todo volumen. Ponían los parlantes en las ventanas. El dato era ultrajar la tranquilidad del prójimo todo cuanto fuera posible. Cuando los otros niños se hacían los galanes frente a las niñas, y las invitaban a pasear bajo el atardecer y a endulzar la vida tomando helados de tutti fruti, Los Ultratumba pasaban por ahí eructando y diciendo malas palabras. Los Ultratumba son esos manes de los que uno quiere ser amigo porque, de lejos, parece que hacen lo que les da la gana, que no tienen ni Dios ni ley, ni padre ni madre ni perro que les ladre. Cuando Los Ultratumba decidieron tener una banda de punk, no fue para conseguir peladas, sino para asustarlas y sabotear sus fiestas de quince años.
Los Ultratumba son la banda que todo adolescente confundido necesita. Si no eres guapo, rubio, popular, tuco. Si andas más chiro de lo que creías. Si no les caes bien ni a las mamás ni a las tías ni a las primas ni a las hermanas. Si las abuelitas del barrio se juntan por las noches para planear tu asesinato. Si cada vez que tocas guitarra tus viejos te piden que calles ese ruido infernal. Si no te mamas una fiesta llena de peladas bailando Fausto Miño. Si odias el perfume y el gel y las camisas manga larga. Si la última vez que escuchaste a alguien tocando Ricardo Arjona le entraste a patadas. Si te acuestas tarde y te levantas tarde. Si nunca en la vida te piensas poner un terno. Si prefieres las pastillas a las hamburguesas y las cervezas a las abdominales. Si no te has bañado en una semana. Si vas donde la chupa te lleve. Y si todos los domingos despiertas con taquicardia, al borde de la muerte, y el lunes vuelves a los malos pasos, Los Ultratumba son la banda sonora de tu vida.
La música pasa a segundo plano. El trío guayaco es una instalación artística. Un happenning de apetito insaciable. He estado en varios de sus conciertos, en Guayaquil, Quito y Portoviejo. He visto gente que no puede con ellos y sale corriendo despavorida, ofendida, cubriéndose los oídos con las manos. He visto gente que se les quiere ir encima y partirles la cara. He visto gente deslumbrada, tocada, bendecida y felizmente manoseada por las puercas manos de Los Ultratumba. He escuchado decir que son una banda de culto y que son la peor banda de toda la historia. Jamás he visto un público indiferente, que es mucho más de lo que puedo decir de la mayoría de bandas de este país.
Los Ultratumba son una experiencia, un momento, el primer trago de la noche o ese trago del estribo, el maldito, que te manda barranco abajo, sin frenos. Tocan duro, rápido. Te dicen las cosas como son, en tú cara. No tienen vergüenzas. Son vulgares y batracios a propósito. Sus canciones se llaman, por ejemplo, “Sin sacar”, “Sin condón”, “Quiero matar a tu padre”, “A mis panas los botan de las fiestas” y, cómo no, “Soy horrible”. Odian las metáforas. Dicen que su público, su verdadero público, es el de la Martha Roldós, donde tocan en sitios de paredes negras que sudan y huelen a bazuco. Aman incomodar al resto. Sueñan con tocar en el hospital psiquiátrico Lorenzo Ponce, mientras los internos saltan los muros y se escapan.
Los Ultratumba arrancaron en 1996. Ya son un clásico, aunque muchos aun no los escuchen y prefieran un mundo sin ellos. Este año planean sacar disco nuevo, bajo el sabio título “El rock te paga con rock”. Los Ultratumba no van a entrar al cielo. Tampoco al infierno, no creo que Satán los soporte.
Por: Juan Fernando Andrade / culturab.blogspot.com – El Comercio