Me quedé con la ganas de ver a los TXK, los debutantes en un escenario tan grande como el del Quitofest; afortunadamente los he podido ver en otras plazas y sé de su feeling sobre las tablas. Recibí buenos comentarios de su actuación a pesar de la poca audiencia que tuvieron, es una banda que en su estilo va para arriba, bien por ellos.
Estimo que The Fever Machine tuvo la misma poca audiencia y, con lo desconocida de su propuesta, a lo mejor vieron pocas caras de felicidad. Arribé a la mitad de la actuación de las chicas de The Cassettes. La expectativa que había levantado esta banda en el festival era enorme, y pienso que no decepcionaron. Su primera vez en un mega-escenario fue jovial y espontánea, destaco la actitud de la cantante que a ningún momento paró de moverse y animar a la gente, además del desenfado de la bella baterista, que transmite fiereza y gracia al mismo tiempo; ojalá se mantengan en esa línea y no adquieran “poses”, pues están alcanzando relevancia gracias a su atractivo musical y personal.
Reptil es una banda sugestiva que con su propuesta de funk electrónico y algo de bits latinos me sorprendieron, pero más de uno puso una cara de extrañeza mientras actuaban (lamentable, pues el segundo día del festival, el día “alternativo” está hecho para la diversidad) De hecho, el lema de esta edición era “Yo rockeo la diversidad”. Reptil pasó por el festival sin dejar demasiado revolú, quizá un escenario más pequeño es por ahora el ideal de esta buena oferta desde Colombia. Fue el turno de Cadáver Exquisito.
Con su llamativa puesta en escena, que incluía indumentaria y buena música, destaco a esta banda guayaquileña como lo mejor de este segundo día. Era la primera vez que los escuchaba en vivo por primera vez y me enganché. Es cierto que, quizá sin esta reciente parafernalia “indie” que impera en el ambiente, su música podría sonar excesivamente pop, además no es nada que ya no se haya visto antes (me recordaron a pasajes de MGMT o Empire of the Sun) pero no es menos cierto que la adornan con mucha energía, excelentes arreglos y una buena voz del cantante, fácilmente podrían adquirir notoriedad a nivel internacional por todos sus bien ganados pros.
Sobrepeso volvía a los escenarios de manera abrupta pisando las tablas del Quitofest. Luego de muchos años de no haberlos visto el público los recibió con extremo cariño. Las agendas de los integrantes coincidieron, reagruparon la banda y descargaron sus temas clásicos, recuerdos por miles abarrotaron el lugar, y no es para menos con la trayectoria de esta banda pionera –en los noventas – del nuevo rock nacional. A pesar de los años sonaron excelente y Renato Zamora tras las cuerdas es algo digno de ver en vivo.
Puedo decir (y no creo ser el único) que desde la primera vez que los vi hasta el día de hoy, no he visto un show malo de Guardarraya y este, por alguna extraña razón tuvo un tinte nostálgico, sonaron impecables como siempre y presentaron nuevos integrantes que le dieron mayor feeling a las canciones. Su música sin definiciones ni encasillamientos es una proposición sumamente original que ha calado fuerte en la gente, Guardarraya casi sin despeinarse fue sin dudarlo un punto alto en la fría tarde quiteña.
Me llamó mucho la atención el anuncio de la presencia de Los Chigualeros en el festival. Yo no considero a la “salsa” como un género de música independiente – lema del festival – a pesar de hacer mover a toda la concurrencia, sonar excelentes en vivo y de lo llamativo de su presencia en el escenario, yo habría preferido ver más bandas de rock independiente en Quitofest. La música es un lenguaje universal y es lo único que necesita la gente para bailar, sea el ritmo que sea sentenciaron en la rueda de prensa los simpáticos integrantes de la orquesta.
Soy muy tolerante en cuanto a música, pero el hip hop no es uno de mis puntos fuertes, sin embargo el despliegue musical, visual, artístico de Guanaco es digno de resaltar. Apoyado de banda en vivo (y no de simples pistas) bailarines y coristas, la fiesta hip hop tuvo su maestro de ceremonias perfecto. Este artista ambateño se ha convertido en un referente y lo bueno es que no se queda en una pose de “estrella” por todo lo que ha aportado al género, sino que cada show evoluciona. Magnifica su presentación. Era hora de lo que todos esperaban.
Panteón Rococó desde 1995 ha ido adquiriendo fuerza con los años, y una vez que esa energía acumulada se desata en el escenario es imposible no sentirse arrollado por un vendaval de fuerza latin ska 3rd wave. Estos mexicanos pueden hacerte saltar durante horas, quienes gustan del Ska se hallaban extasiados y quienes solo querían verlos por curiosidad saltaban más alto aun. El Dr. Shenka había llegado a reclamar vítores y estas no pararon durante sus casi dos horas de música. Missael Oseguera el saxofonista es otro frontman que no para de moverse y arrancar gritos en el sector femenino de la audiencia, su carácter pone un punto más a la actuación. Al finalizar su show con su éxito ‘La carencia’ más de uno mencionó haber vivido el máxime en presentaciones acaecidas en el escenario del Quitofest.
Otro año, otro festival. Reflexiones: la requisa en la entrada casi raya en lo absurdo (no he visto algo así en ningún otro festival aquí o fuera del país), el escenario y la infraestructura tiene un punto a favor, estuvo espectacular, hubo más gente de la que esperaba a pesar de que el cartel se sugería poco llamativo, y la organización al parecer ha pulido algunos detalles, espero que siga mejorando.
Ultramotora radio on line, estuvo presente con un despliegue que nos deja satisfacción por lo cumplido. Gracias a todos los compañeros que dieron una mano y que estuvieron presentes cubriendo el evento, ellos saben quiénes son.
Esperemos que la audiencia siga colaborando por hacer cada vez más grande este festival y nos de la satisfacción de ir no solo porque es el “único” de esta magnitud que tiene el país, sino que de verdad lo que veamos allí sea simplemente inolvidable.
Por: El Musikologo / Foto: Darío Granja