octubre 10, 2011

EL CARPAZO: Música bajo techo

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elcarpazoheaderParecía una buena fórmula, sencilla pero ganadora: juntar en un mismo escenario a varias de las bandas más populares de una escena musical diversa. Sin embargo, la fórmula no obtuvo la suficiente convocatoria como se esperó. Ansiosos jóvenes llegaban para formar parte de este concierto denominado “El Carpazo”, que anunciaba en el cartel a Sudakaya, Sal y Mileto, Rocola Bacalao y Mamá Vudú, apoyados con la presencia de otras bandas que vienen terciando su espacio a través de buena música para ganar muchos adeptos: Humanzee, Cadáver Exquisito y Spitual Lyric Sound.

El concierto estaba anunciado para las 12h00. Poca gente y poco ánimo en ese momento, «es cuestión de 30 a 60 minutos para empezar», me dijeron. Mientras tanto aproveché para hacer de ciudadano y pararme en una de las interminables filas bancarias. Cuando volví luego de los 60 minutos acordados, el contagiante ritmo de Humanzee ya podía escucharse al unísono con el estruendo de las turbinas de los aviones que pasaban constantemente sobre nuestras cabezas (el recinto del evento está ubicado al pie del aeropuerto de Quito). (A última hora anunciaron la presencia de la banda Dimitri Bollocks, pero desconozco si abrieron el evento) Me coloqué a un lado del escenario y me dejé llevar por las armonías repletas de funk, electrónica y goce que disgregan los Stereo Humanzee, apoyados esta vez por el ex Motozen Alejandro Naranjo, quien tocó la guitarra. Algunos temas conocidos, y una actuación más bien corta, tuvo su toque especial en la colaboración de la banda con las cantantes del grupo Munn, una magnifica canción que arrancó algarabía de las cerca de quinientas personas que, calculo, habían llegado hasta ese momento. Con esa propuesta tan alegre, Humanzee están en camino de ser un icono del ritmo dentro esta nueva escena musical.

carpazo01Cadáver Exquisito nos trajo desde Guayaquil una cortísima performance: trajes con llamativos colores y canciones que de a poco se están insertando en la gente. Fue la segunda vez que los veo en vivo y siguen pareciéndome una banda con mucho potencial, aunque esta vez tuvieron un problema con su guitarrista y no sonaron a plenitud, cumplieron sin despeinarse y la gente cantó, fin de la historia.

La primera banda “grande” salía a escena. Sal y Mileto despiertan encontrados sentires, están los nostálgicos (como yo) que los vimos en sus inicios, y está la nueva camada de adeptos casi adolescentes, que buscan mitigar sus arrestos con el poder que es capaz de desplegar este grupo. Un set que se viene repitiendo en sus últimas actuaciones no me trajo sorpresas, quizá lo único especial fue que pudimos ver a Zak Icaza en la batería, el hijo del único miembro original de la banda de los hornos, el – ahora – cantante Igor Icaza. La inclusión de Zak no solo le da un sonido mucho más clásico (el estilo del hijo es exacto al del padre, al interpretar con sobriedad, potencia y precisión el instrumento) a Sal y Mileto, sino que le da un atractivo adicional, al ver una nueva generación de músicos y publico mixturándose en uno, y perpetuando esta historia del rock, para algunos un tanto venida a menos.
Exceptuando el tema “Aguanta”, que pienso cumplió su ciclo y su cometido durante tantos años, sigo disfrutando de los temas viejos, de hecho el mejor momento fue la interpretación de “Resplandor”; sin embargo, pienso que es hora de una renovación en el repertorio, para ello la banda tiene demasiado material de donde escoger, por otro lado los temas nuevos son musicalmente una tromba, pero adolecen de ese elemento poético que fue el origen de la banda (creo que esto ya lo he mencionado en alguna otra reseña). Los “nuevos” Sal y Mileto son, quizá, más rock libre que antes, y las canciones históricas aún hacen que la gente tenga ganas de algo de “mosh”. Sigo respetando a esta banda como lo que es: una leyenda.

¿Qué puede hacer un grupo que tiene casi veinte años de trayectoria y uno de los discos más influyentes de la escena nacional? Salir y divertirse junto a la gente. Mamá Vudú ha llegado al punto de hacer shows sencillos con canciones importantes, que son disfrutables y que dejan satisfecho a la mayoría, incluso esta vez se dieron el lujo de ofrecernos una versión del clásico “Estación Polar”, que fue recibida con beneplácito, un show sin sobresaltos y sin monotonía, muy al sobrio estilo que han adquirido los Mamá Vudú, lo que me hace pensar ¿Cuál será el siguiente paso en la carrera de la banda, y qué horizontes musicales les depara? El tiempo me dará la respuesta.

carpazo03Mientras me daba un respiro en las afueras de “El Carpazo” luego de visitar los stands de comida, adentro se podían escuchar las primeras canciones de Spiritual Lyric Sound. Es impresionante ver cómo ha crecido la aceptación hacia este grupo relativamente nuevo que mezcla algo de reggae, algo de dance-hall, funk y hip hop. Calculo que para ese entonces, un poco más de mil doscientas personas se veían disgregadas en el interior de la estructura, una gran carpa negra que podía albergar a cuatro mil, coronada en el interior por un escenario lo bastante grande como para mirar las incidencias desde cualquier punto de la estructura. Caía la lluvia en la capital pero en el interior de “El Carpazo” la fiesta se prendía, y los Spiritual hacían cantar a un público entregado. El hip hop no es el género que más disfruto, pero el ímpetu y el carácter de la banda hacen que uno se mueva casi involuntariamente al ritmo que proponen, al fin de cuentas unos saltos, sonrisas, gritos y algarabías a nadie le caen mal, ¿no es así? Spiritual Lyric Sound amalgaman un público diverso que los apoya incondicionalmente. Buena actuación.

A continuación fue el turno de las bandas con más seguidores en el país. Primero fue Sudakaya que, gracias a su reggae style, han cosechado tantos adeptos que se hacen incontables los gritos cuando salen a escena. El cantante, Guanaco, es un frontman probado y con tantas tablas que no le hace falta nada de esfuerzo meterse al público en el bolsillo. Canciones muy recordadas (Súper Girla) y otras un tanto más nuevas (Salgo) desfilaron una tras otra y nadie podía dejar de saltar; a estas alturas, el cansancio me empezaba a atacar y las canciones me empezaban a sonar tan similares que tuve que hacer un stop y darme un espumoso respiro fuera de la estructura, pero no era difícil adivinar que la fiesta continuaba adentro a ritmo de reggae dub y algo de ska. Los años siguen pasando y al contrario de lo que podría pensarse la gente no deja de recordar a Sudakaya, parecen esperar con ansias su siguiente concierto. Y ese mismo fenómeno acontece con la banda que cerró la jornada: Rocola Bacalao.

carpazo02Un poco extraño no ver a los dos insignes creadores del concepto de la banda más “chimba del país”: el guitarrista y cantante Iván Mendieta y el bajista Paolo Moncagata, pero de la extrañeza a lo musical no hay un resquicio de diferencia, la banda suena tan extravagante como siempre y tan contagiosa como nunca. Hay espacio para el ska, el rock, el dub y hasta la música de “banda” a lo ecuatoriano, hay espacio para los gritos, para un repertorio incansable de clásicos y para admirar que calidad musical les sobra a este grupo de “freaks” que crecieron con las lides y el calendario sonoro, de tocar tanto y para tantos, que no es nada nuevo ni sorprendente ver cómo la gente baila y corea todas las canciones por más descabelladas que parezcan las letras. Cierre del evento, con baile total.

¿Es una odisea levantar un espectáculo de proporciones tan grandes? La respuesta es obvia, pero propuestas como “El Carpazo”, que llegan a ofrecer un espacio dotado de buena infraestructura y con un excelente sonido siempre serán meritorias. Quizá hubo menos gente de la que se esperaba, pero asumo que se debió al elevado costo de la entrada; para nuestro medio tomando en cuenta que se trataba de un evento de bandas locales – aunque estas sean aquilatadas – quizá hubiese sido más sabio bajar el costo del boleto a favor de una mayor asistencia, y repito “quizá”, pues lo dice alguien que siempre fue muy malo con las matemáticas, pero muy alentado para disfrutar la buena música.

Por: El Musikólogo / Fotos: Azulita Cobos

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