Por: Pablo Rodriguez | @pablesrock
Corría junio de 2007, en un aeropuerto estadounidense se encuentran dos tipos que, sin mediar palabra, se entrelazaron en un abrazo fuerte, luego, apurando el paso, se aproximaron a un vehículo con el que se perdieron entre el tráfico. Al llegar a casa, un pequeño se acerca a uno de estos tipos, lo mira entre incrédulo y expectante, duda un momento hasta que se atreve a preguntar ¿tú eres el tío Igor?… ¡Sí!
De esta forma se rompía una áspera y larga enemistad que, desde 1996, separó la vida familiar musical de los hermanos Max e Igor Cavalera, hecho que marcó a toda una generación de rockeros que se criaron con un recorrido sonoro que empezó con el metal extremo de placas como Morbid Visions, (1986), pasando por la conjugación pura de este género en Arise, (1991), hasta la fusión del metal con ritmos tribales brasileños en Roots, (1996).
El feliz reencuentro vivido en 2007, y la necesidad de Igor y Max por seguir unidos a través de la música, les hizo confabularse en un grupo que tenía muy clara su intención, volver a crear música basándose en los sonidos que tocaron en los ya lejanos años ochenta y noventa, prodiga época a la que Max la considera como “Una etapa muy buena dentro de mi carrera musical”. El primer resultado de esta aventura fue “Inflikted”, un disco que en su momento no tenía muchas expectativas hasta que compusieron “Blunt force trauma”, ambos trabajos mantienen un dejo thrash death que “Me dejó con mucha satisfacción” como lo destaca el guitarrista residente desde hace muchos años en Phoenix.
El éxito que ha tenido esta banda se basa en lo que Max considera un sentir mutuo con los fans, “El estado actual del mundo muestra que en muchos países aún existe el caos, la guerra y la injusticia social, parece que el público siente lo mismo y por eso sigo sintiendo esa retroalimentación brutal que muestran los fans con el metal agresivo que tocamos”. Parte de este sentir Max lo vivió hace unos años, cuando estuvo en apogeo una ley anti migrantes en Arizona, “Esta es una ley estúpida, que por no tener papeles permite que te humillen y te maltraten. Mucha gente ha sufrido por esa ley, y por eso se han visto reacciones que van desde manifestaciones hasta posiciones que han tomado varios músicos con quienes se ha decidido no tocar en ese Estado”, comentó en una entrevista en 2011.
Todo lo que significa el trabajo realizado por Igor y Max Cavalera responde a un proceso que no se diferencia del que han seguido todos los artistas reconocidos dentro de la “música agresiva”, como denomina Max a sus canciones, por eso tiene toda la autoridad del caso para dejar estas certeras palabras, sobre todo, a las bandas jóvenes: “Solo hay una cosa que les puedo decir, ensayen mucho, luego aprendan todo lo que puedan del ‘garage’ (autogestión, conciertos pequeños, equipos básicos), y cuando empieces a crear cosas propias, escucha sugerencias, especialmente de gente cercana a ti, finalmente debes perseverar mucho. Nosotros hicimos eso y es lo único que nos permitió salir de Brasil al mundo”.
Aquel abrazo dado en 2007, se ha convertido en uno de los más sólidos en la escena del metal mundial, porque su efecto dura hasta hoy, siete años después, dos discos editados como Inflikted y Blunt force trauma, y otro, Pandemonium, próximo a lanzarse el 31 de octubre.