Hay discos que probablemente (y ojalá me equivoque en este caso) jamás van a ser masivos, ni siquiera populares, incluso dentro de un circuito alternativo y eso no les quita su trascendencia ni calidad. el Rey de la Velocidad, primer «larga duración» de los Gatos Zombies (Quito 2009 – hasta ahora) es uno de estos.
Son muchos los elementos que lo hacen trascendente pero quizá el más importante es que en esta bucólica, pastoral, costumbrista, opiácea y abombante, (eso si, profesionalizada, achocolatada y semi virtuosa) escena alternativa contemporánea local, en la que lo más interesante que se ha hecho últimamente tiene que ver con bandas en las que ni siquiera se canta, o que se referencian directamente en géneros que están con un pie en los años 50, necesitamos de gente como los Gatos Zombies que nos recuerden de un carajaso para que diablos se hace rockanroll y qué mismo significa ser independiente como músico joven, rabioso y capaz de cuestionar todo lo que supuestamente tiene sentido, pero que a la final de cuentas es un juego de venda en los ojos, ligaduras en las extremidades y miembro/s.
El Rey de la Velocidad es eso, un “Dragster” un disco que empieza a toda, con fuerza y el acelerador hasta el piso y solo se acaba porque no quedan más temas, porque el combustible de cohete se acabó o en una metáfora más futbolera, este disco es un equipo hecho solo de nueves, sin un solo volante que le ponga pausa, sin un arquero que ataje la bola y la duerma un rato antes de ponerla en juego, ¡todos al gol! Esto no necesariamente es bueno, dependerá de las circunstancias bajo las que se lo mire, ya que a veces hasta en los momentos más animados es rico poder pegarse un descanso, apreciar otros aspectos de una banda. También, podría ser un poco más variado el repertorio melódico/técnico/histriónico del vocalista, el que a veces puede resultar contradictoriamente monótono y repetitivo en un disco que no tiene ni un poco de aburrido. Podrá decirse que el Psychobilly es mezcla de Punk y Rockabilly y por eso está cantado en ese monotimbre, en esa monovelocidad, pero no compro esa idea. Ya es hora de trabajar más en los vocales, porque solo podemos ganar todos con eso. Y son pequeñas cosas que podrían mejorar, pero que no opacan un disco rudo y crudo, que va a su punto: diversión, transgresión, rockanroll. A momentos la banda no suena tan amarrada, ni solida, pero qué diablos, a lo largo del disco, siempre da ganas de bailar, y eso es lo que cuenta…
Destaca la coherencia sonora de los instrumentos con el estilo, en el que si yo hubiera podido escoger, hubiera puesto un poquito más de graves, ya que el contrabajista, José Jaramillo sabe lo que hace, con un contrabajo percutivo realmente interesante.
No se si estoy tan de acuerdo con la mezcla y el master de Philip Doyle (Guitar Slingers, ex-Klingonz, ex-Mad Sin, ex-Demented are Go y más), dueño de Diablo Records y en palabras de la banda, “uno de los personajes más representativos de la escena Psychobilly a nivel mundial”, pero, yo no soy una eminencia mundial del psychobilly, así que supongo que quién sepa apreciará mejor que yo.
El Rey de la Velocidad es el primer LP de Psychobilly hecho en territorio nacional y es algo grande para una banda que no empezó a trabajar ayer y que espero no pare, porque ir a sus conciertos es de lo más divertido por acá. Además, su portada es un tatuaje (el arte del disco fue realizado por Juan Rodríguez, tatuador del Diablo Loco Tattoos), lo que ya es una declaración de principios.
A mi entender, Gatos Zombies están definitivamente en una “escena” alternativa a la «escena alternativa» local, la que hace infinita falta y a la que debería prestarse más atención, ya que a la final de cuentas eso de hacer música no mainstream debería incluir la capacidad de transgredir, decir cosas, llamar a que todo se vaya al diablo, aunque sea a bailar de formas poco confesables y no llevarnos por caminos predecibles, domesticados y creo que esa es la propuesta de Los Gatos, alejarnos del tedio, ¿o no?
Gatos Zombies son:
Sebastián Escobar ( Guitarra y Voz)
Danilo Salazar (Guitarra principal y coros)
Diego Maldonado (Batería)
José Jaramillo (Contrabajo y coros)