Paola Navarrete: “Tal vez tengo que dejarme de huevadas y dejar ser la persona pop que tengo por dentro”

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Paola Navarrete

Con Polyhymnia, Paola Navarrete traza su carrera, que cada vez más conecta a su forma de ser dentro y fuera de los escenarios, mientras acepta crisis, vive silencios y crece en pareja.

Texto y fotos: Adrián Gusqui

No responde mis mensajes ni mis llamadas. Son las 16:00 y el viaje se vuelve cansado. Su casa se esconde en un laberinto de calles iguales, con avenidas que se inspiran en apellidos de poetas. Me llama treinta minutos después, no encuentro dónde vive. “Te mando la dirección otra vez”, me dice. Estoy a medio kilómetro.

“Casi nunca uso el celular, a veces me desconectó hasta tres días”, me contará después. Vive con su pareja y sus amigos. Me recibe con un abrazo, echando al piso esta idea crepuscular del contacto físico en pandemia. Camina con una ligereza que es imposible no creer que tiene bien aceptado esto de que es una rockstar. “Con esta ropa me siento Madonna”, dice. Me lleva a la cocina y advierte con su mano que se pondrá a fumar en toda la entrevista.

Hace frío y es de tarde. Es la primera vez que me siento con Paola a hablar de esta forma, antes nos hemos cruzado un cómo estás y unas cuantas sonrisas para algunas fotos en los conciertos de La Máquina Camaleón, donde toca los teclados. Le sorprende que mi libreta tenga todo lo que ha dicho en otras entrevistas, se ríe con ese detalle. Le gusta hablar en persona, que odia los celulares y las llamadas de dos horas, me cuenta.

Paola Navarrete

En su hogar, alejado del ruido de la ciudad, en el norte de Quito.

“Yo a veces quiero salir en las entrevistas fumando y me dicen ‘no fumes’. Me contengo mucho. Me digo que ‘no Paola, no puedes decir malas palabras’. Creo que con malas palabras puedes tener mejores respuestas. Yo soy así, mal hablada”.

Conversamos con varios ruidos de fondo, la ventana que golpea por el viento, golpes de construcción de su roomie y varias personas entrando a la cocina.

No se escucha ningún instrumento pero hay un ambiente intenso. Ha lanzado hace poco su último sencillo, Polyhymnia. Canción que le ha causado el repensar este hecho divino de la inspiración y el trabajo bajo presión de los deadlines. “Hice muchas canciones y ninguna me gustaba, no le encontraba la vuelta, estaba abrumada. Una madrugada yo estaba en el cuarto y estuve dos semanas enteras escribiendo a cualquier hora en el piano, tratando de encontrar algo. Y cuando saqué esto dije: ‘hijueputa, ya la tengo, al fin’. Me acuerdo que vi al cielo y me dije, ‘¿por qué te demoraste tanto?’”, agrega que en ese momento lo sintió como un destello. “Me vino esta huevada, ¿me entiendes? A partir de eso me puse a pensar sobre su significado”.

Tomó de influencia a la musa griega Polimnia para expresar ese destello al cual se refiere. Le cayó como coincidencia que ambas usen vestiduras blancas y poses de relajación. Luego de una investigación sobre la musa, se dio cuenta que tal vez todo cuadraba de forma inconsciente. De esa misma forma es que buscó a su hermana, María de los Ángeles, para que pinte la portada; y a Sebastián Jaramillo, para que funja como su fotógrafo.

Todo se volvió un trabajo inmensamente independiente. Hasta los recortes digitales corrieron a cargo del conocimiento en Photoshop de Navarrete, quien prefiere evitar todo el proceso engorroso de encargar a alguien partes de su proyecto, al menos ahora. “Eso me ha dado la pandemia, tratar de ser recursiva. Eso me ha gustado mucho. Me pude dar cuenta que, a ver, me gusta mucho colaborar con artistas porque me parece súper lindo, pero en este sentido y en este momento no se pudo dar. Me tocó a mí ponerme las pilas”, me cuenta.

Con pocas palabras puede decir que la nueva canción, que no fue de gusto de todos en cuanto a su nombre, es una “carta de amor y reclamo a la inspiración”. También es un guiño a la Paola adolescente, que no tenía en mente componer letras en español y se influenciaba de todo menos del pop.

A: En Polyhymnia esto tal vez puede ser un reclamo a tu pasado…

P: Tal vez.

A: Porque en tus inicios cantabas en inglés y ahora lo vuelves a hacer.

P: Mira, yo te voy a contar algo. Cuando empecé con The Buffands (su primera banda) yo cantaba en inglés porque era lo que para mí era natural. Porque para mí hasta cierta edad no había más que eso. Sabía que había Ricardo Montaner o el show de Bernard. Pero yo crecí aprendiéndome canciones de Los Beatles, Pink Floyd, James Taylor, cualquier cosa que escuchaban mis papás. Yo hacía canciones y la verdad es que no encontraba palabras en español, ni me lo preguntaba mucho, simplemente para mí era así y ya. Cuando comenzamos a tocar en vivo, en el 2006, muchas bandas sólo cantaban en inglés, pero yo veía a bandas como Niñosaurios y pensaba ‘porque no puedo hacer algo así’. Mucha gente empezó a hacerme esa pregunta, ‘¿por qué canto en inglés?’ y yo respondía: ‘yo que sé, porque sí, porque eso es lo que me gusta y no me puedo forzar’. Tenía 16 años y les decía ‘¿qué te importa cómo canto?’. De repente lo pensé bien, soy de Ecuador y ¿por qué canto en inglés? Me forcé a cantar en español, me forcé. Porque lo quería hacer, obviamente.

En este proceso de regreso y aceptación, se encuentra un detalle especial dentro de su desarrollo artístico, y es la separación de ella y su personaje artístico dentro y fuera de los conciertos, además de las etiquetas constantes sobre su trabajo en base a comparaciones.

A: Durante tu carrera has estado muy bombardeada por comentarios negativos o comparaciones con Natalia Lafourcade, Julieta Venegas y más. ¿Cómo llevaste todo eso?

P: He aprendido a dejar ir toda esa mierda. Era bastante fastidioso que todo el mundo quiera comparar lo que hago con lo que sea. Al principio era ‘¿POR QUÉ?, ¡ya!’. Me decían que ‘cantas como Julieta Venegas, como Natalia Lafourcade’ y no sé ni quien más. Al principio sí me molestaba, no te voy a mentir, pero entendí que es una necesidad que todos tenemos, agarrar esto a algo familiar, pero la verdad es que ya me tiene sin cuidado.

Esta situación se repetiría en el curso de la pandemia, que pausó por un tiempo el proyecto de Paola por una supuesta polémica con su canción Los Ojazos de Mi Negra. En la coyuntura mundial del Black Lives Matter, usuarios en redes acusaban a la cantante guayaquileña de haberla creado con intenciones racistas. “Fueron como dos comentarios”, me dice. “En pandemia fue muy fuerte esto. Estaba muy susceptible sobre toda la mierda que estaba pasando y salían cosas muy negativas todo el rato. Yo nací en una casa privilegiada, con todas las cosas lindas y, bueno, negativas también. Si yo me pongo a hablar sobre la injusticia, sobre la raza, obvio puede parecer un poco superficial porque yo no las he vivido, pero no significa que yo no sienta empatía por eso. Cuando me llega este comentario fue como ‘¿será?, pero yo no lo hice así’. Comencé a tener este caos en mi cerebro, estaba sensible y perdí mi centro. No me quise poner en ese plano de ‘¿qué hablas chucha?’. Porque yo nunca hice una canción con ese objetivo”.

La canción, que se influencia de un gusto del abuelo de Paola por Los ojazos de Mi Negra de Francisco Spaventa, se convirtió en una causa para el alejamiento brusco de Navarrete de las redes. Una bomba de tiempo que en algún momento tenía que explotar. “Me hicieron pensar mucho y es lo que siempre hablaba en la pandemia: que la gente no entiende lo fuerte que son las palabras, en este juego de siempre estar en el ‘me vale verga todo lo que me digan’ que me parece una buena postura, que te resbalen los comentarios. Es válido y lo he hecho durante muchísimo tiempo pero llega un momento en el que me pregunto, ¿por qué yo no puedo decirte lo que a mí me parece? ¿Por qué se supone que soy débil si yo te digo a ti lo que me está sucediendo? Pareciera que a nadie le pasa nada malo y que todo está bien y no se habla mucho de lo que sientes o piensas por temor”.

A: Luego vino este silencio de redes, ¿pensaste si seguir o no con el proyecto?

P: A mí esto de tener seguidores, fans, es hermoso pero todo ese juego de las redes sociales no soy fan, yo sé que lo tengo que jugar, estoy metida en esto.

A: Pero, ¿repensaste lo del proyecto?

P: No no, pero si fuera por mí no tuviera celular o Instagram y sólo haría mi música. Tienes que estar preparada a que la gente hable de ti, pero va a llegar momentos en que ‘chucha ya, ¿qué pasa?’.

Le digo que “despersonalizarse de los seguidores es un actitud bastante pop”, debido a que Paola ya ha encontrado un camino que no la rebasa. “Si no subes una foto tuya, a la gente no le interesa”, dice con cierta ironía. “Si yo subo una foto de esta ventana (señala la ventana de la cocina) y pongo ‘la música es la ventana de la felicidad’ o cualquier pendejada: 200 likes. En cambio pongo una selfie: 3000 likes. Si queremos hablar de otra cosa es complejo. Me acuerdo que me tomé una foto en el baño con un sostén y escribí ‘AHORA QUE TENGO TU ATENCIÓN, lee lo de abajo’. ¿Quieres una foto mía en tetas? Bacán, pero mira lo que te estoy escribiendo porque es lo que me importa y ahí es cuando puedes jugar”.

También está el otro lado de la moneda, que no apunta necesariamente a vender una canción, que obliga a estar pegado al celular en todo el proceso de lanzamiento. “Hay días en que sólo quiero cerrar esto (Instagram) porque yo quiero hacer música. Que me des likes me vale verga, brother, si me sigues o no me sigues. A mí lo que me gusta es que la gente escuche la música, la otra parte es un narcisismo bien feo”, destaca la cantante.

Paola Navarrete

Paola en la sala de su hogar, donde comparte casa con amigos músicos y su pareja. 

Cuando Paola Navarrete se presentó en El Carpazo, el distintivo de “la reina” dentro del circuito alternativo se convirtió en un determinante para referirse a la artista. Ahora, eso se aleja mucho del presente, ya que no pretende exagerar con las etiquetas. Su experiencia con esta etapa lo resume así: “Uy, brother. Eso fue un pito, porque yo entiendo de dónde viene y entiendo que no viene de un lugar negativo. De hecho, ese apodo me puso el papá de Raúl Molina y llegó a los oídos de Luciana (Musello) y de todo el mundo. De repente decían ‘ahí viene la reina’. Al principio me molestaba, decía ‘deja de decirme así’. Luego tiré la toalla, si quieres decirme así, dilo. A Noisey supongo que le pareció un buen título. Salió y yo como, ‘brother, que chucha’. Pero ya, tampoco puedes estar encima de lo que la gente te dice. Creo que nunca fue mal intencionado. A la final son palabras, vale verga”.

El primer disco de Paola, Ficción, reflejó un lado sensible, casi mellow de la cantante. Una mirada un poco errada de la personalidad fuera de conciertos de Navarrete. “Cuando creas un personaje en vivo casi siempre es al revés. Si eres tímido en la vida real, saltas al escenario y eso desaparece. Pero yo soy al revés, subo al escenario y soy como: ‘hola, soy Paola Navarrete (lo dice en voz de bebé)’. No es algo que actúo, sale porque me siento vulnerable en ese espacio y, claro, estoy cantando de esa forma y si sale algo mal de repente digo ‘chucha verga’, y la gente se caga de risa porque es muy raro. Por eso he tratado estar más presente en el escenario. Yo cantaba antes mirando al piso, no me gustaba nada, salía corriendo a llorar. Todo ha sido un desastre. Creo que cada vez he ido encontrándome en los conciertos”, me cuenta, sin dudar que la faceta más cercana a su forma de ser la vio en su último álbum: Verde Fugaz.  

A: En Verde Fugaz creo que te vimos más de cercana.

P: Sí, creo que salió una Paola más verdadera. Por ejemplo, Única salió en cinco minutos y muy de mí. No la estoy forzando para nada. Si me pongo a pensar, a veces… por ejemplo, yo fumo porque quiero dañar mi voz y esto es algo que no está bien, pero no me gusta que mi voz sea tan dulce. Cuando hice Verde Fugaz dije ‘voy a gritar todo’. Creo que en estas [últimas] canciones he podido experimentar más, con registros más bajos, ser más yo. Me gusta experimentar mucho. Tal vez tengo que dejarme de huevadas y dejar ser la persona pop que tengo por dentro.

A: Un colega me decía que deberías aceptar el pop y dejar de moverte como una artista indie.

P: Es que yo soy popera y nunca he tratado de mostrar a alguien que no soy popera, soy popera de corazón a morir. Pero hay una cosa bien oscura en mí y en Verde Fugaz tuve el momento de experimentar eso, porque yo soy fanática de The Mars Volta. Me encanta gritar como Fiona Apple, Juana Molina. Yo no me paso escuchando Katy Perry, brother. Yo aprendí a cantar gritando por Björk. Cuando hice Ficción me encantó pero yo sabía que tenía otro lado y lo tenía muy presente. Yo nunca pensé que era indie, la gente me metió ahí.

A: Fuiste parte de este boom Radio COCOA, debió ser por eso.

P: A mí me encanta el rock, me gusta mucho más que cualquier cosa que sea mellow. A mí lo que más rápido me sale son cosas que nunca escucharía. Si yo pusiera en shuffle y me saliera Ficción, creo que nunca lo escucharía. Yo creo, no estoy tan segura, pero creo que no lo haría.

A: Eres bastante crítica con todo lo que pasa en la cultura pero no te veo mucho en redes diciendo algo al respecto.

P: Sí, porque no me gusta meterme mucho, en ese sentido soy una persona que le gusta pensar más que hablar, porque creo que se puede quedar en el aire.

A: Tu papel en La MC, ¿cómo lo sientes al no ser el la frontwoman?

P: Yo no toco bien piano, brother. Pero después me puse a pensar que es lo más natural, de alguna manera siempre he sido parte de La Máquina Camaleón. Lo siento como eso, amigos que hacen música, mucha más libertad en el sentido que no soy una frontwoman pero hay más presión porque no es mi proyecto y si me jalo eso sería cagarla. Felipe confía en mí.

Las últimas noticias que recibimos de la guayaquileña es la de su casamiento, un balde de agua fría para quienes aún creen en la eterna juventud del circuito alternativo local. Paola se ríe cuando se lo pregunto, más o menos sabe que es lo más y menos importante ahora, pero de alguna forma explica que dejó de ser una adolescente. “Somos los primeros que nos vamos a casar del grupo grande de amigos”, me confiesa. “Lo que pasa es que toda mi vida, mi trabajo ha estado encima de cualquier cosa. Todo siempre ha rondado alrededor de esto”, me dice, ya sin cigarros en la mano. Que alguna vez abandonó hasta el matrimonio de su madre por tocar en El Festivalito, me cuenta sorprendida. “¿Debía experimentar algo así?”, se pregunta. Así mismo se responde: “¿por qué planeamos todo alrededor de esto si nadie sabe lo que puede pasar? dije ‘a la verga, hay que planear alrededor de nosotros’. Hay cosas que debes hacerlas si quieres que pasen”.

Se refiere a su pareja Sebastián como ‘Jarita’ -o más conocido como el baterista de La Tripulación de Osos- en varias oraciones de suerte y agradecimiento, “Ha sido bien lindo que podamos tener toda esta vida juntos, romántica, personal y musical. Mira, yo soy una persona bipolar, unos días mal y otros bien, no soy muy constante a veces. Él me apoya un montón, para cualquier cosa. Hay una fraternidad muy fuerte”, destaca.

Ella me dice que en algún punto quiere formar una familia y que será hora de enfrentarse con lo que verdaderamente importa. “Quiero tener hijos y no entiendo cuándo va a pasar esa huevada. Yo también tengo mi vida y quiero planear cosas para mí”.

Paola Navarrete

En retrospectiva, Paola camina con menos gravedad. Se ríe y transita por su casa mientras me enseña donde viven todos sus amigos, que a la vez son parte de su banda o del equipo de trabajo. Tiene planes dentro de todo el caos. Muchos de ellos enfocados en una familia futura o en su propio trabajo. En el tiempo de los 30, la cantante que radica en Quito hace varios años, después de vivir en Buenos Aires mientras estudiaba Cine, se plantea que el próximo año sea el decisivo en su vida y su carrera. Me dice que va a lanzar un disco con Mauro Samaniego y que también está haciendo música para una película de Javier Andrade, en la que ella actúa. También me cuenta que “algún día hará una película”.

Dice que hará conciertos en el sótano de su casa cuando todo esto pase. Que estamos invitados, propone. Al despedirnos se despereza mientras guardo mi libreta en la cocina donde hablamos. Mira mi cédula y se da cuenta que le soy nueve años menor. Me abraza y olvida de nuevo la pandemia. Sigue haciendo frío y se está yendo la luz del sol en Monteserrín. Veo un mensaje suyo enviado a las 16:26 en Instagram al llegar a casa, que dice: “me quedé sin batería, mi celular es una cagada”.

Escucha acá abajo a Paola Navarrete.

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