Gabriela, Ga o garobato. Escribir siempre es un accidente

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‘Cantoras todas: la generación del siglo 21’ es la última participación periodística de Ga Robles. Hablamos sobre esto con ella en una cafetería escondida de La Floresta y su historia en la escena alternativa, que inició hace ya una década.

Texto y fotos: Adrián Gusqui

Muchines y café. La cafetería a la que me lleva es un pasillo, casi un rincón escondido, de esos que Gabriela Robles -Ga desde este momento- conoce al dedillo, como si fuera una guía de aquel que no siente, vive y corre en Quito. Los detalles la describen. “Veo que miras a cada rato la grabadora”, me dice. “Es que tengo miedo que se apague”, le respondo con temor.

En redes siempre ha sido ‘garobato’, un homófono cercano al ‘garabato’, una explicación sencilla de Ga Robles, quien despista con una apariencia inevitable, a la que el sello de ‘periodista musical’ le hace justicia. Es como un intento artístico de varias influencias, desde su ropa, su forma de hablar, hasta las ideas a mil por hora que tropiezan por su cabeza. Es un rostro conocido dentro de la cultura alternativa en Quito, aunque se reconoce tímida, asunto que la contradice ante las más de cuatro personas que le saludan en un rango de 30 minutos en la pequeña cafetería en que estamos.

Fresca y relajada. Descansa sus gafas, esas que son inconfundibles en su rostro, que figuran de forma ascendente de centro a los lados. “¿Cómo empezaste en el periodismo?”, pregunto, “o más bien, ¿desde cuándo te metiste en esto de la música?”, corrijo. “Yo caí en él por una casualidad”, dice.

“Nunca soñé con ser periodista. Sí jugaba con el cepillo como micrófono y con mi prima hacíamos un noticiero frente al espejo todos los fines de semana, pero con la música tuve una relación más cercana”, cuenta. Viene de familia musical y dice haberse criado con una mezcla muy variada, entre radios religiosas, Los Beatles y The Carpenters. Otro detalle fue que su familia siempre se rodeó de música. Su madre tocaba el piano, las primas son músicas y su abuelo tocaba guitarra al igual que cantaba, este último en sus viajes por Latinoamérica traía música, herencia que recabó en Robles, desde cuando era bebé. “Yo estudié desde los ocho años hasta los 16 el piano, estuve en el conservatorio y desde ahí tuve un cruce con diferentes realidades, como gente que salía de huelgas colegiales y llegaban a ensayar pero tenían oído absoluto”.

Desde aquel momento de juntarse a la música de forma directa es que genera una especie de respeto en el trabajo de los músicos. Cuenta que “en esa época escribía bastante poesía”. “Yo iba a estudiar Ciencias Políticas pero en Quito no la había como tal, así que pensé en estudiar Derecho porque en ese entonces tenía un novio que lo estudiaba, pero entré y dije ‘ni vergas, esto no es lo mío’, ahí fue que tuve este vacío existencial”.

La Universidad San Francisco le abre la oportunidad de estudiar Relaciones Internacionales y Periodismo a la vez. Ese viaje académico la lleva a los inicios de Radio COCOA, donde toma valor esa experiencia adolescente con la música, la poesía y ahora el periodismo.  

Tras una experiencia que inicia en una sincera timidez sobre la carrera que estaba estudiando, se convierte en el rostro de las pastillas audiovisuales del #DebesCacharEsto de Radio COCOA, sumado a que pasaba tardes enteras escuchando música y recibiendo influencias de amigos y familia sin parar, “se me hacía fácil entender el feeling de alguien que escribía música”, me dice. El contar historias la describe porque es por donde más le agarró cariño a la profesión. “Sentir que fluye era bacán, así fue el comienzo, me emocionaba mucho contar historias”, sin embargo reconoce que “las jerarquías de antes en el mundo alternativo eran súper tajantes” para quienes iniciaban y que esa valentía por proponer no nació de la noche a la mañana. Nació por su inmersión en el mundillo.

“Nosotros (Radio COCOA) estábamos metidos en la ‘huevadilla’, generando cosas desde lugares diferentes. Luciana Musello desde la Publicidad, JJ Alomía desde el Cine, cuestionando el esnobismo artístico, y yo desde esta forma más formal de periodismo. Estaba en las fiestas y conciertos. Yo estaba en la huevada, yo incitaba a que salgamos. El único chance de estar dentro de esto era estar en la huevada porque muchas de las relaciones que haces en el arte las haces en la fiesta”.

Aun así, es clave la visión objetiva sobre ‘la escena’ como tal. “Siempre he sido opuesta a esta idea de la escena, porque me parece que viene concebido con un concepto de selección de clase”, dice.

“Es una escena que tiene una clase determinada, un tipo de música y estoy consciente de eso porque tampoco puedes abarcar demasiado o expandirte demasiado porque como proyecto tienes que ver a quien le estás hablando. Aun así había un compromiso y en ese sentido si me sentía periodista”

La cafetería va recibiendo a más desconocidos y otros que son un poco más conocidos para Ga. No pierde respuestas, hablamos sobre esta terminología especial de llamarle ‘escena’ a todo un conjunto diverso, dice: “es un circuito fácil de entrar, una vez que entras tienes un público asegurado, pero yo sí creo que los públicos son muy diferentes y deberíamos pensar como esas diferencias podrían abrir posibilidades nuevas incluso de medios de comunicación, porque los medios son elementos muy claves en la formación de escenas”. Asegura que “pertenecer a un circuito muchas veces te asegura cosas, pero siento que parte de la evolución ha sido también el salirte de la comodidad de un circuito cuando estás dentro para poder salir de esa zona de confort  y que eso signifique poder potenciar a nuevas cosas que no imaginaste”.

Y hablando de escenas es que ella coincide con la REDPEM (Red de Periodistas Musicales en Iberoamérica) en que la elaboración de ‘Cantoras todas: la generación del siglo 21’ funge como una actividad de reconocimientos de proyectos –o cantoras, específicamente- de cada nación participante y que logra “una fuerza por unir voces, no sólo como una colaboración”.

La participación de Robles en este compilado de textos, en el que están perfiles de Rosalía, Miss Bolivia, Mon Laferte, Natalia Lafourcade e incluso un prólogo por Julieta Venegas, fue con un perfil realizado a la cantora ecuatoriana Mariela Condo, además de ser una de las coordinadoras del libro y ser la primera vez que participa en la edición de un libro. 

A: ¿Por qué escoger a Mariela para el libro?

G: La Mariela tenía este componente de cantora. No hay demasiadas en Ecuador. Hubo más personas que concibieron su proyecto en torno a banda, pero creo que Mariela tiene este componente de reconocer a su voz como primer instrumento y eso me parecía un elemento muy importante que ha manejado por años. Además, que en 2009 la entrevisté para un artículo de Radio COCOA, de hecho, fue el primer artículo largo que hice para RC. El Alex (Alvear) había llegado de Estados Unidos a acá y también hablé con Daniel Mancero, quienes por suerte habían grabado con Mariela y me contaron más sobre ella. Tenía esa entrevista guardada por más de cinco años y me ha servido para utilizarla en el libro.

Mariela Condo en su hogar. Foto tomada en enero de 2020 por Adrián Gusqui.

Aunque aclara que la objetividad se la ha reservado en un espacio de su carrera que no puede explicar aún, no la da por terminada. Para esta selección de Mariela afirma haber sido muy subjetiva, llevando la mezcla de experiencias, situaciones y contextos como principales razones para que la historia de Condo sea incluida entre varias de talla regional y mundial.

La noche se acaba, está consciente de que los libros son un paso definitivo a crear un registro en la historia de un acontecimiento, pero que la lucha entre lo físico y digital nunca será lo mismo en Ecuador, aún no. Que lo tangible expresa nuestra idea de existencia y hasta el romance por apreciar detalles que una conexión a internet no logran transmitir.

Pagamos y partimos de ese rinconcito que ha sobrevivido a la pandemia. Somos amigos y antes compañeros de trabajo. Un abrazo pandémico corre el riesgo de ser infeccioso a tan corta distancia; pero sucede. El cariño de maestra a pupilo se expresa como una comunidad que ha trascendido más allá de las plataformas, entre tintas que llevan tiempo y algunas que todavía buscan con que color de esfero escribir.

Puedes adquirir el libro aquí.

Portada del libro

Portada de ‘Cantoras todas: La generación del Siglo XXI’

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