Dice que aprendió a cantar imitando a Frank Ocean y aunque su pasado musical data de hace menos de un lustro, ya lleva dos discos; con algunas canciones que se basan en sus experiencias con hongos alucinógenos y LSD.
Texto y fotos: Adrián Gusqui
Es un anónimo. De hecho, su carrera inició con él en un videoclip donde se tapaba el rostro con una bolsa de tela. Se la quitó, aunque después experimentó el cambiar la tela por una funda de plástico, hasta que finalmente dejó ver su cara. Ahora la identidad es lo de menos, aunque le gusta ser reservado; por eso no todos saben que su nombre es Ignacio Burneo y tiene 27 años, una edad cruda para estar en la música.
Vive al frente de una cafetería en la Av. González Suárez, en Quito, en un departamento ordenado de manera compulsiva, como él mismo admite. Viste una sudadera deportiva, un pantalón semejante a una bermuda y un baldero descolorido que vende junto al estreno de su último disco, Realidades No Ordinarias, Vol.2, excusa por la cual nos juntamos.
Empezamos con lo del anonimato. Para iniciar suelta una frase cliché que pronto tomará sentido: “he sido full cosas, estoy cambiado siempre”. Dice que lo consigue con Bardo José: su alter ego. “Quiero crear un personaje que pueda manipular de una manera más flexible de quien soy, quien está atado a su familia, como crecí y un montón de cosas que no representan lo que quiero ser”.
Sobre el por qué no dejar verse, explica que “honestamente era una inseguridad mía. Tal vez como era algo tan random para mí, que a los 24 años saque un proyecto de música y jamás haya tocado en vivo antes, quería lograr que la gente tripee la música sin la necesidad que la asocien directamente conmigo. Aun así, creo que esa disociación de artista y persona ya no existe. Me gusta pensar al arte como algo sobrehumano, como la mejor parte de nosotros. Quisiera, de cierta forma, que no importe quien soy yo, es irrelevante, porque causa que el artista tenga esta necesidad de ser famoso y eso no me gusta. Yo quiero tocar en escenarios enormes pero que nadie cache quien es Ignacio Burneo”.
Su primer disco, Bardo José, Vol.1, fue la primera prueba de que Ignacio necesitaba lanzar algo para encontrarse. Eso fue en 2018, apenas un año después de que se haya decidido por la música. Su mano derecha fue el músico y productor Felipe Andino (Guardarraya y Da Pawn), con quien compartió ruta de recorrido en el Colegio Menor de Quito cuando eran adolescentes, “él era de los que se sentaban en la parte de atrás”, cuenta.
Esa conexión provocó que Ignacio pueda involucrarse rápidamente con músicos contemporáneos a Andino. De hecho, Burneo confiesa que la unión fue tan fuerte que logró hacer un EP con integrantes que eran parte de La Máquina Camaleón. “Hicimos un EP con el Rodrigo, Martín, Felipe y Fer Procel; era una Roja dos punto cero”. Sin embargo, evitó lanzarlo. ¿La razón? la banda ‘camaleónica’ vivía su mejor época tras el 2015. “No podía tocar eso porque iba a ser una copia de La Máquina, no me sentía cómodo sacando un material así, porque siento que iba a ser algo que ya ha había pasado. Pero en 2017 empecé a componer las canciones de mi primer álbum”, recuerda.
Inició su carrera hace tres años, con una edad que minimiza aspiraciones. –A esta edad eres más consciente de lo que la música puede significar, ¿qué pensaste tú en el momento de lanzarla?-, “casi llegando a mis 30 no soy el mismo chamo que empezó a hacer esto a los 20 años con este sueño romántico de ser músico. Ahora más bien lo veo como algo casual, no lo romantizo tanto. Mi día a día es sentarme en el estudio y trabajar, así que medio que si cumplí mi sueño”. Aun así, su proyecto ha derivado en un tipo de búsquedas más específicas, que no intentan explicar lo maravilloso que es hacer música, sino lo que hay dentro de ella. Su último álbum es más directo con las experiencias que intenta compartir. Busca transformar sus viajes psicodélicos en palabras, aunque admite que no es sencillo hacerlo.
Para entender lo que viene a continuación es importante saber que Ignacio dejó sus estudios de Artes Liberales en Bostón y regresó a Ecuador para pausar toda la presión que lo rodeaba. Él describe a todo ese bache en su vida como “lo que pasó de 2014 a 2017”, años que están en su cabeza y describen una especie de renacer de Burneo.
“Dentro de ese proceso experimenté full drogas, en un trip de ver que era. Existe esta romantización de las drogas por el hecho de la historia musical. Un poco por ahí, de manera muy ingenua, es que me llevaron a tomar las decisiones que tomé; a explorar esta dimensión externa que existe de uno mismo, que fue diferente al experimentar el hecho de que hay más realidades que nosotros concebimos con los sentidos, a que me lo hayan dicho en la clase de ciencias”, dice. De hecho, de su acercamiento a estos viajes y la literatura sale el nombre de su último disco, Realidades No Ordinarias, en referencia al libro Don Juan, del escritor peruano estadounidense Carlos Castañeda, donde el antropólogo cuenta, a modo de diario, su experiencia en México con las plantas psicodélicas como el peyote.
Ignacio no busca ser un pregonero del consumo, lo hace para conocerse. “Es una herramienta de autoconocimiento heavy. En las veces que me he pegado hongos o LSD, que es lo único que hecho con psicodélicos, he tenido experiencias muy fuertes. He pasado por procesos de bajón, peleas internas conmigo mismo, hacer huevadas que no me gustaron y saber que tengo que cambiar. Para mí los psicodélicos han sido una terapia súper importante. Siento que es algo que se apega mucho a lo que escribo y me representa musicalmente”. Mi pregunta va sobre cómo aborda todo el tema de hablar sobre drogas sin ningún prejuicio por delante”. Él dice que verbalizarlo es un reto, necesario para tenerlo en cuenta, “es llevarte a tener una experiencia. Aunque, dentro del proceso, he aprendido a consumirlo de manera adecuada, no en fiestas o no desperdiciarlo en algo banal. Es una herramienta de autoconocimiento que me ha servido para aprender algo y conectarme con estas realidades”.
De hecho, canciones de su álbum modelan sus ‘viajes’ dentro del disco. “Plan de hoy es la experiencia posterior de un trip. Hablo de mascar el techo mientras estoy acostado, le estoy hablando a alguien pero en realidad le estoy hablando a mi calma interna”. El disco se sale de una onda pop. Trasciende a un campo interesante de rock y electrónica. Tiene esta onda de proyectos contemporáneos a Bardo José, como MIEL, Fiebre y Boris Vian, que forman parte del grupo de confianza de Ignacio, además de que estos dos últimos hacen parte del disco con colaboraciones, incluyendo en esta bolsa experimental al rapero Método, quien elabora en Plan de hoy. Una fuerza conjunta entre la voz aguda de Bardo y la dureza hablada del rapero cuencano.
“No es por nada pero las bandas que hacían rock ahora están haciendo una estética parecida a MIEL, Fiebre, yo o…Lolabúm en su propio mundo”, dice. “Creo que la escena que se va a desarrollar va a ser alrededor de ellos”. Le pongo la teoría que las bandas mencionadas han creado una identidad empresarial para arrancar sus carreras, responde que “no queremos esperar 10 años para empezar a vivir de esto y crecer como proyecto o industria. Para hacer eso debes crecer de una forma empresarial y que afuera te tomen en serio. Yo he descubierto con Clvb de Pesca que lanzar este disco ha sido un proceso bien burocrático que si te saltas sólo un paso es perder gente que te pare bola. El plan es intentar mover esto de una forma para vender”.
Me confiesa que aprendió a cantar imitando a sus artistas favoritos, como Frank Ocean. Toca algunos instrumentos pero todo su aprendizaje ha sido una decisión autodidacta. Le propongo que si sería riesgoso tomar clases de canto, “es medio peligroso, porque puedo terminar con una voz genérica, que las escuelas de canto enseñan un montón”, responde. Dice que ha encontrado su voz. Le pongo en comparativa a proyectos de músicos de Academia, dice que “para un músico que pasó por una academia durante 4 años, en donde le mandaban a la verga para que haga algo de una forma, el rato que ve otra cosa diferente se frustra. A mí si me parece bacán ver a un músico súper profesional con su instrumento, que me parece un camino bacán pero de ahí es eso, no te puedes quejar si a la gente le gustó más la banda de chamos que quizá no toquen tan bien”.
Su sinceridad no se centra en que quiere ser músico para siempre. Aboga por meterse de lleno en la producción musical en el futuro. En 2021 producirá el disco de Vinu, el proyecto solista del vocalista de Cadáver Exquisito y trabajará nuevamente con Julián Cordero, quien creó un mundo virtual de su primer disco, esta vez para crear otro mundo con el nuevo álbum, el cual se ha descrito con varias influencias de Ignacio por la cultura asiática, estrictamente de Japón. De ahí llega la explicación de esa tranquilidad casi que en formato de ritual. “La instrumentación que usé fue el 80% creada por japoneses, prácticamente todos los sintetizadores usados fueron hechos por ellos. Yo de ley fui japonés en otra vida”, bromea. Incluyendo a esto, el encargado del master en el disco fue el surcoreano Alan Han, un amigo de Marcelo Suárez, quien se unió en la mezcla en el disco. Para terminar, la portada corresponde un trabajo de Estudio Pánico, el cual trató de contemplar ese efecto que los psicodélicos tienen en nuestra vista al ver nuestras manos y como la distorsión las transforma. El garabato del centro es eso: un garabato, al cual Ignacio explica como una manera de responder a que, como un rayón al azar, este no se repite igual nunca más, como su disco.
Acabamos. Me lleva a su estudio, donde se reúne una cantidad claustrofóbica de teclados y demás instrumentos, como una batería. Es un santuario para quien tiene todo por delante para dedicarse a la música. Burneo no vive de ella, pero su trabajo en una empresa inmobiliaria de su familia le ha permitido crear una estabilidad con lo que quiere. Es imposible no negar que la personificación de Bardo José como músico aún es mínima en el circuito musical, por razones que se explican en que pocas veces ha tenido un concierto exclusivo para él y su disco nació en pandemia y en una de las fechas más oscuras para la escena alternativa de los últimos años en Ecuador.
Aun así, ha lanzado uno de los mejores discos del 2020, con un silencio que parece relegado todavía a su grupo de confianza, pero aspira a trabajar más para conseguir la fanbase que merece.
Escucha el último disco de Bardo José, Realidades No Ordinarias, Vol. 2, aquí.