La primera temporada del proyecto audiovisual Casa Tomada llega a su fin este domingo 17 de julio 2022. Aquí puedes ver sus cuatro episodios.
Por: Diego Pazmiño
Casa Tomada juntó a 4 duetos musicales con el objetivo de registrar sesiones en vivo en las que sus integrantes reversionaron una canción del otro, mediante arreglos compuestos especialmente para la serie; de esta manera podemos echar un vistazo a la intimidad creativa, admiración mutua y camaradería de cada pareja. Esta primera temporada se filmó en casas de artistas de la capital, resultando en 4 episodios de personalidad única, caracterizados por el calor y emotividad que se desborda de la pantalla. A decir de su director, Daniel Llanos, las casas funcionan como un tercer personaje, pues su estética, esencia y energía acompañan a la narrativa interna de cada capítulo, en una convivencia armónica de imagen y sonido dentro de un documento de identidad propia.
El proyecto empezó a gestionarse en 2019 y se rodó durante la pandemia, en marzo del 2021. Los días de aislamiento obligatorio y toque de queda aportaron, paradójicamente, calidez y cercanía a cada sesión, pues la rutina de aquel tiempo se vio marcada por la distancia, circunstancia que fue norma y anhelo para la mayoría. El abrazo fue un acto subversivo, el encuentro una imprudencia, la distancia una virtud y la única música que hubo en el ambiente, fue la del miedo y el silencio. El mundo estaba (más) deshumanizado, todas y todos nos acostumbramos a esconder la sonrisa y temer al contacto. En este contexto se filmó Casa Tomada, por lo que según su productora, Fabiola Pazmiño, fueron momentos sanadores: “Tomarse las casas y llenarlas de contacto, de amor, fue sanador”.
La serie proyecta belleza, alegría y profesionalismo, el resultado, dice Daniel, lo tiene extasiado: “¡Fue un momento único! El hecho de que esos músicos estén en ese espacio, reversionándose el uno al otro y acompañados de músicos que admiran. Todo eso está ahí cuando veo cada episodio y me emociona muchísimo”. Cada capítulo empieza con una cortina propia, que nos presenta las distintas casas tomadas, mediante primeros planos y paneos que muestran sus rincones y la instrumentación diseñada por cada dueto. Daniel Llanos quiso contar historias a través de la música, y lo logra desde la entrada de cada episodio.
Entre los aciertos de Casa Tomada está el haber captado en la cámara la relación que surge entre músicos al momento de tocar. La serie consigue registrar esa comunicación telepática que desarrollan quienes comparten el instante armónico de una canción. Las risas, las marcas del tiempo, la complicidad, la solemnidad, los cortes, miradas, cambios y la música hermana a los y las artistas, que se expresan en gestos, movimientos y emociones capturadas por una lente sensible al tacto musical. Queda también registrada la pasión de la interpretación no solo del dueto, sino de los músicos de apoyo, quienes dejan ver su esencia en su performance, en los ojos cerrados, en la danza, las contorsiones, los ceños fruncidos, la concentración, el disfrute e incluso en el nerviosismo.
El programa piloto presenta a Toño Cepeda y Álex Alvear dentro de la casa del segundo, ubicada en el casco colonial quiteño. Es un espacio donde se respira música, cine, literatura y belleza. En este capítulo la diferencia está en la presencia del público. Al principio se buscó invitar a gente para presenciar el momento íntimo de cada sesión, pero esto cambió, por la pandemia, en los siguientes episodios. Alex y Toño se conocen y comunican bien, se siente su admiración y cariño en las breves entrevistas que Casa Tomada nos muestra. Ya en acción, “Tarde de lluvia en Guápulo” versionada por Toño y “Radio reptil” y “Bang” versionada por Alex, dibujan una emoción que marcaría el resto de la serie; para entenderla, les invito a verla y, quizá, reconocerse en la reacción del público.
El segundo dueto brilla por la intimidad familiar. Grecia Albán e Igor Icaza se reúnen en Espacio Pueblo, un lugar mágico en Amaguaña donde el tiempo no pasa. Grecia reversiona un tema recién lanzado por su primo Igor, quien pocas semanas antes había estrenado el video musical de “Soy”, dirigido por Manuel Suquilanda e interpretado por su banda Icaza´s trío. A decir de Igor, esta experiencia fue emotiva, por la “sangre musical” que comparten con Grecia y Jofiel, su hijo, encargado de los teclados en esta sesión. Esta relación sanguínea palpita entre las paredes de tapial y bahareque de Espacio Pueblo que, a decir de Edgar Dávila Soto, su habitante, se enciende con música. “Respirar” es un tema nuevo de Grecia en el que, a decir de la artista, se evidencia su fragilidad ante el momento vivido, “tiempo muy duro y solitario, un tiempo de encierro”, dice; sin embargo, le ha dado la oportunidad de encontrarse en la composición musical de un tema dulce, que plantea la importancia de caminar hacia un lugar propio. Cierran con “Viento” del primer disco de Igor Icaza como solista, en esta ocasión cantado por Grecia.
El tercer dueto, a mi parecer, se caracteriza por la autenticidad de ser un encuentro a ciegas, entre dos músicos que no se habían conocido en persona, pero sí en obra. Ante la cámara, Mauro Samaniego y Hugo Idrovo se declaran mutua admiración. Queda registrado una reunión intergeneracional en tres canciones muy personales, que esbozan un paseo emocional desde la oscuridad de un alma en pena en “Gelatina” de Mauro, a la desbordante alegría de ir a surfear en la clara luz de “Peninsular”, de Hugo. El broche final lo da la densidad de un ser perturbado que se desencuentra de sí mismo, luego de un “amor darks” en “Esquizofrenia”, compuesta por Alex Alvear y Hugo Idrovo luego de una botella, abierta y terminada.
El cuarto dueto es un encuentro de dos de las voces más talentosas de la escena independiente nacional. Denisse Santos y Mariela Espinosa, conocida como Sr. Maniquí, nos presentan 3 canciones que evidencian una pareja de timbres que, a decir de Mariela “empastan mágicamente”. La primera canción es “Mayday” de Denisse, que dice va a ser parte del siguiente disco de su banda Can Can; es una canción de desamor, olvido y nuevos comienzos en donde no solo resalta el dominio de las voces de ambas cantantes, sino también el uso de sintetizadores que digitalizan armonías y efectos sonoros en sus voces.
La canción “Mar demente”, de Sr. Maniquí (banda de Mariela dedicada a rescatar la obra de mujeres y personas trans del Ecuador) es un tema que musicaliza un poema de Ileana Espinel, poeta guayaquileña que metaforiza en su obra a su propia enfermedad. El tema empieza de manera armónica, y poco a poco se torna musicalmente oscuro, acompañado de versos lúgubres que pintan al corazón muriente de la voz poética, perdido en un mal redondo y una cabeza turbia.
Luego de ver los 4 episodios de la primera temporada, sin duda quedamos con ganas de más. Daniel Llanos dice que su intención es hacer esto en varias ciudades del Ecuador. Esperemos que así sea. Me quedan varias sensaciones luego de ver Casa Tomada, pero quizá la más intensa gira en torno al contenido poético de cada sesión. Los temas elegidos muestran un panorama literario esperanzador, sumado al talento musical tanto de los duetos, como de la banda de apoyo, conformada por Matías Alvear, Fidel Minda, Steve López y Pablo Vicencio. Sin duda esta es una muestra del talento del arte ecuatoriano, lo que deja un sabor de optimismo ante un producto de estética impecable así en las texturas del video, como en la composición musical. Esperamos poder ver una segunda temporada, muy pronto.