Por: Adrián Gusqui / Fotos: Cortesía Letelefono
Este es el año del despecho, o al menos así lo entiende Leo Espinoza, el frontman de Letelefono. Para celebrarlo, lanzará canciones en todos los meses del 2024. En esta entrevista nos habla sobre sus dos primeras obras estrenadas, cómo ser transparentes en la música y las mujeres de su vida.
Esta escena se me repite mucho últimamente. Dos novios. Dos amantes. Dos personas que se quieren y van a dejar de hacerlo muy pronto. De fondo una ciudad que no espera a nadie, con el cielo gris, apenas seca por el invierno virgen en Quito. Un grupo de cinco hombres ebrios, pegados a una pared de la calle Manabí, tocan riffs rocanroleros y desafinados que, increíblemente, suenan bien con las risas de quienes inventan la música. Bailan en su cuadrilla, alternando las miradas con sus pies endiablados y esas muecas exageradas que, poco a poco, desaparecerán entre sueños.
A su frente algunas mujeres, que buscan el amor de forma cuadrada. También se acompañan de las paredes, riendo de forma estruendosa, mostrando sus dientes manchados de labial, por esos hombres que, quizás en horas, serán sus clientes.
A un lado, siempre en una esquina o en una canción, hablo con alguien sin verla de frente. A través de un celular. Quiero conectar mi audífonos por bluetooth a él y mientras lo intento abro un link que este amor de otra vida me envió por WhatsApp. Es un texto azul, subrayado, sin nada más encima. El misterio está en el chat. Yo, un fan de los audífonos a todo volumen al regresar a casa, veo que al abrir el link un nombre conocido salta a mis ojos: Letelefono.
Ese nombre. Ese link. Sospecho que algo trascendente está por suceder.
El link es una canción dedicada. Otra más de esta banda. Sé que, al enlazar los audífonos con el celular y poner play, se avecinará un fuerte golpe.
Horas antes de la entrevista con el vocalista de la agrupación me pongo los audífonos y olvido a los borrachos, a las mujeres en la pared y a la ciudad encimera, en mi viaje de regreso a casa escucharé diecisiete veces seguidas a lo que la banda cuencana bautizó «Ultra Bonella« y como moneda de lucha, dedicaré «Simulacro«, su continuación bachatera.
La lucha de dos ha comenzado, pero hasta que alguno de nosotros olvide los links y atraviese las canciones en el chat, el creador de esa fortuna podrá hablar sobre aquellas armas: sus canciones.
Es Leo Espinoza, causante número uno de noviazgos y divorcios en una década de carrera musical, quien aspira a hablar en 2024 muchas veces de la misma cosa, como un símbolo de lucha hacia la deuda histórica de los crushes y sus futuros imaginarios.
A: Me dedicaron “Ultra Bonella» como si fuera un puñal y la escuché muchas veces intentando entenderla. ¿Qué debería pensar cuando la escucho?
L: “Ultra Bonella” está contada desde la perspectiva de quien sufre. No sé si te lo dedicaron porque vos eres así, el rompecorazones, o el corazón roto. Yo partiría de ahí, porque si te la dedican yo sería la persona que no le quiso al otro. Según yo. Creo que lo más importante de esa canción es la sensación, porque a mí me pasa con los crushes que son una sensación de mantequilla…no mentira ¡de margarina! Más barato. Porque si el amor es mantequilla, el crush es margarina. Yo siento que es así, cuando está la margarina en un pastel y con demás ingredientes ya es parte de una cosa más sustanciosa, se vuelve la cosa más deliciosa del mundo, como el amor. Pero, en cambio, cuando pruebas sólo la margarina es la cosa más horrible, se te queda en la piel, huele feo, es demasiado grasosa. Si un amor llega a ser completo y tener todos los ingredientes se convierte en un postre, pero si no, no es nada más que una grasa, densa y resbalosa.
A: Bien. Reflexionaré con lo que me dices. Quiero aprovechar esta entrevista para hacerte unas pregunta a modo de registro civil, para hablar del presente y futuro de Letelefono. ¿Cómo describirías la situación actual de la banda?
L: Hemos probado hacer de todo, intentamos producir música de diferentes formas. Para mí siempre ha sido una banda experimental. No los somos en el sentido psicodélico, que es donde se suele confundir la palabra, sino en la forma de creación de canciones, de producción y en métodos para crear. Para esta etapa yo tenía un montón de canciones que compuse el año anterior dedicadas al desamor, a la idea de querer o estar enamorado de alguien, pero sin ser correspondido. Siento que como son temas muy personales, decidí producirlas con grupos reducidos de personas, como mi amigo “El Flaco” (Bernardo Arévalo) e invitar a otro productor de vez en cuando, porque los lugares de nacimiento de estas canciones son muy íntimos como para haberlas hecho en banda. Era Letelefono, pero en una nueva etapa más personal y cerrada. Esta etapa y la del 2025 serán con canciones que saldrán una cada mes, esa es mi meta, para que cada una sea una especie de testamento del desamor, en diferentes formatos y géneros, entonces todas las canciones tienen un estilo súper diferente para hablar de la misma cosa. Esa es la similitud entre “Ultra Bonella” y “Simulacro” por ejemplo, que ambas son sobre el mismo tema, pero contadas con dos estilos completamente diferentes y siento que esa es la etapa en la que estamos ahorita y no hablar sobre muchas cosas, porque he hablado a veces del espacio y del amor en otros sentidos, de la vida, de la muerte, pero esta vez quiero hablar sobre una cosa y varias veces y este es mi experimento para esta etapa de canciones.
A: ¿Está confirmado qué tendremos canciones de Letelefono cada mes?
L: Confirmadísimo. Al menos hasta octubre vas a tener un tema cada mes. A veces hasta dos. Quisiera resaltar que todos estos sencillos si tienen algo en común y es la forma en la que fueron grabados y coproducidos por mi amigo “El Flaco”, entonces ese sí es un hilo en común en estos temas, pero a partir de octubre hay temas producidos por Pablo Orellana, esos temas tienen otra naturaleza.
A: Esta desesperación por lanzar muchas canciones seguidas, ¿es nueva o la tenías guardada hace tiempo?
L: Yo creo que la desesperación creativa nunca ha sido nueva en mi vida. Siempre ha estado ahí, siempre ha sentido muchas ganas de ser escuchada y que la gente entienda lo que quiero decir. Siento que en estos años me he cabreado un poco, me he puesto un poquito más “¿Y AHORA? ¿SIGO CON LAS MISMAS GANAS DE HACER MÚSICA QUE HACE MUCHOS AÑOS?” y la respuesta sigue siendo “no me puedo permitir vivir de esto”, debo coger otros trabajos, hacer cosas ajenas a la música y eso me rompe el corazón. Últimamente he estado un poquito más cabreado con eso y con más ganas de hacer más cosas inmediatas, porque siento que se está perdiendo esa noción de que el arte es inmediato, denso, fuerte y todo a la vez. No es nuevo, pero se ha vuelto un poquito más urgente.
A: ¿En qué estado crees que está su sed compositiva ahora mismo?
L: Yo creo que estoy en la etapa más creativa de mi vida, he creado tantas canciones en los últimos años. Nunca he compuesto tantas canciones como lo he hecho ahora, debo tener unas 50 ideas listas ahí para ser transformadas en canciones y todas son buenas. Estoy en una etapa hipercreativa de mi vida, porque también ha sido una etapa hiperdensa, he atravesado muchos problemas, demasiados desencantos. Tengo todas las ideas, ahorita sólo me hace falta dinero y tiempo para sacar todo, porque sino me llamaría Omar Rodríguez y sacaría 25 discos, pero no tengo los recursos para vivir de eso y como soy papá tengo que mantener un hogar. Se vuelve una cosa desesperante el estar en una etapa muy creativa y no poder sacar las cosas a tiempo. Cuando no estuve en una etapa no tan creativa si tuve todos los recursos y atención del público.
A: ¿Cuándo fue esa etapa?
L: Creo que alrededor del 2015 y 2016, yo era más joven y libre. No tenía que pagar renta, vivía donde mis papás, no tenía que cubrir otros gastos, comía lo que me encontraba, nos íbamos de gira con todas las bandas, con Da Culkin Clan, Pastizales, Letelefono y obviamente no ganábamos, estábamos igual que ahora, pero en esa época si tenía el tiempo de hacerlo. Podía estar en tres bandas y sacar canciones, pero se me ocurría una o dos cada tres meses, ahora siento que tengo una habilidad para hacer canciones inmediatamente, pero ya no tengo el tiempo ni recursos para hacerlo, eso es algo que me hace desesperar y por eso saco una canción cada mes.
A: Ahora mismo, ¿cuál es la «gasolina premium» que mueve a la música de Letelefono?
L: Siempre la honestidad a la hora de escribir canciones. No hay otra gasolina. Puta, yo te podría decir mil formas de hacer canciones, mil estrategias o técnicas, bueno, no mil pero doscientas de las que he hecho en mi vida. Todas las he hecho de una forma distinta, a veces empiezo desde un instrumento, a veces desde la ducha o un celular, pero lo único que tienen en común entre todas las canciones que he hecho, al menos desde el 2015, es siempre ser genuino al impulso inicial y nunca intentar algo que tú no conoces. Yo creo que hasta el peor cantante, si sólo es honesto va a hacer algo que valga full la pena. Sé que es real, no tengo forma de comprobar, pero sé que la honestidad es el único lubricante de cualquier canción.
A: Hablando de “Ultra Bonella” y “Simulacro”, las primeras canciones de esta serie de desamor, ¿son experiencias prestadas o únicamente tuyas?
L: Nunca han sido prestadas. Todas las letras parten de Leo, yo no he hecho todavía el ejercicio creativo de hablar desde otro punto de vista, como si fuera alguien más. No siento que todavía estoy ahí, no sé si algún día lo estaré. Capaz no, capaz sí, pero hasta ahora todas han hablado de mí viendo el mundo de cierta forma, porque es lo único que puedo decir sinceramente. “Ultra Bonella” y “Simulacro” son experiencias personales, magnificadas y llevadas al extra drama y puestas una extracapa de tortura encima, porque así se sentían en ese momento. Para mí la música es traducir lo que tengo en mi interior a lo que tú tienes en tu interior.
A: Ahondemos en “Simulacro”, que es una bachata inesperada, ¿qué sería para ti esta canción?
L: Originalmente era un bolero, así está subido el demo en Instagram. Sin embargo, en medio de ese proceso yo estaba escuchando full a Juan Luis Guerra, la etapa bachata rosa, la etapa bachata más clásica y me encantaba el ambiente que se sentía y dije que algo en especial tiene la bachata, porque se siente melancólico, porque tiene un fondo de bolero. La bachata es sólo un bolero acelerado. Es como el reggaetón y el reggae. Vos escuchas Romeo Santos y te preguntas “¿qué le hicieron a este man?”, pese que a veces hablas desde más arriba vos hablas como “¡Qué exagerado! ¡Qué dramático!” y si hay algo que caracteriza a Letelefono es que somos muy exagerados y dramáticos, entonces dije “es el género perfecto” y un día estaba con el Felipe (de La Máquina Camaleón), cuando grababa ‘Blanca’ acá en Cuenca. En ese momento hicimos unas sesiones, donde produjimos el tema. Nos lanzamos 100% a hacerlo. Todos éramos nuevos en el tema, nadie había hecho bachata hasta ese entonces, todo era experimental y de repente se cumplió la condición para hacer una canción de Letelefono.
A: ¿Cómo te llega la idea de esta canción a la mente?
L: Como te dije, estoy trabajando en una escuela, porque debo hacer otra cosa para subsistir y soy profesor de música. Ahí siempre hacen simulacros, SIEMPRE. Simulacro de terremoto, de incendio, ahora hicieron por el tema del canal de TC y todo eso. Hay simulacros a cada rato. En medio de eso yo estaba con una amiga y como que no se dio el tema del romance y el amor, pero se sintió que estábamos al borde de eso, entonces pensé que esto era igualito a un simulacro, sólo es un práctica para lo real, pero lo real nunca llega. Entonces dije: “esto es concepto”. Se unió todo, se ataron los cabos, es un simulacro de amor, casi estuvimos ahí, que creo que eso es full identificable, a todos nos ha pasado.
A: ¿Tus estudiantes la han escuchado?
L: ¡Sí! Algunos. Una amiga de mi hija vino a donde mí y me dijo: “¡Profe! escuché su canción Simulacro” y yo sólo respondí “¿qué? ¿cómo?”. Ellos son desconectados de la música independiente ecuatoriana, entonces era bien raro que vengan algunos estudiantes con esa premisa. Pero si se me han acercado, que lo hagan si me deja como “WHAT”.
A: ¿Cómo si fuera una tarea cumplida?
L: Sí, a mi hija le encanta, porque siempre hablábamos de los simulacros y le encantó que hiciera una canción inspirada en los simulacros de su escuela. Le gusta mucho eso.
A: Cuéntame más sobre la parte visual. En “Simulacro”, por ejemplo, hay una fuerte vibra tecnocumbiera: hombres fornidos, la chica sexy. ¿Cómo se crean estas ideas?
L: Para todo estos doce sencillos, o diez, no sé, me propuse la idea de hacer con diferentes fotógrafas que vivan aquí en Cuenca. Todas mujeres. ¿Por qué? Cuando uno se queja del amor, específicamente yo me quejo del amor, siento que podría dar una vibra medio incel, medio que nadie me para zona, voy a resentirse con las mujeres. Siento que, si bien esa vibra no todos la detectan así, yo la detecto así. Mi labor no era nunca quejarme de que ninguna de estas relaciones funcionó, sino contarlas de forma anecdótica y contar una historia a partir de eso, pero sentía que mi discurso estaba un poquito manchado por mi masculinidad. Entonces no quiero que se lea así, para mí era muy importante tener una perspectiva del otro lado y ver cómo se ve cuando yo canto estas canciones. ¿Qué soy? ¿Soy alguien más? ¿Soy el reflejo de yo mismo? Entonces, necesito la mirada de chicas, de mujeres que puedan darme su punto de vista sobre lo que estoy intentando cantar. Entonces yo me embarqué en esta aventura de seleccionar a gente que encuentro muy talentosa, el primero de Ultra Bonella fue hecho por Piru Herrera, a quien yo le presenté la canción y me dijo: “Yo veo en esta canción esto” e hizo las fotos en base a eso. Cuando le presenté a Leo (María Leonor Martínez) me dijo: “Yo veo esto aquí, yo veo una portada dosmilera de cañonazos bailables e igual así, tres figuras masculinas y una mujer puesta ahí para vender el disco”. Y me encantó, se produjo. Yo admiro full a mis amigas, porque siempre he querido colaborar con todas ellas y jamás iba a darse la oportunidad si hacía un disco cada dos años, nunca iba a tener chance. Son subvaloradas las colaboraciones audiovisuales. Todo el mundo valora un featuring, pero nadie valora las colaboraciones a nivel gráfico, a nivel visual o fotográfico, que a veces son las más importantes.
A: La persona que causó todo este circuito de canciones, ¿las escucha?
L: A mi siempre me gusta explicar una cosa, si bien un hecho puede inspirar tus canciones, ahí se termina la responsabilidad de la otra persona, no es un tema de que chuta, cuanto le habrá hecho sufrir una persona al Leo para que le haga 12 canciones enteras, no es tanto eso. Pero si me dio, capaz, 12 momentos, o no es sobre capaz una sola persona, sino varias aristas, porque uno puede romperse el corazón varias veces por muchas personas. Es como una inspiración que, de pronto, desencadenó las ganas de hacer una canción. Pero sí, si les muestro, soy sincero. Cuando alguien hace que una canción se me ocurra, si le muestro, porque sino siento que es medio voyerista. Y me dan sus opiniones hasta de la mezcla, sobre que piensan. Me gusta ese ejercicio porque sí, me rompo el corazón, pero si es de mi interés que estas personas sigan siendo mis amigas. No hay ningún tipo de problema en ese sentido y siento que capaz es una terapia medio sana, porque yo no puedo hablar tan bien de las cosas si no es a través de la canción. En ese sentido, si le muestro una canción a alguien es porque estoy mostrándole una parte muy íntima de mi vida.
A: Por último, con el paso de los años, ¿cuál es la necesidad urgente que tú o la banda debe cumplir para el público?
L: Yo siento que la necesidad urgente, siempre es, hacer cosas con la mayor honestidad posible, entonces ahorita es lo que nos falta en este mundo. Tenemos una adicción a la inmediatez y nada en realidad pensado, siento que ahorita nuestra prioridad debería ser el entregar algo que vaya en contra de eso. Que no sea descartable, o cualquier cosa en el algoritmo, que sea una cosa realmente útil para alguien, que le sacuda un ratito su mundo. Que pueda generar un cambio en su persona.
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Leo, como un gran agente de la disciplina, ha lanzado dos sencillos más después de esta entrevista, ambos con el mismo nombre, pero una misma historia: el triste y desolado desamor. Las dos canciones llevan el membrete de EL PODER y abren la ventana a otro sencillo, que para el cierre de esta edición, se llamará “Mucho Mucho Amor”. ¿Quién se encargará de la portada del último sencillo? La pequeña hija de Espinoza.
Tendrás un 2024 para alimentar tu corazón. Cada mes: una canción. Escucha a Letelefono aquí abajo.