Michelle Espinosa y cómo hablar del amor con dolor

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Texto y fotos: Adrián Gusqui

Michelle Espinosa se junta con Adrián para hablar sobre temores, música y amor. En esta entrevista conocemos el futuro musical de la artista guayaquileña.

Michelle entra a la cafetería acompañada de dos amigos, quienes, además de parecer sus jóvenes guardaespaldas, han sido piezas clave para que hoy esté viajando con su música.

José Crus y José Rosero espían mi conversación con Michelle, quien mira de frente hacia las preguntas cuando revela su temor por la nueva música que está por lanzar, “me da miedo la vulnerabilidad que mis canciones tienen y que la gente escuche cosas que me han pasado. Pero ya sólo quiero sacarlas, tengo estas canciones desde 2020, he estado aferrada a ellas durante mucho tiempo”, confiesa la guayaquileña de 24 años. 

Ajusta de a poco sus respuestas y me dice que no todo es miedo, se sabe valiente ante el golpe, como muchos que ha tenido en su vida y que sabe expresarlos en sus canciones. 

Al escuchar la música de Michelle el camino es concreto: el dolor maneja el viaje. Sus últimas canciones reflejan la madurez de un instante, como una terapia intensiva de lo que el amor quebrado puede causar en un artista. Ella asume esta tristeza como una forma de sanar y se permite entender su proceso creativo como un hecho que todavía está evolucionando.

“Mis papás me decían que no saque algunas canciones porque eran muy tristes. Cuando hice Tu Fuego también escribí Cantante Favorito casi que al mismo tiempo. Empecé a disfrutar el escribir, porque para mí escribir era ponerme a llorar, era como si vomitara lo que sentía. Siento que mis inicios son exactamente lo que me pasaba…pensaba que siempre iba a tener que salir con alguien que me rompa el corazón para escribir y que si estaba en algo sano se me iba a hacer muy difícil hablar de amor”, recuerda Michelle. 

“Tenía que estar en relaciones tóxicas para escribir”, dice, le pasó que cuando estaba bien no podía hacerlo, “ahora siento que puedo escribir de muchas cosas sin necesidad de vivirlo, algo que antes se me hacía difícil. Simplemente ahora imagino una situación del pasado e invento algo a partir de esa emoción y trato de ser genuina con lo que escribo. Aprendí a hacer eso, antes me sentía mal escribiendo, es como cuando vas al psicólogo, como traer a colación todas las cosas que guardas”.

—¿Qué crees que hizo clic al momento de contar estas historias?—, pregunto. —Yo creo que el tiempo, ¿sabes?—, dice Michelle. —No hay algo específico, quizá mi mentalidad, todo lo que me pasó…mi mentalidad cambió. Veo las cosas de distintas formas, sólo siento que maduré un poquito. 

A un lado, Crus sigue la conversación atentamente, él es músico, pero también su mánager, amigo, colega y todo lo que necesite la independencia. Rosero, el otro amigo que está sentado en la mesa jugando en su celular, fue una de las grandes razones para que Michelle lance su música. Él, quien tomó gran relevancia con el proyecto de Chloé Silva y más colaboraciones en el circuito musical, dice esto sobre el caso de Michelle: “yo con ella compartía su frustración cuando no hacía o concretaba nada y yo ya tenía esta experiencia de haber hecho lo mismo con Chloé. Era muy insegura, decía que no podía o no quería…y ví la misma oportunidad, que era algo bueno para todos y al mismo tiempo le sumaba artísticamente”, Michelle comenta que él fue quien lo empujó, “si él no me hubiera presionado a que grabemos y que produzca mis canciones, yo no hubiese sacado algo. Ver que, genuinamente estaban interesados, me animó”. 

Esta comunidad pequeña, pero fuerte, sostuvo a Michelle desde 2021, último año en que escuchamos algo de su música en plataformas.

A partir de 2024, Michelle ha vuelto a la actividad de una forma dinámica, lista para el lanzamiento del primer EP de su carrera. Antes de ello colaboró con José Rosero en su disco En Aleatorio (2022) y con el rapero manaba, Biera, en la canción SIEMPRE ELLA (2024), para luego lanzar varias canciones como solista en los últimos meses, estas fueron Banderas Rojas, Cantante Favorito y Vaivén. Estas tres canciones representan un concepto en regla, golpeados por el dolor a través de los amores fallidos. La voz de Michelle es protagonista en cada ocasión, su capacidad por apegarse a sensaciones darks y tropicales le dan un inicio de identidad, que parece forjarse con cada canción. 

Michelle no estudió música, de hecho, comparte mundos lejanos entre lo que estudia y su futuro musical. Pasó por la carrera de Medicina, la dejó por varios motivos, como pérdidas, pandemia y decepciones. Ahora está en la etapa final de Psicología, con la que parece feliz cuando habla de ella en este encuentro. A pesar de no haber salido de la academia musical, su pasado siempre estuvo pegado a la música, “cuando me hablan de música el primer recuerdo que tengo, porque me contaron, es de cuando yo tenía dos o tres años…me cuentan que yo me ponía a cantar canciones de Shakira y Britney Spears, que eran mis artistas favoritas y obviamente yo estaba obsesionada, desde pequeña tengo videos de mí cantando y bailando. Con mi familia siempre nos poníamos a bailar y yo siempre cogía un desodorante o cualquier cosa y me ponía a hacerlo. Eso es lo que más recuerdo. Como música en general…la primera vez que escribí una canción fue cuando tenía 18 años, antes de eso yo veía la música como algo más, no me sentía apasionada, pero cuando escribí mi primera canción sentí que algo hizo clic”.

—¿Qué otras referencias te acercaron a la música?—, Michelle recibe un chispazo en su memoria, “Hannah Montana, ella era mi inspiración. Al final de cada capítulo de Hannah Montana ella escribía una canción de lo que le pasaba. Algún día quería hacerlo, el poder tener esa capacidad de que me pase algo y vivir de ello. En realidad me daba mucho cringe escribir canciones, por eso no intentaba terminarlas, pero Hannah me dio fuerza”. Sumado a esto, también fue parte de una banda llamada Fractal y participó activamente en conciertos de espacios como Music at The Patio. 

 



En sus canciones siempre hay una historia que va dedicada, como un puñal hacia anónimos. Esta fuerza, que ha crecido con los años y nuevas referencias musicales, la lanzó de pequeños shows colegiales a espacios conocidos en Guayaquil, hasta llegar al ojo de artistas como Bad Bunny, Mau y Ricky y varios artistas nacionales que, al escuchar los covers que subía a redes sociales, se interesaron en el talento de Michelle. Este interés se vio reflejado en números e interacciones. Esta pequeña experiencia le dio una perspectiva de lo que significa la atención, la cual ahora maneja de un modo más relajado y sutil.

Su EP, que se llamará La Idea de Estar, tendrá seis canciones y según Michelle, “habla de la idealización hacia alguien y cuando te enamoras de la idea, pero no de la persona”.

Michelle acaricia el temor de no dejar dudas en este lanzamiento, “me daba pena y alivio que la gente escuche mis cosas. Ya con un EP afuera pueden empezar a descifrarme y eso me asusta un poco”, dice. —¿Te conocerán por completo?—, Michelle niega rápidamente con la cabeza, confesando que esto será sólo un poco de su persona. 

Sus dudas se transparentan a través del cansancio del viaje en esta entrevista. Ha vuelto a Quito después de muchos años. Su último recuerdo de la capital, cuenta, fue duro, no quería irse de ella, pero su familia siguió su camino y se la llevaron a Guayaquil. Ese viaje, esos años y esas experiencias se han posicionado en las historias de Michelle como una verdad que va saliendo de a poco en sus nuevas canciones, que la ubican como una promesa inminente ante más y más objetivos por cumplir. Su voz, aún por tocar techo, se entrega a la crítica con personalidad y varias posibilidades, además ha trabajado un concepto audiovisual coherente y curioso, que todavía no tiene un fin hasta el lanzamiento de su EP. 

Sobre a dónde ir y cómo hacerlo, prefiere dejarlo sin respuesta final. Esta tarde, con Crus y Rosero, Michelle parece una aventurera que acaricia sus dolores y los golpes ajenos como un jilguero que va de paso y pronto llegará a su destino. 

Sigue a Michelle Espinosa aquí.

 

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