Como es costumbre en Plan Arteria, iniciamos un nuevo año presentando la selección de los mejores discos del 2016 según cada uno de nuestros colaboradores.
LOS MEJORES DISCOS DEL 2016 por Raúl Arias / @bluepanik
2016 fue un año complejo en lo musical, político y personal. Un año de muchos cambios en el mundo. Grandes crisis, refugiados, terrorismo, populismos, un grave y cada vez más notorio desfase entre la realidad de nuestra relación intergéneros con las políticas y costumbres “oficiales” de los lugares que habitamos. También la muerte de un alto número de figuras importantes de la cultura popular contemporánea derramó todo este sentimiento de fin de los buenos tiempos fáciles. La ruptura necesaria con “el coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron” fue también parte de un gran debate personal, que afectó a lo cotidiano y dio como resultado un año gris y complicado en el que ya no es posible cerrar los ojos.
Casualmente eso se refleja en mi lista. Poco me ha llamado la atención. Adiós al hype. Bienvenido ese mundo en que las esperanzas ya fueron. Por suerte, aún pude escarbar algunas cosas que no solo son buenas, sino sobresalientes. Sin embargo son pocas y me remiten a sus influencias, por lo que esta lista está conformada por lo poco increíble que me marcó del 2016, más lo que probablemente pudo oírse para llegar a eso o simplemente cosas que son mandatorias, si no eres un marciano o naciste ayer. Una lista que sin ser exclusivamente femenina nos demuestra el peso y lo vibrante de las mujeres en la música contemporánea
No recuerdo cuando empecé a oír a Angel Olsen, tal vez fue ayer, pero no importa. Inmediatamente me capturó su melancolía delicada, capaz de apelar a sentimientos muy rudos de soledad y desamparo, pero desde esquinas no cortopunzantes del alma. Un poco folk sin caer en el aburrido exceso en el que muchas bandas “en boga” de los últimos años han caído. ‘My Woman’ es ella misma, es pura autoreferencia de la que extrañamente sí se puede sacar algo.
5b | MAZZY STAR / So Tonight That I Might See
Llegar a Angel Olsen seguramente es posible desde muchos lados. Pero si se escucha “Sister” del disco ‘My Woman’ después del súper hit de 1993 de Mazzy Star, “Fade into You”, hay un nexo directo de 20 años de fuerza melancólica, de niebla semisólida y emocionalmente poderosa. Femenina y fuerte en su capacidad de llevar narrativas únicas.
4 | IGGY POP / Post Pop Depression
Álbum multigeneracional en el que uno de mis músicos favoritos, Josh Homme de los Queens of the Stone Age, y una cohorte de gente consolidada como Matt Helders de los Arctic Monkeys, entre otros, son pretextos usados por Iggy Pop para ir juntos a las bases, al rock de callejón. Disco que para muchos pasó desapercibido, para mí es el claro simbolismo de que últimamente todos queremos o debemos mirar un poco para atrás, en buena. No es necesario estar en el filo de la cresta para ser genial cuando eres el que se inventó esa ola y eso lo demuestran gente que podrían ser nuestros padres o abuelos.
La única referencia posible para Iggy Pop, es él mismo. En 1969 este disco ponía un pie en el punk y el otro también, aunque aún no se hubiese popularizado el término.
Si no has bailado y alterado el orden con la hipersexual “I Wanna Be Your Dog” (tema versionado hasta por los fantásticos Sonic Youth), aún no has nacido.
No sé de dónde es Mitski Miyawaki. Su nombre remite a Japón, aunque su música suena más a New York o Seattle. Últimamente me parece irrelevante indagar en los orígenes geográficos de los músicos aunque esté a un wikipediazo de distancia. En esta globalización, Barcelona y Nueva York se parecen (infelizmente) demasiado en sus sonoridades.
En todo caso, a pesar de ser un disco con mucha cercanía a ese indie rock que ya no me interesa demasiado, es un disco con personalidad, fuerza, emociones reales y con el encuentro con una nueva ansiedad y falta de control sobre el propio entorno que da esa segunda pubertad. Realmente para oírlo varias veces al día.
Este es mi disco favorito de los 90s. Y lo oigo al menos una vez a la semana, 23 años después. El disco de Mitski en cierto sentido tiene esa fuerza dual de suavidad y vulnerabilidad que de repente es rota a pedazos por una guitarra cargada de fuerza, rabia y distorsión. Primos hermanos o familia disfuncional un poco pervertida, esta pareja de discos juntos suenan mejor.
2 | ESPERANZA SPALDING / Emily’s D+Evolution
Aparentemente Esperanza Spalding (a quién escuché por primera vez en la navidad del 2016, cuando me regalaron acertadamente este disco) tenía una carrera que fluctuaba entre estrella de aquel jazz masivo y de ascensor que da vergüenza ajena, y el pop de Grammy apto para ser presentado como acto en la Casa Blanca o en lugares aún más reprobables, si cabe. Por suerte, Esperanza se aburrió de eso y lanzó esta catedral de álbum. Complejo, jugado, en que no escatima en riesgos, que construye desde el bajo, instrumento en el que es una virtuosa y desde las melodías suaves, mezcladas con armonías inesperadas, llenas de deliciosas texturas y complejidad rítmica, en el que un cierto barroquismo no desentona sino que lleva cada tema a otro nivel.
Realmente me alegra tener cerca gente de buen gusto, capaz de regalarme experiencias de este calibre.
2b | ME’SHELL NDEGÉOCELLO / Plantation Lullabies
Disco clave de la bajista afro alemana criada en el Washington DC en una época en que esta ciudad era por un lado la meca del punk gringo y por el otro del go-go funk proveniente del jazz y el hip-hop.
La forma de componer de Esperanza Spalding y sus líneas de bajo están estrictamente ligadas (sépalo ella o no) a la génesis de NdegéOcello. El mismo uso de las tensiones en los acordes, los tempos pesados, arrastrados y las melodías delicadas pero construidas en cierta disonancia, las emparenta. Discos necesarios y similares con 22 años de separación.
Spalding, NdegéOcello y Prince, a pesar de sus diferencias en fama, longevidad de sus carreras y particularidades estilísticas, están profundamente ligados.
Prince nos dejó este año de forma trágica y detrás de él se fue una forma integral y muy propia de entender la música, en que la calidad de la composición, el virtuosismo y la construcción de un claro personaje en escena, de un showman, van de la mano. Un líder pop con una personalidad no necesariamente cortada por los cánones del buen comportamiento tal cual NdegéOcello, conocida por ser controversial en su lucha por los derechos raciales. Capaz de reinventarse desde el pop de estadio a lo más intimista y poco comercial tal como Spalding lo ha hecho.
Sin Prince hay mucha música que no se podría apreciar de la misma manera. Se le extraña a diario y por suerte se le recuerda de la manera que él hubiese querido.
Bowie nos dijo que iba a resucitar. “Lazarus” no miente.
Disco inesperado, crudo, puro, capaz de volver a uno clarividente solo con escucharlo. A pesar de ser un disco testamento, es un álbum lleno de energía vital. Lazarus sabía que iba a levantarse de nuevo.
Es difícil no soltar lágrimas por una era que se desvanece. Es jodido sentirse con un pie en el pasado y no querer avanzar a un futuro sin saber que podremos ser héroes, aunque solo sea por un día.
Bowie es un sistema en si mismo, incomparable. Sería absurdo decir que no tiene referentes, pero estos no son tan fuertes como él mismo, por lo que la tarea es escuchar cada disco de su magnifica discografía y encontrar sus momentos, pedazo a pedazo. Especial énfasis en ‘Heathen’ que para mí es quizá el disco que más tenga que ver con Blackstar.