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Rock en Seine

Rock en Seine

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Fotos y Texto: Santiago Rosero

– París, 2013

Viernes 23 de agosto. Son las últimas horas del verano, las chicas siguen vistiendo ligero y hacia las siete de la tarde en el parque Saint Cloud, en las afueras de París, hay unas 30 mil personas enfiestadas -con cordura-. El lugar fue concebido en el siglo XVII por el paisajista de Luis XIV y está clasificado como monumento histórico por la belleza de su vegetación, quizás por eso la fiesta mantiene una compostura soberana.

En el escenario principal, Tame Impala está en la mitad de su show. Hay mil capas de sonidos etéreos condensadas en la única canción que puedo escuchar. El sonido, nítido, alcanza como para un estadio. La introducción, que parece no acabará nunca, salta de pronto a un traqueteo dance y, entre el público, lo que era un mausoleo contemplativo se convierte en una pista de baile. Los comentarios dirán más tarde que a los muchachos les queda bien la etiqueta de nuevos prodigios de la psicodelia.

Hay que moverse, en la tarima llamada La Cascade, Alt-J está por empezar. Para llegar allí hay que atravesar 500 metros de puestos de cerveza, kioskos de comidas del mundo, jardines de descanso, salas de atracciones: un campamento vacacional para hipsters.

RES05A las 19h45 aparece el grupo, manos arriba el teclista para formar con índice y pulgar el triángulo de su logo. El concierto empieza como el disco, con los tres primeros temas: Intro, Interlude y Tessellate. El público, compuesto mayoritariamente por jóvenes que apenas superan los veinte años, desata el entusiasmo desde el primer acorde, pero el entusiasmo se estanca hacia el quinto tema porque a pesar de no haber continuado con el orden del disco –el haberlo hecho hubiera condenado el concierto al sopor-, el sonido permanece tan limpio y calculado como si saliera de un reproductor. Las armonías vocales son perfectas; la batería, sin un solo platillo, lleva el beat con la caja y alterna con una campana y una pandereta. Los dos toms suenan enormes, el bombo se siente en el estómago. Todo bien, salvo que si no fuera porque el teclista ensaya para el público un par de frases en francés y porque el bajista, con su copete casi albino y sus estirones culebreros, recuerda a un Thom Yorke juvenil, aquello parecería un concierto de cámara.

En vivo se esperan versiones distintas, arreglos variados, medleys, remixes, aullidos, pero los ingleses, a pesar de que ellos también apenas superan los veinte, se esfuerzan por mantenerse austeros. Pero el público aguanta, el público no exige. Y por ahí no faltará la bandera de México. Montado en los hombros de otro, el güey sacude su tricolor intentando sacarle una sonrisa al cantante, pero éste, adusto y ensimismado, ganado unos años con su barba colorada de dos meses, ni lo regresa a ver y sigue, eso sí, templado con su magnífica voz constipada. Alt-J toca perfecto, pero la perfección le anula el feeling.

En el escenario principal, desde las 20h45, cuando la noche ha caído y las luces ya son escenografía, está Franz Ferdinand. Han revivido. Sus riffs pueden sonar gastados, pero suenan duro. Una hora y veinte minutos de concierto, hit tras hit, alargando los finales para alargar el deleite. Si Joe Newman, el pelirrojo inglés cantante de Alt-J se mantuvo en su burbuja, el pelirrojo escocés de Franz Ferdinand juega al borde de la demagogia. This is fire, Take me out, The dark of the matinée y más éxitos, uno tras otro en un popurrí sin cortes, sirven para manejar al público a su antojo, haciéndolo corear –eeeo, eeeo– y explotar cuando las luces y las distorsiones de la guitarra de Nick McCarthy también explotan. Franz Ferdinand maneja un show de 220 voltios, puro rock and roll en la cancha. Al final, sobre Outsiders, los cuatro miembros, baquetas en mano, le atacan a la batería como en una pieza de stomp demente. Se merecen la ovación.

RES07Al escenario llamado Industrie, intermedio en tamaño y en potencia de sonido entre el principal y el de la Cascade, el decorado del entorno le da un garbo ceremonial: hay estatuas renacentistas y una pileta majestuosa con caídas de agua que alguna vez sirvieron para el disfrute de los reyes. Sobre la tarima, Hanni El Khatib, con sus tatuajes californianos y su penacho rockabilly, pone el contraste sin saberlo. Su ascendencia palestina y filipina le han dado buena prensa, así como la buena recepción de su reciente disco Head and the dirt, producido por Dan Auerbach de los Black Keys: carrasposo y denso, puro rock and roll y garage. El Khatib está en el epicentro de lo movida. Sus canciones se usan en publicidades de grandes empresas y antes de dedicarse por entero a la música era el director artístico de HUF, marca de ropa venerada por skaters. En vivo, sin embargo, donde se da la cara, su sonido es pequeño, su guitarra, su voz y su banda suenan genéricas, anodinas. La música no supera la propaganda. La buena actitud no parece suficiente.

El cierre. Llevando al extremo su alemanismo, Paul Kalkbrenner empieza antes de la hora señalada. En el escenario principal hay 20 mil personas con el ánimo agotado. El Dj tiene el beat seguro, pero es siempre el mismo: 125 bpm (+-) en un tecno sin mayores sorpresas. En las pantallas hay cohetes, lluvia de estrellas, una galaxia de luces pixeladas, pero será quizás la hora de la noche o que la gente está sobria, pero la fiesta no cuaja. El espíritu de Berlin calling no emociona en París. Paul Kalkbrenner, sin embargo, camiseta del Bayern Munich con el 10 y su apellido en la espalda, está hecho una fiesta.

La primera jornada del Rock en Seine 2013 termina sin convencer del todo, pero la locación, las comodidades del festival y la vibra veraniega que se goza hacen que el desenlace se sienta bien. La gente camina con orden y disciplina hacia el tren. Parece que saliera del teatro.

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Fecha para lo nuevo de Kings of Leon

kings01Mechanical Bull es el título del nuevo álbum de la banda de los hermanos Followill. A palabras de los propios integrantes volverán al sonido que tenían en sus primeros discos, un poco mas melódico y con tintes garage.

Por lo pronto han adelantado los temas: “It Don’t Matter” y “Supersoaker” en sus conciertos. El álbum está en su etapa final de producción y anunciaron oficialmente que la fecha de lanzamiento será el próximo 23 de Septiembre.

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¿Por qué es importante escuchar a Serge Gainsbourg?

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Por: Christian Reyes

La personalidad provocativa de este francés representa esas instancias rebeldes y emociones lascivas que experimentó un músico inquieto, con personalidad y seguro de su inventiva, al momento de sumergirse en los mares de un buen pop.

Serge Gainsbourg, llamado originalmente Lucien Ginsburg, brindó, en aquellos años sesenta, un gran aporte de modernidad y experimentación para la Chanson Francesa. Sus registros hablan de extravagancia, inhibición, protesta y un amor más carnal que afectivo. Su música ha coqueteado con el pop, el jazz, el reggae, el rock sinfónico, el dub, la música clásica, el funk, el rap o el ye-yé, por nombrar algunas. Ha compuesto más de 17 discos y seducido a innumerables mujeres. Muchas de ellas íconos de la música europea.

El por qué escuchar la música de Gainsbourg va más allá, de la simple curiosidad de conocer a profundidad el arte que emana un tipo tan controversial, es describir las vibraciones de esos momentos gloriosos de la composición llevada al clímax. Ya sea en el regazo de sus musas o en sus vicios: el cigarrillo y el licor. Y es que sonoramente siempre estuvo adelante de su generación.

serge gainsbourg binside3¡Buenas tardes, soy el chulo judío!

Serge se inclinó por la música gracias a su padre, quién le enseño a tocar el piano desde niño. La pintura fue su pasión, pero la tuvo que abandonar para poder subsistir. Trabajó como pianista en varios cabarets de París. La frase “¡Buenas tardes, soy el chulo judío!” le servía como impronta para saludar al público en sus shows. Su nariz y orejas pronunciadas, sus ojos saltones y su delgadez no le abrieron paso en la industria musical, pero sí a la hora de sucumbir a su mayor debilidad. Se dice que su poesía lograba esa conexión con sus más grandes trofeos: divas bellas y exitosas.

Hubo un momento importante en su vida, el trabajar-seducir a la adolescente France Gall. Una frágil chica con mucho talento e inocencia, que puso en lo más alto de Eurovisión la canción  ‘Poupée de cire, poupée de son’, en 1965. Esta fue la primera obra conocida de Gainsbourg. Luego, el enfant terrible la sumió en la interpretación de un furtivo tema ‘Les sucettes’, el que con disimulo hacía referencia al sexo oral. La cantante convertida en Lolita se vio timada y rompió las relaciones con el temible provocateur.

Isabelle Adjani, Vanessa Paradis o Juliette Greco pasaron por su cama y sus letras, pero fue con Briggit Bardot que su devoción por la belleza femenina llegó al punto más alto, al crear obras como  ‘Bonnie and Clyde‘, ‘Harley Davidson’ y ‘Comic Strip’. No se le puede atribuir a esta relación ’Je t’aime moi non plus’, aunque la compuso pensando en la sex symbol. Fue con Jane Birkin, su pareja mediática,  con quién llegó a la levitación con este himno al erotismo. El Vaticano no demoró en censurar el sensual poema.

Con Birkin mantuvo el equilibrio, por ciertos momentos. Junto a ella creó dos grandes discos: ‘Jane Birkin & Serge Gainsbourg’ y ‘Histoire de Melody Nelson’. El último considerado como el primer verdadero poema sinfónico de la era pop. Además, procreó a Charlotte Gainsbourg: “Tan bella como ella, tan fea como él”, sucesora que le siguió los pasos en la música y el cine.

Llevó al disco ‘Rock Around The Bunker’ a la autoburla, al reírse de su propia desgracia. En su juventud fue obligado a esconderse, debido a las leyes antisemitas durante la ocupación. Convirtió a ‘La Marseillese’ en una pieza reggae dub, que hizo enojar a Francia y al mismísimo Bob Marley por grabar con Rita Marley aquellas letras de fuerte contenido erótico. Además, su incursión por el cine no pasó por alto ya que retrató el lesbianismo en escenas de su película ‘Don Juan 73′, protagonizada por Birkin y Bardot.

 

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Controlando a Gainsbarre

Usualmente fumaba siete cajetillas de cigarrillos al día. Gitanes era su marca favorita. Cierta ocasión, en pleno programa televisivo, de sábado por la tarde, le dijo a la joven Whitney Houston que se la quería fornicar. Presa del alcohol que lo acompañó gran parte de su vida. Sufrió cuatro infartos que no lo mataron, al parecer, lo hacían inmortal.

Los medios lo invitaban para que haga de las suyas. Quemaba billetes o firmaba cheques en señal de protesta o, simplemente, para llamar la atención. Grabó un video  provocador: ‘Lemon Incest’, con su hija, ella en ese entonces, tenía 12 años. Conoció a Bambou, su última inspiración, a quien hizo cantar y grabar sus gemidos. Finalmente, no controló a Gainsbarre, su alter ego maldito, y murió luego de un quinto infarto, en 1991. Dejó de ser inmortal. Se dice que en su tumba, en Francia, lo acompaña el muñeco de la foto de portada de ‘L’histoire de Melody Nelson’.


jane-e-sergeinside2Llegando a la categoría de Héroe

La acertada biopic póstuma del director Joann Sfar  y la excelsa interpretación de Éric Elmosnino, lo colocaron en un altar en el 2010.  ‘Serge Gainsbourg Vie Héroique’ retrata, con precisión y con un delicado enfoque, la vida, música y excesos de tan incendiario genio.

Su sonido ha marcado a varias generaciones de artistas como Franz Ferdinand, Cat Power, Jarvis Cocker, Michael Stipe, Portishead, Tricky entre otros, quienes le brindaron devoción y pleitesía en el disco  ‘Monsieur Gainsbourg Revisited’. Entre grafitis y poemas, sus restos yacen en el mítico cementerio de Montparnasse, en París.

 

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Gogol Bordello presenta un adelanto de su nuevo disco

gogol-bordello-helsinkiinsideLa banda de punk gitano proveniente de New Yotk, Gogol Bordello presenta  ‘Malandrino’ un adelanto de su nuevo disco Pura Vida Conspiracy.

Este sexto trabajo fue producido por Andrew Scheps quién también ha trabajado con Red Hot Chili Peppers, The Mars Volta entre otros, fue grabado en El Paso Texas y tiene 12 canciones.

Eugene Hutz, voz, guitarra y percusión de la banda comenta que ‘hay un montón de lucidez en este disco’, ‘tuve la oportunidad de hablar de cosas que, por alguna razón, eran fáciles de decir esta vez. No me tomó mucho esfuerzo. Es muy enérgico, pero no suena forzado. No tuve que luchar con las canciones’.  Un trabajo que busca expandir las mixturas ya conocidas de la banda con las nuevas influencias brasileñas ya que Hutz se radicó algunos años en ese país.

El disco se publicará el 23 de julio a través de  Casa Gogol, y ATO Records.

Escucha Malandrino a continuación:

 

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¿Por qué es importante escuchar a Miles Davis?

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Por: Carlo Ruiz

Lanzarse a escribir un artículo sobre la carrera y la vida de Miles Davis sin ser músico es muy, pero muy complicado. Se puede analizar su influencia desde muchísimos ángulos, y evidentemente, es imposible cubrirlos todos sin ser un experto biógrafo de este personaje. Sin embargo, mi intención aquí es contar de forma muy resumida sobre la carrera de Miles Dewey Davis (1926-1991), y de cómo su trabajo es esencial para comprender la evolución de la música en el siglo XX. Me limito a la música en el siglo XX, porque la verdad, hasta ahora, durante la primera década del siglo XXI no he podido ver nada que sea comparable. Advertencia: Escribo este texto desde la perspectiva de un melómano, no de músico, así que los y las músicas sabrán disculpar imprecisiones respecto a géneros.

He intercalado links que ilustran un poco a lo que me refiero cuando hablo de algún músico o disco en particular.

Proveniente de una familia acomodada de Illinois, Davis empezó con la trompeta a los 13 años. Una vez terminados sus estudios secundarios, se mudó a Nueva York, en donde se inscribió en la famosa Juilliard School of Music, la cual abandonó poco después. Había ya empezado a tocar con miembros del circulo jazzero de esa ciudad, y así fue como empezó una carrera ascendente. El sitio web de Davis menciona en su biografía un intento por explicar la palabra cool: “cool tiene que ver con todo lo que pasará después”. Esta frase resume lo que Miles Davios hizo por el jazz y la música. Fue siempre un innovador, alguien que nunca se acomodó en el éxito y se atrevió a más. Su trabajo siempre muestra algo nuevo, y aunque en algunos casos el experimento no haya resultado, jamás dejó de inventar cosas nuevas.

Miles Davisinside2Miles y el bebop

La mejor prueba de su incansable búsqueda por la innovación son sus discos. Esto se observa desde sus primeras colaboraciones con Charlie Parker (uno de los saxofonistas más importantes, precursores del estilo de jazz conocido como bebop) y Dizzie Gillespie (también uno de los trompetistas más importantes) en la primera mitad de los años cuarenta, y luego en la segunda mitad con Gil Evans. Fue uno de los pocos músicos que empleó a músicos blancos en sus grupos. En este contexto, aparece su primer disco, Birth of the Cool, que es una compilación de sus grabaciones hechas entre los años 1949 y 1950. Este disco marcó el fin de la era del bebop, para dar inicio al estilo cool de jazz. A diferencia de su antecesor, este nuevo estilo incluye arreglos innovadores que se acercan a las estructuras de la música clásica, empleando polifonía e incorporando instrumentos distintos como el corno francés y la tuba .

El cool jazz

Vinculado a la firma Prestige Records, desde el año 1951, Davis grabó varios discos. Se puso una vez más a la vanguardia de un nuevo estilo de jazz llamado el hard bop. El hard bop es “una reacción al cool jazz que se consideraba demasiado europeo y con una influencia de blues y afro ”. El álbum Walkin’ es considerado como el que originó el estilo hard bop.

Antes de firmar con el sello Columbia Records, Davis grabó cuatro discos para el sello Prestige, los cuales se consideras de los más importantes de la época: Relaxin’ with the Miles Davis Quintet, Steamin’ with the Miles Davis Quintet, Workin’ with the Miles Davis Quintet, and Cookin’ with the Miles Davis Quintet. El quinteto de Miles Davis fue una de las bandas emblemáticas del género a fines de los años cincuenta. En 1957, Davis compuso la música para la película Ascenseur pour l’Echaufaud (Ascensor para el Cadalso), una de las películas del género film noir en donde la relación entre la banda sonora y la imagen es fundamental para el desarrollo de la cinta. Davis musicalizó la pieza al tiempo improvisaba mientras miraba el filme.

El jazz modal

En 1958, Miles Davis vuelve a revolucionar el mundo del jazz con su incursión en lo que se llamaría el jazz modal. Surge con el disco Milestones y luego se consolidaría con el archiconocido Kind Of Blue. Como no soy músico, la explicación teórica del jazz modal es muy confusa para mí, por lo cual creo que lo mejor es escuchar la música en los links. Kind of Blue es considerado hasta la fecha uno de los discos más importantes de la historia del jazz y la música. Varios factores explican el éxito y legado de este disco:

– Los miembros de la banda:
o John Coltrane (uno de los saxofonistas más representativos del jazz modal y precursor del estilo free jazz).
o El pianista Bill Evans, con una fuerte formación en música clásica y considerado uno de los pianistas más influyentes en la época de la post guerra.
o El baterista Jimmy Cobb, que ha colaborado con casi todos los músicos de jazz hasta la fecha.
o El saxofonista Julian “Cannonball” Adderley, autor de la versión original de Mercy, Mercy, Mercy.
– La influencia que tuvo en discos posteriores, de gran trascendencia en el jazz, como My Favorite Things y A Love Supreme de John Coltrane.
– Richard Wright, menciona que el disco tuvo influencia en la composición de algunos acordes del disco Dark Side of The Moon
– Richard Williams, autor del libro Kind of Blue, menciona incluso que se pueden rastrear influencias de este disco en la música de Steve Reich, John Cale, the Velvet Underground, James Brown, Sly Stone, Soft Machine, Brian Eno y hasta Moby (claro, está, este es un punto que seguro solo los músicos podrán validar).
– Sobre decir que este disco se incluye en varias listas de los discos más importantes de la historia y de los que deben ser escuchado.

Miles Davisinside4Hacia el fusión jazz y el jazz eléctrico

Davis era incansable. Su curiosidad siempre lo llevó a empujar los límites de la composición. A partir del año 1964 se lanzó a buscar sonidos que se alejen del jazz modal y se acerquen a composiciones que buscaban una audiencia que guste del rock. El disco Filles de Kilimanjaro es la primera incursión de Davis en este género. Se crea así el fusión jazz, teniendo como su disco insigne a Bitches Brew del año 1970 (de Miles Davis, claro, está), disco que incorporó el sonido de instrumentos eléctricos. Este también es considerado, luego de Kind of Blue, como uno de los discos más importantes y atrevidos de la historia del jazz y la música.
Davis reconoció la influencia de Jimi Hendrix y James Brown, a quienes llegó a conocer personalmente. Se dice que el trabajo en fusion jazz de Miles Davis influenció fuertemente a bandas como Tangerine Dream, quien a su vez tuvo influencia en los trabajos de David Bowie, quien a su vez influenció a bandas de New Wave como Joy Division (incluso participó en el tema Oh Patti de la banda inglesa Scritti Politti). Pero sobre todo se reconoce la influencia del trabajo de Davis en las ramas norteamericanas del New Wave, el disco y el funk como en el caso de Prince.

Ya en los ochentas, Davis empieza a incursionar en música electrónica y soul como lo demuestra en su disco Decoy, en esta fase colabora con el bajista Marcus Miller y el guitarrista John Scofield. Además, participa en un disco de tributo a el mismo, Aura, en donde el trompetista coquetea con el reggae en el tema Blue. Davis murió en 1991, pero aún así dejó algunos discos que se publicaron de forma póstuma, en los cuales sigue existiendo ese espíritu de innovación y cambio como se puede ver en Doo Bop (su disco final en vida), su incursión en el hip hop, y en el disco que le pone a uno la piel de gallina, Live Around the World (escuchen el tema Hannibal y verán a lo que me refiero).

Los discos mencionados en este artículo representan una mínima parte de toda la discografía de Miles Davis, y escucharla toda es una aventura que puede tomar mucho tiempo. Quizá uno de los legados más importantes, aparte de su infinita sed de exploración, fue el que trató de acercar el jazz hacia la gente y de alejarlo de esa clasificación de música “seria” o “complicada y erudita” que se le endilga a este género. Prueba de eso son las influencias que su música y formas de componer han tenido en la música moderna y el rock en particular. Hay pocos artistas que no señalen la importancia de discos como Kind of Blue o Bitches Brew en su música. Davis también llevó a otro nivel la interpretación y sus innovaciones parieron otros estilos. En la actualidad, podemos decir que existen dos corrientes predominantes, una tradicionalista, en la cual se mantienen los estilos del hard bop, bebop y swing, y otra más moderna en donde encontramos al free jazz y al jazz fusión. Davis fue el precursor de ambas, y gracias a la facilidad con la que ahora se comparte y se puede acceder a la música, es muy probable que la popularidad del jazz se expanda.

Hay que escuchar a Miles Davis (al menos Kind of Blue), no sólo por la importancia musical de su carrera, sino por la belleza de sus composiciones en una amplia gama de estilos de jazz para todos los gustos.

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SUGAR MAN: Un hombre libre

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Por: Santiago Rosero

La lucha de los jóvenes afrikáners contra el apartheid en Sudáfrica tenía una banda sonora sin rostro. Era otro caso más de un mar de gente que coreaba canciones como himnos de guerra sin saber nada de quien había escrito la épica. En la década de los setenta, entre negros y blancos opuestos a la segregación racial, esos himnos de guerra sonaban con la acústica estridencia del folk rock.

Sugar man, I wonder, The Establishment blues, las canciones no atacaban directamente los oprobios de la exclusión, pero eran bombas políticas porque hablaban de los símbolos –reprimidos- de aquel contexto: drogas, sexo sin tabúes, rebelión contra la autoridad, degradación moral de los gobiernos. Las canciones eran parte de los discos Cold fact y Coming from reality, aparecidos en 1970 y 1971 en Estados Unidos y llegados poco después a Cape Town, según dice la leyenda, en la maleta de una gringa de intercambio. Los discos circularon entre los estudiantes y cada quien se aseguró su copia en casete, mientras del cantautor se sabía poco más que su nombre: Sixto Rodríguez. El poco más era que, al parecer, estaba muerto.

El documental Searching for Sugar Man (2012), dirigido por el sueco de 35 años Malik Bendjelloul, sigue las pistas de ese ídolo fantasmal. Lo hace apoyado en la obsesión que por él tenían dos fanáticos sudafricanos insatisfechos con lo que decían los mitos. Stephen Segerman y el periodista Craig Bartholomew inician, a fines de los noventa, una investigación para establecer la verdad sobre la vida de Rodríguez. Hasta entonces, el cuento más difundido decía que el cantante se había suicidado sobre el escenario. Tan sólo cambiaba el método: según unos, lo había hecho de un tiro en la cabeza; otros decían que se había inmolado con fuego.

sugarmanRodríguez -llamado simplemente así-, nacido en Detroit en 1942, hijo de padres mexicanos, cara recia de guerreo apache, había desaparecido del mapa musical estadounidense cuando Dylan y otros cantautores de esa estirpe ya empezaban a copar el estrellato. Pero en Sudáfrica, Rodríguez, según decía la gente en la calle, “era más popular que los Rolling Stones”. Él, sin embargo, nada sabía de esa adoración. ¿Por qué su carrera no despegó en Estados Unidos y a su nombre se lo llevó el viento? El documental no satisface esa pregunta, a pesar de que encara a los ejecutivos de Sussex Records, la disquera que editó los dos discos de Rodríguez, para preguntarles por qué no le entregaron las regalías por las ventas de 500 mil copias en Sudáfrica. La respuesta –falsa según sugiere la película- es que ellos tampoco las recibieron.

Ante el fracaso comercial que significó la edición de los discos de Rodríguez, Sussex Records probó el mercado con el material de otro cantautor, Bill Withers, pero el poco entusiasmo que despertó su primer promocional, Harlem, un rock ligero sin mayor malicia, hizo pensar en un destino similar para él. Otro de los relatos que edulcoran esta historia dice que, un día, un dj de radio se equivocó, y en lugar de asentar sobre el tocadiscos la cara donde estaba Harlem asentó la otra y, de pronto, sonó Ain´t no sunshine, esa balada blues irresistible que a Withers le significó el ticket de despegue definitivo. Una hipótesis dice entonces que Sussex Records se desentendió de Rodríguez para no eclipsar el inesperado éxito de Withers. Otra, que su apellido latino y su cara amerindia no auguraban ningún negocio.

Rodríguez dejó la música, se ocupó como albañil en Detroit cuando en Detroit los albañiles todavía trabajaban más construyendo que demoliendo edificios; inició una licenciatura en filosofía que obtuvo nueve años más tarde y se comprometió con la política al punto de querer vivirla desde la estructura: corrió dos veces para alcalde de su ciudad y no ganó ninguna.

Muerto de un tiro o inmolado con fuego, en Sudáfrica el mito no resigna a Stephen Segerman y Craig Bartholomew, que arman una campaña de búsqueda por Internet y hacen correr la voz hasta que, a finales de los noventa, llega a oídos de una de las hijas de Rodríguez. El teléfono suena en la madrugada: “¿Ustedes buscan a Sixto Rodríguez? Es mi padre y está vivo.” Han pasado más de dos décadas, los fanáticos resuelven el enigma y encuentran al ídolo. Se organiza el encuentro. Rodríguez, el hombre, llega a Cape Town y el 6 de marzo de 1998 da el primero de tres conciertos. Será la primera de varias giras que el cantante hará en el país donde siempre existió.

Searching for Sugar Man teje esta historia y aprovecha la invalorable documentación que, con una cámara de Super 8, hizo una de las hijas de Rodríguez durante aquel primer encuentro con Sudáfrica. Una vez que Rodríguez aparece en el filme, lo que podría ser una dramática celebración es la enigmática introspección de un artista que prefiere no hablar de sí mismo ni del éxito que acaba de venirle. Frente a la cámara, Rodríguez es el ser verdaderamente modesto que en los setenta entendió su alejamiento de la música como una fatalidad propia del negocio, y que ahora, montado en el trajín del éxito inesperado, sigue fiel al natural bajo perfil que nunca le quitó el sueño.

La película, ganadora del Oscar 2012 a mejor documental, le dispara a Rodríguez una nueva vida de rock star, y así, a sus 70 años, chaqueta de cuero y rostro envejecido de jefe apache, se embarca en una gira que ya ha copado su agenda por lo que queda de 2013.

El cantante sigue viviendo en la casa que en 1970 compró por 50 dólares, y cuando no da conciertos vuelve a su vida de obrero en ese Detroit derruido. Las nuevas ediciones de sus discos ya le dejan regalías, pero el dinero que recibe lo reparte a su familia y a los amigos que lo necesitan. Cuando lo entrevistan, Rodríguez prefiere no hablar de eso, pero se anima cuando la conversación topa la política y entonces dice cosas que ya nadie dice: “Mezclar la música y la política es muy mal visto en los Estados Unidos, pero las canciones son o pueden ser un contrapoder potente. Lastimosamente, muchos músicos son poco educados, yo hice diez años de estudios.” Su historia también ha llevado a decir cosas que ya nadie dice. Un crítico francés declaró: “el verdadero Working Class Hero es él, Lennon puede ir a cambiarse de ropa.”

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