Opinión

La Máquina Camaleón: Un camuflaje que va del rojo al ultravioleta

La Máquina Camaleón: Un camuflaje que va del rojo al ultravioleta

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Le espero para la entrevista, no llega. Felipe Andrés ‘María’ Lizarzaburu, vocalista de La Máquina Camaleón, parece ser de esos que piensan que el reloj solo es una aplicación obsoleta de los celulares que pasó de moda en los noventas. El camarógrafo con el que fui le quiere asesinar, se desespera y se va súper cabreado a sus otras coberturas y me hace prometer que le mande al diablo por demorarse. Nunca lo hice.

Felipe entra a la oficina, saluda y se sienta como si no hubiera pasado nada. Yo estoy al frente pensando en aquel dólar con 75 centavos que me cobró el taxista y que me hubiera ahorrado de no haber pensado que ya me atrasaba.

Empezamos a conversar, mi duda del peculiar nombre de la banda se despeja. “Al inicio íbamos a ser Camaleón -cuenta Felipe- pero luego vi que estábamos tan metidos entre máquinas que…”, claramente este detalle se complementó con la primera idea. La Máquina Camaleón usa muchos ‘aparatejos’, pedaleras, distorsiones y qué se yo que otras cosas más.

Lizarzaburu me explica que todo comenzó hace un par de años, cuando estaba estudiando música en Argentina, desde allí ya compuso la mayor parte de su primer disco: ‘Roja’. Luego vino a Ecuador y lo grabó en un estudio por Guápulo en poco tiempo y de forma un tanto casera.

La horda de chamos que La Máquina convoca es impresionante, talvez se deba a que algunos integrantes son mucho más jóvenes, Felipe me corrobora esta hipótesis ya que Martín Flies, el menor de la banda, solo tiene 16 años.

Los Camaleones están ‘pegando’ bastante y no se han dormido en aquella ‘famita local’ que suele destruir a las bandas antes de que salgan de su zona de confort; la semana pasada estuvieron en Bogotá y Cali, en otros festivales, luego de ‘graduarse’ del Quitofest. Vi las fotos en Facebook y parece que les fue de lujo.

El ‘frontman’ camaleónico también me contó que el próximo disco se llamará ‘Amarilla’, el espectro de la luz que va del rojo al ultravioleta será el determinante para los nombres de los siguientes discos de este quinteto, me asegura Felipe. Por deducción, supongo que un posible tercer álbum tendrá tonalidades verdes aunque, paradójicamente, pienso que será un trabajo más maduro…

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VAQuitofest: Los treintañeros aún hacen buen mosh

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Atari Teenage Riot fue mi pretexto perfecto para volver al Quitofest, así lo sentí desde que se anunció a la banda alemana. Nunca pensé o me imaginé que los vería en vivo, tampoco era esa mi meta en la vida pero fue una agradable sorpresa. Atari es de esas bandas que algún pana te presenta un día y te parece increíble, pero no más, no te imaginas verlos en Quito o ¿es que alguien se lo pensó alguna vez?

Bueno, los Atari no fueron lo mejor de la jornada, ni A.N.I.M.A.L., ni Pericos, ni La Máquina… fue la gente, la gente que otra vez vi prendida, con esos ánimos especiales y ganas de cantar que antaño había visto en el festival.

Cuando llegué (un chance tarde por culpa de un delicioso viche mixto) estaban tocando Los Pericos, me habían dicho que aquel probablemente sería el momento de más asistencia de público, ya que varias generaciones se unirían para ver a los noventeros pioneros del reggae en Latinoamérica, y no se equivocaron. Había gente cantanto ‘Waiting for your love’ hasta el sector donde vendían hot-dogs sin necesidad de las molestosas fichas.

Nunca le pregunté nada a Los Pericos en la rueda de prensa, Nata Cassette se encargó de darles unos pristiños, al buen estilo de ‘En corto’ (Teleamazonas), creo que eso me quitó un poquito las ganas de hacer preguntas… y comer pristiños.

Lo bueno de ser prensa es que te ponen en primera fila, en la ‘jaula’ Vip, pero lo mejor de eso es cuando, en aquel rincón, periodistas, camarógrafos, bandas invitadas y full colados, se arman un mosh tan cabrón que tienes que pensártelo dos veces antes de decidir entrar a dar ‘puñete al aire’; eso o tratar de escapar cuando un man se aferra de ti y te ubica en medio del audaz pogo.

El Quitofest del sábado fue un éxito y gustó, lo sé porque al día siguiente todos, hasta los más insospechados seres amantes de Daddy Yankee, sabían lo que significaban las siglas de A.N.I.M.A.L. y lo publicaban orgullosísimos en Facebook, lo cual es paradójico ya que un par de cuadras más abajo, en otro parque, una gran reunión de Indígenas ecuatorianos se retiraba hacia sus tierras luego de que fueran Acosados por ‘cierto gobierno’ al querer Luchar.

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Llévate todo, menos Radiohead: La importancia de la música al momento del ‘choreo’

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Nunca estás preparado cuando te asaltan, a mí lo que más me duele es perder música y que se te lleven algún aparatejo donde escuchas canciones, eso es lo peor. Por coincidencia en mi primer y mi último asalto estaba escuchando Radiohead.

La primera vez fue hace más de quince años, tenía un walkman, de esos que ahora están en los museos, dentro llevaba un cassette con una copia del ‘The bends‘. Me parece que andaba escuchando ‘My iron lung‘, cuando en eso se acercan dos tipos, me rodean y me dicen: «Dame todo o te disparo con el arma que tengo en el bolsillo». Yo, chamo gil, le creí y no atiné más que decirle con tono conciliador: «Llévate todo, menos Radiohead» y saqué el cassette. «Un triunfo para mí», pensé aquel día, aunque la rabia no me pasó en un par de semanas. Hasta ahora conservo esa grabación.

La última vez fue hace un par de días, los tiempos han cambiado y yo venía con un ipod (de esos chiquitos con pantalla táctil, lindo era). Caminaba escuchando ‘Let down‘, ese temazo del ‘Ok computer‘ que habla de medios de transporte y bichos aplastados. Otros dos tipos me rodean y uno saca un arma, ahora sí la vi, ya no soy un chamo gil (creo) y me pidió el ipod, esta vez no pude decirle «llévate todo, menos Radiohead», sacar música de un ipod conlleva un proceso más complejo que sacar un cassette de cinta magnética de un walkman.

Curiosamente, minutos antes del asalto había pensado: “Si me roban hoy, que sea al menos escuchando buena música”. Y así fue: lo último que escuché de aquel ipod fue la frase “let down and hanging around, crushed like a bug in the ground”*, que es como te quedas cuando te roban y se llevan tu música (y todo lo demás que traías encima, claro). Espero que a alguien le sirva ese compilado de buenas canciones; yo, por mi parte, seguiré haciendo otros.

*Decepcionado y esperando, aplastado como un bicho en la tierra.

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La reportera del hardcore

La reportera del hardcore

Aparte de «si Anna Faris aparece en una película, ésta es pésima», tengo varias tesis. Una es que podemos separar a las chicas que van a los conciertos en dos grupos, donde cada grupo es un libro: I’m With the Band Girls to the Front. En este último, las mujeres «frontean» y tocan en bandas, hacen fanzines, organizan festivales, escriben blogs y, en definitiva, son participantes activas de su escena. Crean y destruyen, si les da la gana.
Michelle Olaya Ortega entra, sin duda, en la segunda categoría. Reportera del pit desde 1998, registró en fotos la movida punk guayaca [la nueva y la no tan nueva], a la que se involucró gracias a aquel vecino con cassettes de Notoken y Moral Abajo. En 2001 emigró a España -primero a Murcia, luego a Barcelona- y siguió tomando fotos en los conciertos, formó Drama, hizo los fanzines Clitocore y Strength & Courage y vio a Bad Religion. Desde 2012 vive en Alemania, donde reparte su tiempo entre hacer patacones, el logo de Descendents en fieltro para su hija y, como no podía ser de otra manera, armar The Blood and the Sweat, su primer libro de fotos punk/hardcore, que probablemente estará a la venta en julio. Para saber más, pasen por el tumblr de Michelle. Mejor dicho: tienen que ir al tumblr de Michelle. Si Sick Of It All lo dice, mejor háganlo.
Abajo está parte de la colección de Michelle: desde las fotos de rollo que luego había que escanear, hasta las tomadas en Europa el año pasado. ¡Salud!
Agente 86 (1999)

Agente 86 (1999)

Pogo (2000)

Pogo (2000)

Polikarpa (2000)

Polikarpa (2000)

SKVan (2001)

SKVan (2001)

Undying (2003)

Undying (2003)

Hot Water Music (2010)

Hot Water Music (2010)

Youth of today (2011)

Youth of Today (2011)

Empowerment (2013)

Empowerment (2013)

H20 (2013)

H20 (2013)

Beyond Pink (2014)

Beyond Pink (2014)

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Yo le copiaba los exámenes a la directora de La Descorrupción

Yo le copiaba los exámenes a la directora de La Descorrupción

Foto: cortesía de María Emilia García

Foto: cortesía de María Emilia García

Siempre que hablo con mis excompañeras de colegio es para enterarme de algún chisme. Nunca me había tocado conversar con alguna acerca de su película sobre «matar corruptos para purgar el sistema» [recientemente premiada en Estados Unidos como la Mejor Película Internacional]. María Emilia García, directora y mil cosas más de La Descorrupción, responde mis preguntas. 

Cuando estábamos en el colegio me imaginé que ibas a ser diputada o presidenta. Hoy estás por estrenar una película sobre matar políticos. Irónico. ¿Algún absurdo/lamentable suceso en particular de nuestra historia moderna que te haya inspirado a hacer La Descorrupción? ¿Abdalá cantando con Yesenea Mendoza? ¿La «Navidad negra» de Elsa Bucaram? ¿Las caídas de Mahuad o Gutiérrez? ¿La crisis de 1999? [Si alguien me pregunta, mis momentos favoritos son el paseo del primer barril de petróleo ecuatoriano en 1972 y el «cenicerazo» a Dahik en 1990]

Sí hubo una época en el colegio en que me interesaba la política, pero esa época ha pasado. Debo confesar que, aunque soy periodista, muy pocas veces veo las noticias, jejeje. Siempre es lo mismo: cosas preocupantes. Prefiero ver series. Prefiero la ficción ahora. No recuerdo ningún suceso en particular o momento donde se me haya ocurrido la idea. Fue solo algo que se fue cocinando en mi cabeza. Recuerdo alguna ocasión escuchar a la gente mientras veía algún golpe de estado de los de antes -que pasaban a cada rato- decir que por qué no agarraban a algún político corrupto para que así “escarmiente” y eso fue lo que me dio la idea: ¿qué tal si una persona llegara a ese extremo?

Parte de La Descorrupción se financió con crowdfunding. ¿Qué tal la respuesta? Pienso que es un método al que -en nuestro país- le falta despegar. [Sorry, me olvidé de donar]

Sí le falta aún y la verdad no sé si llegue a funcionar acá. El crowdfunding de La Descorrupción fue un fracaso. Pero no con eso creo que deba ser siempre un fracaso. Creo que las personas que lo quieran usar deberían adaptar el método a nuestra realidad, por ejemplo: recoger donaciones en vivo.

No creo que hacer algo con menos plata signifique menor calidad, ¿pero qué implica? ¿Qué dificultades crees que pueden presentarse?

No, por supuesto que no implica menos calidad, pero sí puede ser limitante en cierto sentido. Depende de cómo uno aborde el reto. Hacer una película es un trabajo de equipo y al contar con poco presupuesto, primero tienes que asumir más roles de los que deberías dentro del proyecto, por ejemplo: ser la guionista/directora/productora/editora, hacer tus propios efectos, hacer las artes, etcétera. Y todo eso aumenta el tiempo que te demoras terminando el producto.

Parecía que en nuestro cine solo habían dos temas: el punk y el feriado bancario. ¿Cómo ves el panorama? Por cierto, ¿cuál es tu película nacional favorita? ¿Cuál no le recomendarías a nadie?

Mi película favorita hasta ahora de las que he visto es Qué tan lejos. Prefiero no decir cuál no recomendaría para no ofender a nadie.

Bueno, en términos de cómo veo el cine ecuatoriano, lo veo mal en cierto sentido porque todos los recursos para producción están concentrados en un solo lugar y lamentablemente esas producciones no están dando resultado. Cada año el promedio de asistencia baja más. Al menos si destinando los fondos a esas producciones viéramos un progreso o que despegue la industria cinematográfica en Ecuador, tendría sentido, pero eso no se ve. No veo una política de buscar que otras ciudades tengan proyectos que cuenten con financiamiento. Por ejemplo: hay un programa que se llama Ibermedia que ayuda a financiar películas y ellos tienen la política de que solo pueden escoger dos proyectos por país. Algo así se debería aplicar acá con los fondos concursables del CNCine.

 

¿Recuerdas la broma del ratón en Cuarto curso? Esa sí fue una película de terror de bajo presupuesto. 

Creo que sí, jeje.

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El Disco Rojo de Mamá Soy Demente: una catarsis rockera

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Por: Carla Vera / @carlaverac

Es visceral. Es desafiante. Es oscuro, pero también tiene matices de color. Hay vibras pesadas que se difuminan con otras más livianas. El nuevo disco de la banda guayaquileña Mamá Soy Demente es una sobrecarga de emociones crudas acompañadas de poderosas melodías.

Líricamente, en el álbum nos encontramos con temas en los que parece que el corazón de Carlos Bohórquez y de Dennis Darquea se les salió del pecho, subió a sus hombros y desde ahí les susurró un par de versos al oído.
Como Una Herida Que No Se Puede Dejar De Lamer, una de las mejores canciones del disco. Melódicamente está cargada de rock and roll y vacila con la psicodelia con envolventes capas sonoras.
La letra hace que te sientas identificado. Te recuerda a esa herida, aún abierta, por la que todavía pasas la lengua. Los sentimientos estallan y flotan en el aire al ritmo de una batería que mete relajo, los coros se sienten como un lamento cantado. Es un tema real, es creíble, es humano.

Otra de las canciones que hacen que sacudas la cabeza es La Buena Suerte, unos versitos de Sam Shepard hechos canción. Sonoramente es un diez y marca el punto alto del disco justo antes de llegar a la mitad del viaje musical.

Con Profundidades y Globalización llegan los matices de color. Las intros de piano le dan un aire más nostálgico al disco. Las letras mantienen siguen el camino de lo visceral, lo transgresor, juegan mucho con la ficción para dar una bofetada a la realidad.

Con El sacerdote Sánchez, los dementes suben la revolución. Hay baterías reverberadas, se meten en tu organismo como disparos. Hay guitarras pesadas, con un toquecito industrial. ¡Bam!

La No Canción es un tema oscuro. La guitarra guía el viaje, pinta armonías azules, grises… El solo que llega casi a la mitad hace que te envuelvas en una espiral y que no quieras salir de ahí. Te acurruca y, cuando ya te acomodaste, se acaba. Quedas con los sentimientos desbordados y con los oídos atentos a ver qué sigue.

El cierre llega con Creo Que He Venido de una Nave Espacial. Un tema cortito que coquetea con la psicodelia.

El disco Rojo hace que te mires de frente con tu lado más oscuro. Hace que mires a los ojos al dolor. Hace que lo aceptes y luego hasta bailes con él.
El álbum mantiene el dinamismo, hace que subas, que bajes, te estrella contra el suelo y luego te levanta.
Después de escucharlo, apostemos, te lo vas a repetir.

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