La música independiente ecuatoriano ya no posee fronteras internas, a lo menos, eso se sintió el domingo 15 de Julio, en el SAN PEDRO MUSIC CAMP; evento que se une al circuito de nuevos festivales que nacen por motivos de celebraciones locales.

La música independiente ecuatoriano ya no posee fronteras internas, a lo menos, eso se sintió el domingo 15 de Julio, en el SAN PEDRO MUSIC CAMP; evento que se une al circuito de nuevos festivales que nacen por motivos de celebraciones locales.
Yo no sé lo que les parezca a ustedes – aunque puedo imaginarlo-, pero para mí lo único que salva a las anodinas festividades de Quito, es el QuitoFest. Y como para no sonar especulativo digamos que, al menos para unas 40 mil personas (entre quiteños, residentes en Quito y afuereños que cada año llegan exclusivamente al festival; niños, adolescentes y adultos, mujeres y hombres de todo estrato socioeconómico) que no gustan de usar sombreros de Panamá -¿o de Montecristi?-, de paño o de cowboy y de tomar Moscatel en bota de cuero para sentirse por algunos días embebidos por el espíritu caricaturesco de su frustrada herencia ibérica