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Los mejores discos del 2016 / Por Raúl Arias

Los mejores discos del 2016 / Por Raúl Arias

3-Mejor-2016Como es costumbre en Plan Arteria, iniciamos un nuevo año presentando la selección de los mejores discos del 2016 según cada uno de nuestros colaboradores.

LOS MEJORES DISCOS DEL 2016 por Raúl Arias / @bluepanik

2016 fue un año complejo en lo musical, político y personal. Un año de muchos cambios en el mundo. Grandes crisis, refugiados, terrorismo, populismos, un grave y cada vez más notorio desfase entre la realidad de nuestra relación intergéneros con las políticas y costumbres “oficiales” de los lugares que habitamos. También la muerte de un alto número de figuras importantes de la cultura popular contemporánea derramó todo este sentimiento de fin de los buenos tiempos fáciles. La ruptura necesaria con “el coqueto aerodinámico rocanrol color caramelo de ron” fue también parte de un gran debate personal, que afectó a lo cotidiano y dio como resultado un año gris y complicado en el que ya no es posible cerrar los ojos.

Casualmente eso se refleja en mi lista. Poco me ha llamado la atención. Adiós al hype. Bienvenido ese mundo en que las esperanzas ya fueron. Por suerte, aún pude escarbar algunas cosas que no solo son buenas, sino sobresalientes. Sin embargo son pocas y me remiten a sus influencias, por lo que esta lista está conformada por lo poco increíble que me marcó del 2016, más lo que probablemente pudo oírse para llegar a eso o simplemente cosas que son mandatorias, si no eres un marciano o naciste ayer. Una lista que sin ser exclusivamente femenina nos demuestra el peso y lo vibrante de las mujeres en la música contemporánea

angel-olsen-my-woman5 | ANGEL OLSEN / My Woman

No recuerdo cuando empecé a oír a Angel Olsen, tal vez fue ayer, pero no importa. Inmediatamente me capturó su melancolía delicada, capaz de apelar a sentimientos muy rudos de soledad y desamparo, pero desde esquinas no cortopunzantes del alma. Un poco folk sin caer en el aburrido exceso en el que muchas bandas “en boga” de los últimos años han caído. ‘My Woman’ es ella misma, es pura autoreferencia de la que extrañamente sí se puede sacar algo.


mazzy-star-so-tonight5b | MAZZY STAR / So Tonight That I Might See

Llegar a Angel Olsen seguramente es posible desde muchos lados. Pero si se escucha “Sister” del disco ‘My Woman’ después del súper hit de 1993 de Mazzy Star, “Fade into You”, hay un nexo directo de 20 años de fuerza melancólica, de niebla semisólida y emocionalmente poderosa. Femenina y fuerte en su capacidad de llevar narrativas únicas.


iggy-pop-post-pop-depression4 | IGGY POP / Post Pop Depression

Álbum multigeneracional en el que uno de mis músicos favoritos, Josh Homme de los Queens of the Stone Age, y una cohorte de gente consolidada como Matt Helders de los Arctic Monkeys, entre otros, son pretextos usados por Iggy Pop para ir juntos a las bases, al rock de callejón. Disco que para muchos pasó desapercibido, para mí es el claro simbolismo de que últimamente todos queremos o debemos mirar un poco para atrás, en buena. No es necesario estar en el filo de la cresta para ser genial cuando eres el que se inventó esa ola y eso lo demuestran gente que podrían ser nuestros padres o abuelos.


the-stooges-the-stooges4b| THE STOOGES / The Stooges

La única referencia posible para Iggy Pop, es él mismo. En 1969 este disco ponía un pie en el punk y el otro también, aunque aún no se hubiese popularizado el término.

Si no has bailado y alterado el orden con la hipersexual “I Wanna Be Your Dog” (tema versionado hasta por los fantásticos Sonic Youth), aún no has nacido.


mitsky-puberty-23 | MITSKI / Puberty 2

No sé de dónde es Mitski Miyawaki. Su nombre remite a Japón, aunque su música suena más a New York o Seattle. Últimamente me parece irrelevante indagar en los orígenes geográficos de los músicos aunque esté a un wikipediazo de distancia. En esta globalización, Barcelona y Nueva York se parecen (infelizmente) demasiado en sus sonoridades.

En todo caso, a pesar de ser un disco con mucha cercanía a ese indie rock que ya no me interesa demasiado, es un disco con personalidad, fuerza, emociones reales y con el encuentro con una nueva ansiedad y falta de control sobre el propio entorno que da esa segunda pubertad. Realmente para oírlo varias veces al día.


weezer-blue-album3b | WEEZER / Blue Album

Este es mi disco favorito de los 90s. Y lo oigo al menos una vez a la semana, 23 años después. El disco de Mitski en cierto sentido tiene esa fuerza dual de suavidad y vulnerabilidad que de repente es rota a pedazos por una guitarra cargada de fuerza, rabia y distorsión. Primos hermanos o familia disfuncional un poco pervertida, esta pareja de discos juntos suenan mejor.


esperanza-spalding-emilys-d-evolution2 | ESPERANZA SPALDING / Emily’s D+Evolution

Aparentemente Esperanza Spalding (a quién escuché por primera vez en la navidad del 2016, cuando me regalaron acertadamente este disco) tenía una carrera que fluctuaba entre estrella de aquel jazz masivo y de ascensor que da vergüenza ajena, y el pop de Grammy apto para ser presentado como acto en la Casa Blanca o en lugares aún más reprobables, si cabe. Por suerte, Esperanza se aburrió de eso y lanzó esta catedral de álbum. Complejo, jugado, en que no escatima en riesgos, que construye desde el bajo, instrumento en el que es una virtuosa y desde las melodías suaves, mezcladas con armonías inesperadas, llenas de deliciosas texturas y complejidad rítmica, en el que un cierto barroquismo no desentona sino que lleva cada tema a otro nivel.

Realmente me alegra tener cerca gente de buen gusto, capaz de regalarme experiencias de este calibre.


meshel-ndege-ocelo-plantation-lullabies2b | ME’SHELL NDEGÉOCELLO / Plantation Lullabies

Disco clave de la bajista afro alemana criada en el Washington DC en una época en que esta ciudad era por un lado la meca del punk gringo y por el otro del go-go funk proveniente del jazz y el hip-hop.

La forma de componer de Esperanza Spalding y sus líneas de bajo están estrictamente ligadas (sépalo ella o no) a la génesis de NdegéOcello. El mismo uso de las tensiones en los acordes, los tempos pesados, arrastrados y las melodías delicadas pero construidas en cierta disonancia, las emparenta. Discos necesarios y similares con 22 años de separación.


prince-purple-rain2c | PRINCE / Purple Rain

Spalding, NdegéOcello y Prince, a pesar de sus diferencias en fama, longevidad de sus carreras y particularidades estilísticas, están profundamente ligados.

Prince nos dejó este año de forma trágica y detrás de él se fue una forma integral y muy propia de entender la música, en que la calidad de la composición, el virtuosismo y la construcción de un claro personaje en escena, de un showman, van de la mano. Un líder pop con una personalidad no necesariamente cortada por los cánones del buen comportamiento tal cual NdegéOcello, conocida por ser controversial en su lucha por los derechos raciales. Capaz de reinventarse desde el pop de estadio a lo más intimista y poco comercial tal como Spalding lo ha hecho.

Sin Prince hay mucha música que no se podría apreciar de la misma manera. Se le extraña a diario y por suerte se le recuerda de la manera que él hubiese querido.


bowieblack1 | DAVID BOWIE / Blackstar

Bowie nos dijo que iba a resucitar. “Lazarus” no miente.
Disco inesperado, crudo, puro, capaz de volver a uno clarividente solo con escucharlo. A pesar de ser un disco testamento, es un álbum lleno de energía vital. Lazarus sabía que iba a levantarse de nuevo.

Es difícil no soltar lágrimas por una era que se desvanece. Es jodido sentirse con un pie en el pasado y no querer avanzar a un futuro sin saber que podremos ser héroes, aunque solo sea por un día.


david-bowie-heathen1b | DAVID BOWIE / Heathen

Bowie es un sistema en si mismo, incomparable. Sería absurdo decir que no tiene referentes, pero estos no son tan fuertes como él mismo, por lo que la tarea es escuchar cada disco de su magnifica discografía y encontrar sus momentos, pedazo a pedazo. Especial énfasis en ‘Heathen’ que para mí es quizá el disco que más tenga que ver con Blackstar.

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Los mejores discos del 2016 / Por Raúl Arias

Los mejores discos del 2016 / Por Darío Granja

2-Mejor-2016

Como es costumbre en Plan Arteria, iniciamos un nuevo año presentando la selección de los mejores discos del 2016 según cada uno de nuestros colaboradores. 

LOS MEJORES DISCOS DEL 2016 por Darío Granja / @dxgranja

leonbenavente10 | LEÓN BENAVENTE / 2

Hay velocidad y pop agreste, también letras ágiles que ilustran con ironía algunos pasajes de la vida moderna. Integrada por músicos veteranos de la escena española, León Benavente con su segundo disco continúan refrescando a la música independiente ibérica. Con ‘2’ traen un buen puñado de canciones elegantes en nuestro idioma.


guanaco9 | GUANACO / Blasfemia

Hay límites que son necesarios rebasar. Como si se tratase de una lucha interna por descubrir el lado más complejo de vivir una relación, entender los vínculos familiares o sentir la soledad de ser un cantante, Guanaco en ‘Blasfemia’ se expone, se cuestiona y saca un trabajo con una producción musical sobresaliente donde el rap se mezcla con la música rockolera en una misma copa. Un álbum tan honesto como las confesiones que se hacen en las cantinas que exhalan humo.


ivanferreiro8 |  IVÁN FERREIRO / Casa

Iván Ferreiro es un cantautor poco conocido por esta región. Un músico que se ha curtido con el tiempo, que con su voz un tanto áspera y su aguda inteligencia ha creado un universo musical particular. Si hay un disco para ingresar a su obra, éste es “Casa”, inspirado en una ruptura, donde los fragmentos emocionales se convirtieron en canciones memorables.


andersonpaak7 | ANDERSON .PAAK / Malibu

Descubrimientos que alegran y seducen. Sí, se puede afirmar que el futuro del rap está en buenas manos por figuras como Anderson .Paak, cuyo enorme talento cautivó los oídos de Dr. Dre, su mentor. ‘Malibu’ es un disco que se nutre de la música negra de distintas épocas, desde el soul, el R&B o el jazz hasta llegar a los puertos del hip hop. Todo ensamblado en un groove orquestal que envuelve y no decae. Música que abriga en tiempos gélidos.


 constelaciones6 | LISANDRO ARISTIMUÑO / Constelaciones

Hace mucho que el nombre de Lisandro Aristimuño resuena como uno de los más importantes del folk y rock latinoamericano. Motivos sobran. Sus trabajos conectan con quién los escucha, conmueven por su autenticidad. En ‘Constelaciones’, el músico argentino se desnuda de los recursos electrónicos para quedarse con lo esencial de la canción. Con eso alumbra el espacio. Un trabajo para mirar al cielo y sentir optimismo ante la inmensidad.


nicolasjaar5 | NICOLAS JAAR / Sirens

En ‘Sirens’ hay ambientes de inmersión, donde los silencios cohabitan con la violencia y el ruido. Nicolas Jaar entiende que todas las cosas tienen música y, como buen arquitecto sonoro, construye con estos elementos una pieza de alto valor estético y musical. Sus composiciones cobran mayor dimensión cuando se aproximan a temas políticos y sociales como en “Killing Time” o la sobrecogedora “No”, tan oportuna en estos grises períodos electorales. Una invitación  a la reflexión, codificada en lenguaje electrónico.


boniver4 | BON IVER / 22, A millon

Quizás es su voz, las melodías sutiles que resultan cercanas, o el uso de sonidos experimentales, auto-tune y samples que recrean atmósferas insólitas, las que hacen de ’22, A millon’ un viaje lleno de sensibilidad y melancolía. En ésta, su tercera placa, Justin Vernon no se acomoda, sino que explora nuevos destinos, despeja el horizonte, se expone a lo desconocido. El trabajo de un artista que mientras atraviesa una crisis personal, con ayuda de su fuerza creadora se aproxima a la redención.


frankocean3 | FRANK OCEAN / Blonde

Entretejido por delicadas capas sonoras, ‘Blonde’ busca la experiencia sensorial más que el estribillo potente. La intimidad musical antes que la efectividad pop que agita masas. El resultado es un álbum lleno de bellos matices que dan espacios a letras que vibran por honestas. Con este trabajo de altas ambiciones artísticas, Frank Ocean se consolida como uno de los pocos músicos contemporáneos con la capacidad de permear en el tiempo. Una apuesta musical con sabor a victoria.


amiga2 | ALEX ANWANDTER / Amiga

Después de cuatro años de lanzar ‘Rebeldes’, Alex Anwandter afila su mirada artística para presentar ‘Amiga’, un álbum sobresaliente con la potencia para destrozar la pista de baile y agitar conciencias por igual. Anwandter recorre diversos géneros musicales, desde los más festivos como el synth pop o la música disco, hasta instantes más melancólicos, apegados al soul. En sus letras aborda temas que le preocupan como el machismo, la homofobia o la posibilidad de cuestionar un sistema capitalista que hoy más que nunca muestra sus grietas. Un álbum pop que incomoda al conservador con manifiestos que celebran la subversión y la diversidad. Un disco que no solo brilla a nivel musical, sino que también arde.


bowieblack1 | DAVID BOWIE / ★

‘Blackstar’ marcó el pulso del 2016. Desde el inicio se siente un presagio. Un disco con un riesgo que inquieta y una emotividad que estremece. Musicalmente el trabajo es dinámico y sombrío, con una solidez que golpea en el pecho. Piezas donde lo oscuro se aclara con la eterna voz de Bowie rodeada del potente ensamble compuesto por nuevos astros del jazz contemporáneo como Ben Monder, Jason Lindner o Mark Guiliana. Así, la muerte y la vida transitan por las letras de este trabajo, donde nuestra estrella negra se despide de este planeta, sin antes iluminarlo.

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Los mejores discos del 2016 / Por Raúl Arias

El rock no te paga con rock si eres mujer

janisDías antes de darse a conocer el caso de Polina Cold y Efraaín Granizo (Van Fan Culo), reflexionando sobre el caso Aldana (El Otro Yo), se terminó de escribir esta columna de Vanessa Bonilla sobre cómo el machismo y la violencia de género existen incluso en espacios tan progresistas como el rock. Hoy, hablar de este tema resulta más que necesario #yanonoscallamosmas

Por: Vanessa Bonilla / @isadorabo

Soy bastante ecléctica con la música. Mi vida misma es como un soundtrack amplio, cada acto, cada recuerdo, cada amor, cada amigo, cada decepción, cada locura, todo tiene su canción. Esta semana un amigo me preguntó cuál es mi artista o banda favorita y no pude responderle. En cambio, empecé a contarle cómo la música ha atravesado mi vida: de niña mi casa se llenaba de Jefferson Airplane, Chico Buarque, Joan Manuel Serrat, Mercedes Sosa, Fleetwood Mac, Led Zeppelin y más. Luego, en el intento por encontrar (me) coquetee con el rock, el punk, el hip hop, el hardcore, la música alternativa. La búsqueda vino acompañada de decenas de conciertos, programas de radio, y mi paso por la universidad.

Le di varias vueltas al asunto y le respondí «mi favorita de todas: La Janis, y «Summertime”», esa canción me ahoga en lágrimas de emoción desde siempre, aunque su traducción la supe en la pubertad. Entonces mi curioso amigo me recomendó ver el documental Janis: Little Girl Blue (2015), así que corrí a verlo y me perturbó tanto. Amy Berg se adentra en los recuerdos de Janis usando la voz de Cat Power, habla con su familia, sus amigos, sus bandas, recupera cartas que la cantante intercambiaba con sus padres, conversa con sus amores y desamores. Pero sobre todo, hay una frase que me desconcertó, y que al mismo tiempo explicaba cómo era ser mujer en el escenario musical de los años 60, además de formar parte del movimiento de paz y amor, enganchada a las drogas y en un permanente búsqueda de libertad: “¿Por qué los chicos de la banda se van a casa con esas chicas y yo me voy a casa sola?”, decía Janis.

Más tarde leía en el diario El País que, Charlie, Felicitas y Ariell acusaron de abuso sexual, corrupción de menores y transmisión de enfermedades a Cristian Aldana, de la banda argentina El Otro Yo, vi el desgarrador video de #yanonoscallamosmas y supe que la Cámara Nacional rechazó el pedido de excarcelación que había presentado la defensa de Aldana, quien está detenido desde el 23 de diciembre y que se ordenó su procesamiento con prisión preventiva y embargo de sus bienes. En ese momento recordé los conocidos casos y declaraciones misóginas de los argentinos Juanse, Pappo, Ciro Pertusi, Gustavo Cordera, Miguel Del Pópolo, entre otros.

Y en este caminó rememoré mi propia historia: ser mujer en el rock. A lo largo de este viaje hice amigos, ya que la mayoría de quienes componían el mundo del rock eran hombres, la relación con las mujeres era de 10 a 1. Creo que he ido a conciertos desde los 13 años, sola o acompaña, pagando entrada o retaqueando, ganándome entradas en la radio y más tarde como personal de prensa, realmente nunca me dio miedo estar sola o ser fan de alguna banda, pronto lograba hacer amigos que me quisieron y me cuidaron siempre. Pero también recordé que en el mosh había algún chico que te agarraba las nalgas (para mostrar quién manda ahí) o intentaba algún movimiento cuando ibas al baño. Digamos que casi siempre salí ilesa, aunque un par de veces fui acosada, me intentaron besar sin mi consentimiento; unos personajes del rock (promotores, locutores, músicos) aprovechaban la cercanía y te cercaban, afortunadamente puede manejarlo, pero al mismo tiempo, escuchando estos testimonios sobre Aldana, pienso que alguna no logró zafarse del asunto, que por ahí hay un violento y varias violentadas. Así que este texto también termina siendo un descargo de culpa.

Y sí, el espacio del rock a pesar de ser “liberador – alternativo – contracultural” también reproduce el machismo, el hombre cree que es dueño del cuerpo de la mujer y de sus decisiones, sólo porque es hombre. Cree que al ser un rockstar puede imponer reglas, y si no te gusta, se autocomplace pensando que hay una fila de niñas que están dispuestas a lo que tú te niegas. También hay un intento por construir a la niña débil que necesita un rockero salvador o la femme fatal que decide sobre su cuerpo, que tiene sexo cuándo quiere, con quién quiere y cómo quiere. Después de todo algo me queda muy claro: el sistema patriarcal se come todo, está por encima de todo, que nosotras podemos estar en permanente resistencia, pero las violencias físicas y emocionales permean a cuenta gotas o violentamente, esas resistencias.

Por años imaginé que estas violencias eran aisladas, que me pasaba a mí porque yo lo había provocado, tal vez había dado mucha confianza o enviaba señales confusas, culpándome de algo que descubrí es un fenómeno estructural y que se multiplica en muchos cuerpos femeninos juveniles. Janis en los 60’s construyó un “ser masculino” para poder encajar y destacar con fuerza en un espacio liderado por hombres. Charlie, Felicitas y Ariell se llenaron de fortaleza y lograron romper el círculo de violencia y silencio; y yo, me fortalezco cada día con mujeres como ellas, como mis amigas – hermanas que día a día resisten y rompen el silencio; y también por las mujeres y niñas que mueren víctimas de violencia de género, que son violentadas física, sexual, emocional, psicológica o económicamente, porque sus historias nos han permitido a muchas decir ¡BASTA, NO MÁS!

No quiero caer en la figura de la mujer víctima, incapaz de decidir sobre su cuerpo, o despojado de valentía; pero quiero dejar claro que hay una vulnerabilidad de género, que el hombre rockstar ostenta un lugar de enunciación que le permite dictaminar reglas y abusar del poder que permite este lugar privilegiado, así como también puede construir solidaridades, ser compañero, tener conciencia de género y ser consecuente desde su discurso hasta sus actos, conozco a muchos. Es solo cuestión de romper y ser realmente rebeldes, contraculturales y libres.

Empecé esta historia justificando mi pasión por la música desde mi niñez. Porque en mis 33 años siempre he tenido que demostrar y probar mi palabra, porque soy mujer y lo que digo está en tela de juicio, porque si hice radio, si tenía pases de cortesía para conciertos, si un profesor destacaba mi trabajo académico, si mis amigos eran tal o cual, siempre, siempre recaía sobre mí la duda de los favores sexuales o un interés sexual escondido por parte de quienes estaban a mí alrededor; o simplemente porque soy mujer y lo que digo, escribo o hablo debe ser verificado. Así transito aún mi vida por el rock y cotidianidad, pero ahora soy menos ingenua y más fuerte.

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Finalmente, alguien le hizo una canción a Jodie Sweetin

Finalmente, alguien le hizo una canción a Jodie Sweetin

JCalavera

Después de formar los Dwarves guayacos [Potato Head Punks] y una prestigiosa agrupación llamada Semen de Pavo, ¿cuáles serían las siguientes aventuras de Juan José «Cheche» Palacios? [sí, luego de esas bandas vino Stereo Salado, pero esa no cuenta]. Esta vez, luego de algunos meses de inactividad, converso con «Cheche» acerca de su más reciente encarnación: J. Calavera. Sigan leyendo. 

M: «Math rock», «shoegaze» y «lo-fi»: otra etiqueta para música que no entiendo [antes de escuchar tu nuevo proyecto, J. Calavera, por el nombre y el arte, pensé que iba a ser algo como Social Distortion u Oingo Boingo]. Has definido a J. Calavera como lo-fi. ¿Por qué? ¿Haces música con pocos recursos? ¿Do it yourself hasta la muerte? ¿Actitud «We jam econo»

J: En realidad, la ética DIY la he aplicado desde que «aprendí» a hacer música, más que nada inspirado en el punk, que ha sido una ideología con la que me he sentido identificado desde el momento en que la conocí. El lo-fi, lo que estoy haciendo actualmente, está basado en los escasos recursos con los que tuve que trabajar para sacar este material.

Cuando empecé con Potato Head Punks en 1998, fue: «Hey, hagamos una banda… ¿quién sabe tocar algo? Eh… pues entonces cantaré», y sin saber tocar nada, empecé a plasmar mis ideas en una guitarra acústica que tenía en casa desde los 8 años agarrando polvo, haciendo ritmos y luego enseñándoselos al guitarrista, diciéndole «la canción es así», y él la interpretaba tocándola con acordes. Desde siempre fue así la manera de componer, en todas las bandas en las que toqué. Entonces ahora, con J. Calavera, fueron esas ganas de seguir haciendo música las que me llevaron a componer y grabar con lo que tenía a la mano: una guitarra acústica, una eléctrica, tambores de juguete, una radiograbadora y así por el estilo. De ahí la poca fidelidad [low fidelity: lo-fi] que tiene la calidad del producto final.

¿Qué tan diferente eres, es J. Calavera, de las bandas en las que tocabas? 

Potato Head Punks, al igual que Semen de Pavo, fueron nombres que salieron sobre la marcha, básicamente chistes internos. Eran punk y hardcore, más basadas en joda y lo que pensaba en ese momento, por eso las letras no deben ser tomadas muy en serio. De eso, a lo que hago ahora, hubo un gran proceso. Al regreso de vivir en Argentina, formé Stereo Salado. Pasé del punk al post punk revival o algo así, pero seguí con ganas de seguir haciendo música, así sin saber grabar ni nada. Me puse a experimentar con lo que tenía a la mano, y de ahí nace J. Calavera.

No le paré mucha bola a Stereo Salado porque aún seguía esperando el regreso de Potato Head Punks, pero pienso que ese fue el punto de inflexión del punk/hardcore a lo que estás haciendo ahora.

El DIY siempre ha estado presente, y si no lo haces tú mismo, no deberías quedarte cruzado de brazos a que alguien lo haga por ti. Es eso lo que todas mis bandas han tenido en común. La libertad de poder hacer cualquier tipo de música, ya que ahora no estoy encasillado, es increíble. Si un día quiero hacer algo más pesado, va; si sale algo más suave, va. Si va algo hasta spoken word, va. No hay limitantes, excepto lo que solito me quiera imponer.

Habla, Henry Rollins. 

Exactamente. Pero no tanto por ahí, sino por algo más a lo Boyd Rice, aunque ese man está bastante demente y va más por predicar el satanismo, pero igual sus experimentos musicales y con la audiencia son increíbles.

Escuchando J. Calavera, hay algunas canciones que son oscuras, sombrías, como que estuvieras manejando de noche a Quito con Jeffrey Lee Pierce. 

Entonces la entendiste bien. Me gustan ese tipo de bandas que tienen algo oculto, que te hace analizarlas más de lo que te dejan en pequeñas pistas por aquí y por allá. Te mentiría si eso no me ha influenciado. Titán, Jeffrey Lee… «You’re a ghost on the highway!». Lo escucho cuando toca manejar en carreteras oscuras.

Por otro lado, tienes una canción que se llama «Jodie Sweetin». Lo digo porque es lo opuesto: canciones oscuras y otra que tiene el nombre de una actriz infantil. Aunque es una actriz que se hizo verga, entonces todo tiene sentido. 
Exacto. Lo que sucede con «Jodie Sweetin», sucede con muchas otras canciones. La cosa es que la que saqué ahorita es una versión instrumental, cuando saque la versión completa se revelará el secreto aún más; obvio, sin explicarlo todo. Que lo descifren o saquen sus interpretaciones.

Todo tiene algún sentido oculto: desde los títulos, hasta las emociones que tratan de provocar. Te pongo un ejemplo, también hay una canción spoken word, que se llama «Tony Ridge Blues». El mensaje que cuenta, el título de la canción y el precio del disco tienen relación. Hasta ahí te puedo revelar. La gente quiere todo mascado y eso me molesta mucho.

Todo esto que me dices suena a que has pensado bastante el concepto de J. Calavera. ¿Crees que la gente entienda todo esto? ¿Hay una escena en Guayaquil para tu música? ¿Está el Ecuador preparado para ti? 

De verdad sí, me lo he pensado bastante. Me gusta escribir mucho; tengo historias, letras de canciones que nunca compuse y que todas representan algo, algún momento en el tiempo, entre otras cosas. No están puestos así por ponerlos. ¿Hay una escena? Pues no sabría qué decirte. Puede que sí, puede que no. Actualmente, cuando voy a conciertos y festivales de arte, siempre me topo con lo mismo. Con esto no quiero insultar a nadie, que cada uno escuche lo que quiera escuchar, pero hay muy poco que me deslumbre. Obvio, la gente ha de decir lo mismo de lo que estoy haciendo yo, así que el tiempo lo dirá.

Ahora, hay algunas bandas que tienen la misma idea que yo de sacar todo el material que puedan, sin perder el tiempo, sin decir «…estamos componiendo un álbum que saldrá el próximo año», sino que son más inmediatos. Con ellos me siento muy identificado, porque están en la misma corriente que lo que quiero hacer. Todo esto comenzó inspirado en un documental que vi de Jay Reatard, en el que él compartía su filosofía de hacer música, más por amor a la música que por amor a los fans, el reconocimiento o que perciban su música como algo cool. Era el hacer todo lo que puedas con lo que tienes en el momento, no esperar a la oportunidad de crear algo y plasmarlo, sino simplemente hacerlo. Eso me gustó mucho y me inspiró a retomar lo que estaba dejando que se cubra de polvo.

¿Tienes ese documental? Préstamelo. Lo he querido ver hace tiempo. 
Me lo compré, porque lo busqué para verlo en todos lados y nunca lo encontré. Es inspirador, no te voy a mentir. En un momento dice algo así como «algunas personas piensan que es un cierto número de canciones buenas que uno tiene para componer y que luego te quedas sin gasolina. Para mí, tiene algo que ver más con el tiempo: me tiraron a este planeta y seguramente me botarán en cualquier momento. Lo que creas en ese tiempo es lo que vale». Fui a la juguetería a comprar tambores, saqué la guitarra de palo y empecé a componer. A quién le importa cómo suene, necesitaba volver a crear y eso es lo que estoy haciendo. Sí, va a sonar como el culo, pero eso es mejor que nada [mensaje: así se llama el primer disco]

Hasta me metí en clases de guitarra para poder componer más y crear de otra forma a la que estaba acostumbrado, a ver qué nuevas cosas se le pueden aportar al proyecto. Y la idea es componer de todo, así que quién sabe, mañana sale un disco country de J. Calavera, basado en desamores, al mejor estilo Requiem for an Almost Lady, de Lee Hazlewood. Espero para entonces ya saber tocar bien, y sino, pues lo haré mal, pero lo haré.

Y de verdad lo botaron en cualquier momento. RIP Jay.

Bandcamp: http://jcalavera.bandcamp.com/

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Las siete cadencias de Bowie: ‘La número cinco te hará llorar’

Las siete cadencias de Bowie: ‘La número cinco te hará llorar’

David Bowie Major Tom

Lo primero que pensé a horas de la muerte de David Bowie fue: ‘Hay siete momentos en los que él me impactó en la vida’. Seguramente hay más, pero quise dejarlo en siete por ser un número vendedor.

No quiero hacer una de esas enumeraciones clásicas de página web contemporánea (‘la número cinco te hará llorar’), me basta con decir que ‘Modern Love’ ocupa ese primer momento en el que escuché al ‘extranjerito’ aquel de cabello súper rubio y pasito ochentero de moda.

Es la canción más popular de Bowie, por más de que se rasguen las vestiduras los ultrafanáticos; así como ‘Creep’ siempre será la más famosa de Radiohead o ‘Another brick in the Wall part 2’ la de Pink Floyd. Y claro, Bowie lo hizo todo, hasta tener una de esas ‘cheesy songs’ ultra pop.

Ah, casi lo olvido, yo era un niño de cinco años y la melodía me hacía delirar de la alegría; cuando busco un referente de baile ochentero no puedo pensar más que en aquellas imágenes del video. ‘Modern Love’ es canción obligatoria de todo ‘playlist’ arcaico de radio ecuatoriana que se respete.

Pasaron los años y MTV se volvió un canal ‘gratis’ en el espectro televisivo nacional. En plena adolescencia mía asoma David luego de tantos años y se pone a cantar ‘Little Wonder’, en un video de la genial Floria Sigismondi (la misma que le hizo a Marilyn Manson ‘The Beautiful People’).

Recuerdo claramente que Bowie decía en una entrevista “es música ‘jungle’, algo que escuché en las discos europeas, bla, bla, bla…”. ¿Qué cosita? ¿Jungle, qué diablos es eso y por qué me fascina tanto? Mientras todos hacían grunge, post grunge o brit pop, este tipo sale con ‘jungle’. Maldito genio, me hice fan instantáneamente.

Recuerdo otro día, ya había salido casi de la adolescencia, cuando mi hermana mayor me regala un disco ‘quemado’ por ella misma (costumbre hoy en día casi extinta), ahí dentro se encontraba ‘Space Oddity’. La escuché y me volví a enamorar del británico aquel de cabello perfecto. Esa guitarra acústica y la voz, que parecía despedirse melancólica y solemnemente, hicieron que no deje de repetir el tema por días, fue la primera vez que lo escuché a conciencia, pero debo confesar que la parte del saxo nunca me cuadró mucho, igual no me importó. Aquella ‘rareza espacial’ para mí es una de las mejores cosas que se han escrito a finales de los 60’.

Una noche, hace muchos años, me di cuenta de que ‘Under Pressure’ también la cantaba Bowie. El tema es de Queen pero la colaboración del ‘Duque blanco’ siempre me da escalofríos. Sobre todo ese coro final que es indescriptible, donde se escucha la parte en la que, por tomar aire, se retrasa una milésima de segundo del compás. “Cause love’s such an old-fashioned word… and…”

Soy fan de Arcade Fire y sucede que casualmente una tarde me entero, gracias a mi amigo Roberto Ramírez Paredes (el tipo más fan de Bowie que conozco y que le gusta que lo nombren por los dos apellidos), que en la canción ‘Reflektor’, de la banda canadiense antes mencionada, hay una pequeña colaboración del fallecido héroe de esta crónica. “Thought you were praying to the resurrector. Turns out it was just a reflector”. Ese tema nunca más me sonó igual, siempre espero aquella estrofa impaciente y emocionado.

En 2013 se publica ‘The Next Day’, un disco que -luego de una década de creer que Bowie nunca más iba a grabar álbumes de estudio- nos sorprendió a todos. La canción, que lleva el mismo nombre del CD, tan solo me envuelve en una especie de ganas de bailar y mover la cabeza mientras en el videoclip veo a un Bowie que emula a Jesucristo y su ‘ascensión’ a los cielos, terminando con la frase “thank you everybody”.

Finalmente ‘Blackstar’, su última producción de estudio, puso a circular en las redes sociales ‘Lazarus’, el video donde nadie se dio cuenta de que el ícono musical se estaba despidiendo. Todos estábamos embelesados de ver y escuchar algo nuevo del ‘camaleón’ y, en nuestra ‘borrachera auditiva’, no percibimos el adiós que se materializaría tres días después.

Claro, letra e imágenes luego tomaron sentido, un sentido macabro, artístico y hermoso, propios de una leyenda que no supo hacer otra cosa de su vida que un extendido performance, hasta después de su muerte.

Hoy, me acabo de enterar de que Bowie lanzará progresivamente en el futuro cinco canciones nuevas, la primera en 2017. El tipo sabe que aún no puede irse de este mundo, no del todo.

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Tripulación de Osos | Robormiga

Tripulación de Osos | Robormiga

Por: Raúl Arias, Carlo Celi y Darío Granja

robormiga-02El primer disco de Tripulación de Osos tiene un bonito quehacer sonoro detrás, suena agradable y disfrutable a priori, sin embargo colocar sonidos chéveres y arreglos con musicalidad uno detrás de otro, combinados con palabras no hacen una canción y difícilmente un disco. No uno importante al menos.

“Esta banda se iba a llamar Robormiga” es la frase que abre el primer tema que da nombre al álbum y marca el nivel de las letras a lo largo del mismo.

Robormiga da la sensación de empezar fuerte, el poder de la distorsión es aparentemente generoso con guitarras que emulan a ratos (casi siempre, vaya) el estilo de varias bandas conocidas. Se podría decir que los tres primeros temas; ‘Robormiga’, ‘En un espejo’ y ‘Fantasma’, son los hijos perdidos entre Foals, y alguno de los guitarristas de Arctic Monkeys. Mientras que sus voces recuerdan a esos ya viejos Strokes, lo que nos hace pensar que musicalmente, Tripulación de Osos tiene una cercanía demasiado grande y boquiabierta con los referentes cool de la escena “indie-pop” contemporánea mundial, y esto le incapacita de entrada a articular un sonido propio.

Habría que ver que tan complaciente e indulgente resulta su fanaticada, ya que la banda obviamente lo fue. Esta falta de identidad y constante tránsito entre sus influencias de manera poco propositiva nos parece más propio de una banda de covers, una muy eficiente y sólida, eso si.

Luego de la triple intro llega un poco la calma, ‘Corriente aparente’ se toma un momento para reflexionar sobre calles y existencialismos. Tiene un sonido que destaca de los otros temas y vocalmente busca su propio espacio. La voz de Mauro Samaniego trata de acoplarse a las distorsiones y escapar de la tranquilidad de ‘Da Pawn’, aunque sin dejar su estilo de vocalización ‘arrastrada’ tan indie, tan cool y tan impostada, en que se siente que, a pesar de tener una de las mejores voces masculinas de las bandas ecuatorianas contemporáneas, y de ser muy capaz de crear melodías coherentes e interesantes con ella, aún no se ve confortable ante un micrófono.

Ya casi en la mitad del disco asoma acertadamente ‘Cumpleaños’, que tiene la capacidad de transportarnos por varios momentos emocionales reales. Es una de las mejores del álbum; composición lenta y melodiosa con punteados esporádicamente distorsionados, lo que le da una interesante fuerza que no se apura y calma. Los cambios a séptimas le dan un aire nostálgico e irónico. Definitivamente es un sencillo para repetirse. “Abrazo al enemigo”, nos gusta esa frase.

No hay duda de que hay canciones con potencial, pero en conjunto el disco nos transmite vacío, falta de contenido real, como si no hubiera algo más allá que su apuesta estética, lo que le quita una relevancia que la supuesta “escena independiente” debería aprender a buscar o al menos entender y no huir de ella. Que hay un universo más allá de uno mismo, de los amigos y del viciado, autorreferente, suburbano y bucólico entorno, sería el mensaje posible.  Así mismo hay canciones que un productor / editor serio no pondría ni en broma, como ‘Consumidor Final’, que no dice nada por ningún frente.

El ritmo general del disco decae, pierde el efecto novedad y empieza a entrar peligrosamente en el terreno de ruido de fondo, más o menos a la altura de ‘Chinas hacen una pirámide en una bicicleta’. Aunque no hay que negar que el título del tema es bueno.  Sin embargo, hay partes que con un poco más de riesgo y menos complacencia y miedo al público, hubieran podido llegar a ser verdaderos clásicos. Faltó volumen y valor. Atención en este apartado a ‘Cavernícolas Dando a Luz.’

El outro del disco comienza con ‘Cavaletti’, al fin una lírica que cuenta algo. ‘El piloto comprometió la integridad física de la caja negra’ cierra decentemente el disco, y aunque no funcionan los fundidos instrumentales, el posterior coro armónico de voces ayuda mucho. Al final el tema encuentra algo de la originalidad diluida entre tanta influencia.

El disco tiene tres momentos; “energético” bailable al inicio, una mitad más tranquila y la tercera parte donde se desenganchan de la propuesta inicial, es como una microevolución en encontrar el sonido de la banda que no logra cuajar, pero que al menos tiene la virtud del intento.

Robormiga, sin problema pudo dividirse en tres “EP” razonablemente buenos. La voz es el hilo conductor del álbum y también, su “novedad” sonora que a estas alturas tiene mucho de lugar común. Las enganches: ‘Cumpleaños’, ‘Cavaletti’ y ‘En un espejo’.

En Robormiga hay un clima descomplicado, libre. Música para no ser tan serios. Sonidos que nos aporta velocidad y algo de furor. Efervescencia para llenar nuestros oídos y producir placer. Espuma que ocupa todo el espacio y que nos divierte, pero que con el paso del tiempo va perdiendo cuerpo y deja un extraño vacío, alejado de la esencia de un rock urgente y necesario en un momento-mundo Huxleyano, en que no faltan los placebos y alternativas de evasión, alejado también del concierto de antro y de todo lo que implica tomar posición ante la vida, un disco que tal vez representa una escena, no una comunidad.

De forma general el primer disco de Tripulación de Osos es un álbum de fácil escucha, con todo lo que ello significa. Música para olvidarnos del entorno, sumergirnos en 11 temas efectivos de rock dispuesto para entretener. Canciones con capacidad de agitar el cuerpo, pero que no pasa de eso. Por más alto que subas el volumen, por más ruido que genere…

Tripulación de Osos es:
Juan Andrés Bustamante (Guitarra & Voz,), Luis Alberto Cisneros (Bajo), Sebastián Jaramillo (Bateria), Mauro Samaniego (Guitarra & Voz)

Robormiga:

Producido por Tripulación de Osos
Ingeniero de Grabación: Marcelo Suárez
Asistente de grabación: José Gabriel Villamar
Mezclado por Miguel Ángel Espinoza de los Monteros
Masterizado por Xavier Muller en Graba Estudio
Fotografía por Xavier Muller
Diseño por José Vergelin

Quito, Ecuador
2015

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Nicolá Cruz | Prender el Alma

Nicolá Cruz | Prender el Alma

nicola_cruz-01Prender el Alma, es el primer disco de Nicolá Cruz y, para quienes no conocen a este músico / productor y piensen en la electrónica como algo fácil y cerrado en sí mismo, se equivocaron. Este disco tiene la virtud de reinventar y desmarcarse de un montón de malos entendidos de género al darle un aire reflexivo y local que sin caer (al menos no de forma notoria o poco honesta) en un estandarte de “étnico” o “de exportación” fusiona sonidos primordialmente andinos con síntesis bien lograda y para nada invasiva.

Este proceso empezó en el 2013 y aparentemente ha sido producido de a poco, yendo para atrás y para delante de nuevo, buscando un lugar para cada elemento, sin forzar ese sentido ecuatoriano y sudamericano, que es todo un reto, ya que caer en el folclorismo o en la apropiación indebida o irrespetuosa siempre es un riesgo que, a mi juicio, Nicolá Cruz ha evitado elegantemente.

“Así fue el proceso de Prender el Alma: muy inocente, sincero, sin vicios exteriores ni pretensiones. Aproveché para trabajar con mucha gente que siempre he admirado. Me gusta la idea de colaborar porque dejas el egoísmo de componer algo tú solo y lo compartes con alguien más, como con el caso de todos estos colaboradores.” Dice Cruz, antes de contarnos que su disco está filtrado principalmente por la música de Imbabura, a la que él considera una de las que mayor personalidad y color musical tienen en el continente.

Disco con múltiples posibles escuchas de acuerdo al momento personal y que ha sido trabajado con esmero, investigación y respeto, con gran influencia de Enrique Males, músico compositor originario de Imbabura, que a sus 71 años fue no solo fuente de inspiración, sino de fragmentos del mismo, músico por el que Cruz siente gratitud y que este disco es una forma de expresarla.

Podemos hablar de dos ambientes y dos momentos de producción, partes un poco más crudas que otras especialmente donde predominan los sonidos andinos, sin sobreproducción, de forma natural. Y otro acercamiento un poco más electrónico y bailable sin llegar jamás a un tempo apresurado. Al apreciar el disco, todo depende de los gustos personales, pero a mi me resulta refrescante una música electrónica no rebuscada, simple, que amplifica sus posibilidades expresivas más allá de las convenciones de género.

En lo complicado que es entender los elementos multiculturales que nos constituyen, “experimentar rituales y ceremonias que nos lleven a lugares un poco más allá que los mundanos, simplificar las cosas”, requiere de una sensibilidad especial, y este disco transmite eso justamente.

Entonces, a pesar de ser una propuesta que no viene desde dentro de esas raíces, sino desde un observador, no pierde validez como ejercicio de exploración. Creo que este disco no va por el lado del folclorismo fácil y rentable en mercados externos sino que hace una búsqueda informada de sonidos regionales.

No se si es casual que algunos de los mejores discos de los últimos dos años sean concebidos desde un poco de tradición bien mezclada con nuestra realidad contemporánea y urbana, pero desde una perspectiva de compartir y no de banalizar estos relatos. Iniciativas así nos llevan a descubrir una porción de música independiente dispuesta, por lo menos en intención, a huir de lo fácil y del cliché. No solo porque tenga sonidos tradicionales ni apele a raíces que históricamente hemos estado más afines de negar o excluir, sino por lo complejo de su apuesta en un “mercado” local en que este tipo de música es visto desde una perspectiva alienada y lejana.

Una evolución no tan esperada pero muy agradecida en la electrónica local, algo disfrutable y bailable si uno puede moverse en tiempo lento. No se que tan pensado para afuera, pero elaborado desde acá.

Toda la música compuesta y producida por Nicola Cruz, grabado en Envlp Studios.  Con las colaboraciones de Victor Murillo, guitarra y vientos en ‘Puente Roto’ y vientos en ‘Prender el Alma’.  Charango y Vocal samples en ‘La Mirada’ por Teodoro Monsalve.  Guitarra en ‘Cumbia del Olvido’ por Rodrigo Capello.  Voz y letra en ‘Colibria’ por Huaira, guitarras por Teodoro Monsalve, bajo por Nicolas Davila.  Voz y letra en ‘Equinoccio’ por Huaira, guitarras por Rodrigo Capello, bajo por Sebastian Rubiano.  Voz y letra en ‘Cocha Runa’ por Tanya Sanchez.  Masterización por Sebastian Cordovés.

Fotografía: Gabriel Pérez MoraBowen

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Los mejores discos del 2016 / Por Raúl Arias

El derecho a poner reggaetón

lunesexyheader«Aquí ‘estar down’ significa irse ‘hasta abajo'». Y ahí tienen una de las mejores líneas de marketing de un grupo guayaco. Lunes Sexy [Jaime Nuñez del Arco y Eduardo Vélez] mezcla «El gato volador», Pulp, imágenes de Magneto [el grupo], videos de aeróbicos de los 80 y tiene el nombre de banda nacional más bacán que he escuchado desde Noise de Ginatta. Aunque terminaron haciendo un análisis sociológico del derecho que todos tenemos de poner y bailar reggaetón y la «discriminación y encasillamiento» dentro de la música, ver a Lunes Sexy en vivo seguramente debe ser tan bacán como tener sexo un lunes.

[PD. El 50% de mi Spotify es In Flagranti, Patrick Cowley y The Flirts]

¿Qué son? ¿Qué hacen?

Eduardo Vélez:
Es difícil definirlo: no somos DJs, peor aún músicos.
Los dos somos diseñadores.
Los que no son músicos, son críticos de música…

EV:
o escriben sobre música,
en blogs de música, jaja.

Jaime Núñez del Arco: Nuestro proyecto se llama Lunes Sexy porque desde el inicio lo conceptualizamos como un asunto entre lo sensual y sexual, en onda bailable, y con ritmos locales.
Cuando hablo de locales, hablo desde tecnocumbia hasta Milli Vanilli, música que es parte de nuestro imaginario.

EV: «We are electronic performers», como la canción de Air.

¿Sensual no es lo mismo que sexual, entonces? [Otra casi referencia a Spinal Tap. Vayan contando.]

JNdA: Lo sexual es una manifestación más cruda de lo sensual: mensajes más directos con respecto al cuerpo y al acto sexual en sí. Es algo que de todas maneras lo tratamos de dosificar y enfocar de manera inteligente, sin volverlo algo cliché y literal. Generalmente, lo sexual viene incluido en las letras de los tracks o en un sample o en el mismo ritmo que utilizamos como base para nuestros mashups. Es subliminal.

EV: O incluso en lo que la gente entiende como «reggaetón»: reggaetón = sexo.

¿La gente entiende toda esa explicación sociológica? Todo el mundo va a » tropezarse sin querer» con otras personas y a chupar.

JNdA: La música se asimila, no se intelectualiza. El público consume directamente lo que escucha y el objetivo final es que bailen. No buscamos mucho más que eso.

EV: A veces Jaime y yo sí intelectualizamos sobre estas cosas, por ejemplo, el «derecho» o pertenencia a tocar reggaetón. Mi exesposa me mandó un mail diciendo que era una vergüenza porque ahora tocaba reggaetón. Creo que el mejor momento de mi vida reciente fue cuando pusimos «El gato volador» y la gente respondió.

JNdA: Es interesante analizar el encasillamiento y discriminación que sufre un espacio que se lo considera tan amplio y democrático como la música. Hay gente que hace hip hop en Guayaquil que son unos genios, pero jamás los van a programar en un espacio de Las Peñas o Samborondón, simplemente porque: 1. Hacen música «urbana», y 2. Porque son de Las Malvinas. Eso lo extiendo hacia el comentario de Eduardo: pusimos «El gato volador» en nuestra primera tocada y eso se volvió un tema de «Lunes Sexy vale verga porque son unos manes que ponen reggaetón». Obviamente, ese rechazo es el primer paso a tener algún tipo de éxito: estás marcando un territorio, una filosofía y una estética y de ahí no te saca nadie. Luego la gente lo empieza a aceptar… ¡Al menos eso espero!

EV: Para muchos «manes» de la escena electrónica, punk o rock o lo que sea, es un insulto el reggaetón. Olviden eso, no hay escena de nada en GYE. Todos fracasaron, jaja.

Como para meternos de nuevo en contexto en el «¿qué hacemos?», cuando Jaime me invitó al proyecto, dije «sí, de una» porque no era necesariamente «hagamos cumbia y reggaetón». Yo lo asimilé como una oportunidad de hacer algo nuevo con sobras, restos de un montón de cosas que estaban ahí flotando. Por ejemplo, «Jay» [Jaime] ahora saca samples de su colección de CDs.

JNdA: Mi relación con el reggaetón y, en resumen, todo tipo de música tropical viene desde mi niñez, y justamente por su total ausencia [mis padres escuchaban soft rock en inglés, tipo Phil Collins]. Yo descubrí la salsa cuando ya tenía 18 años y desde ahí no he parado de escuchar ritmos latinos y tropicales. Además me gusta mucho bailarla y en fin, ese medio ambiente. Por otro lado está el tema del pop, el cual también me obsesiona. Entonces la idea de encadenar las dos cosas fue lo que plantó la idea de Lunes Sexy. Con Eduardo resultó genial porque él piensa de una manera más abstracta y genera más noise y ambientes. Si fuera yo solito, básicamente sería un DJ de Tropicálida mezclado con uno de Radio Disney.

EV: Mr. Wilson, si lees esto, ya sabes, bro: Lunes Sexy.

Dentro de mis mejores recuerdos está mi papá «blasteando» a la FANIA.

JNdA: Hice recientemente un mashup entre Miley Cyrus y The Breeders. Creo que vamos a seguir buscando por ahí, excarvando recuerdos y buscando el espacio entre lo bizarro y lo bailable.

De ley. Mi sueño es ver a 2manydjs.

EV: Conversando con una amiga, me acordé de «Todavía», de La Factoría. La busqué en YouTube, subí el volumen y tenía en mi trabajo a tres chicas entre 24 y 35 años cantando. Eso es Lunes Sexy. Lunes Sexy es un tipo recién divorciado yéndose de casa con sus cosas en una camioneta de balde de madera que se choca contra las oficinas de Google.

JNdA: Este primer mixtape que hemos producido establece mucho de lo que Lunes Sexy propone. Es una especie de manifesto o enunciado de principios. Recorremos desde nuestro imaginario adolescente pop, hasta el sonido reggaetonero y sexualizado de este tiempo, hasta nuestro soundtrack de música indie y electrónica del día a día… ¡La mayor parte del tiempo todo sonando al mismo tiempo!
Nuestro objetivo: que lo lancen en su cuarto entre cuatro amigos o en la pista de su próxima fiesta casera y los haga bailar. Con eso creo que cumplimos con nuestro pequeño granito de involución musical.

EV: Ojalá mi exesposa lea esto, jaja.


Al cierre de ésta edición no sé si estará ya listo el mixtape del que hablan arriba. Revisen www.lunessexy.com [no es paro, sí tienen un puntocom]

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